Felipe, rey de los belgas
El flamante monarca ha jurado la Constitución en el Parlamento de Bruselas, convirtiéndose en el jefe de Estado
21/07/2013 12:23 | Actualizado a 22/07/2013 20:53
Barcelona. (Redacción).- Felipe, hijo de Alberto II , se ha erigido como nuevo rey de los belgas tras la abdicación de su padre. El flamante monarca ha jurado la Constitución en el Parlamento de Bruselas , convirtiéndose en el jefe de Estado.
Alberto II, de 79 años, es el segundo monarca europeo que abdica este año en su primogénito, Felipe, de 53 años, después de que Beatriz de Holanda lo hiciera el pasado 30 de abril en su hijo Guillermo-Alejandro. El monarca belga saliente conservará el título de rey de forma honorífica.
Cerca de las 9:45, el monarca saliente ha ratificado su renuncia firmando un acta de abdicación en el Palacio Real. Igualmente firmaron el documento el resto de los miembros del Gobierno, al igual que los altos representantes del poder Legislativo y Judicial del país.
"Felipe, tienes todas las calidades de corazón e inteligencia para servir bien a nuestro país en estas nuevas responsabilidades", dijo Alberto de Sajonia-Coburgo en un breve discurso que pronunció primero en neerlandés, siguió en francés y concluyó en alemán, los tres idiomas oficiales del país.
Tras la rúbrica, la familia real se ha dirigido al hemiciclo parlamentario, convertido en salón del trono para esta ocasión.
La ceremonia y los actos de entronización, que coinciden con las fiestas nacionales del país, costará, según las autoridades, apenas 600.000 euros y no están invitadas las familias reales extranjeras.
El último discurso de Alberto II
"Tu madre y yo, te deseamos de todo corazón que tengas éxito en esta tarea, para la que estás bien preparado", dijo durante un breve discurso Alberto II tras la firma al duque de Brabante, título oficial del heredero de la corona belga.
"A la reina Paola, que me ha apoyado constantemente en mi tarea a lo largo de estos veinte años, solo quiero decirle gracias. Un beso grande", dijo el rey Alberto a su esposa, que emocionada, dejó escapar unas lágrimas, y recibió el apoyo de la todavía princesa Matilde, que la tomó del brazo.
El rey Alberto reiteró de nuevo su agradecimiento a las autoridades del país y a los ciudadanos, y en especial al primer ministro Di Rupo, de quien dijo que "aceptó y ha tenido éxito en la difícil misión de formar este Gobierno".
Alberto II también felicitó a los presidentes de los ocho partidos políticos que junto al primer ministro han acometido la sexta reforma del Estado federal, al tiempo que reiteró su petición, hecha también el sábado durante su discurso a la nación, de "mantener la cohesión del estado federal".
"Bélgica se moderniza y me congratulo", dijo el monarca saliente, que también saludó el papel de las asambleas parlamentarias, sin las que -dijo- "no hay democracia digna de ese nombre", y añadió: "Lo mismo digo sobre la libertad de prensa, que hay que cuidar a todo precio".
De nuevo reiteró la vocación europeísta de Bélgica, al señalar a sus conciudadanos uno de los símbolos oficiales de la Unión Europea (UE), que es el lema de "unidad en la diversidad", válido para los belgas y para los europeos.
Rey Felipe: “La riqueza de Bélgica es que hace de nuestra diversidad una fuerza”
El príncipe heredero es entronizado en una ceremonia austera
Las familias reales extranjeras no están invitadas a los actos, el mismo día de la fiesta nacional
LUCÍA ABELLÁN
Bruselas 21 JUL 2013 - 17:17 CEST
Alberto II y su hijo Felipe se abrazan durante el acto de abdicación.
Alberto II y su hijo Felipe se abrazan durante el acto de abdicación. DIRK WAEM AFP
Bélgica estrena rey, el hasta ahora príncipe Felipe. Su padre, Alberto II, ha abdicado este domingo a su favor en el transcurso de una ceremonia austera a la que no asisten los miembros de otras monarquías del mundo. Una vez concluido el emotivo discurso en el que Alberto, de 79 años, ha dado el relevo a su hijo, de 53, los nuevos monarcas, Felipe y su esposa, Matilde, se han dirigido al Parlamento belga para asumir el cargo donde reside la soberanía nacional.
En su discurso ante la Cámara, el nuevo monarca ha alabado la diversidad belga: "La riqueza de nuestro país y de nuestro sistema institucional reside especialmente en el hecho de que hacemos de nuestra diversidad una fuerza. Encontramos cada vez el equilibrio entre unidad y diversidad. La fuerza de Bélgica es justamente dar un sentido a nuestra diversidad", informa Europa Press.
Tras una ceremonia de rezos que comenzó a las nueve de la mañana en la catedral de Bruselas, y una vez concluida la abdicación en el elegante Palacio Real bruselense, los nuevos reyes –él con sus galones militares, ella de riguroso blanco- han recorrido el centro de la ciudad en un coche descapotable desde el que saludaban a la población bajo un resplandeciente sol veraniego. El discurso de aceptación del cargo se ha producido en un ambiente mucho más sobrio, el de una modesta –y abarrotada- sala de la Cámara belga.
Alberto II deja hoy su cargo, tras 20 años de reinado, en buena medida por motivos de salud pero también acosado por los escándalos que han azotado al trono belga en los últimos años, y que se han acentuado en los últimos meses. Los problemas fiscales de su cuñada, la reina Fabiola –vestida de fucsia y aplaudida en la ceremonia de coronación- y el convulso episodio en el que la supuesta hija extramatrimonial del hasta ahora monarca le ha reclamado la paternidad en los tribunales han terminado de decidir a Alberto II a abandonar el cargo. El anuncio se produjo a principios de este mismo mes para realizar el relevo hoy, fiesta nacional belga. Las primeras hipótesis apuntaban a que el monarca belga dejaría su cargo en otoño, pero los acontecimientos lo han precipitado.
Frente a los fastos que acompañaron el reciente traspaso del trono en Holanda, donde la reina Beatriz abdicó a favor de su hijo Guillermo, la familia real belga ha preferido que su relevo esté presidido por la austeridad. Poco más de 200 personas participan en la celebración, principalmente los máximos representantes políticos y los embajadores de los países con representación ante Bélgica.
La celebración se prolongará durante todo el día, con un recorrido de los nuevos reyes por la ciudad, que se paraliza para recibir a sus nuevos jefes de Estado. Hace días que de las ventanas de muchos belgas cuelga la bandera nacional y las fiestas proliferan por los diferentes barrios bruselenses. Se trata de un hecho extraño en un país presidido por las luchas fratricidas entre flamencos y valones.
El reto de Felipe consiste en demostrar a la nación que es capaz de tomar el mando en una situación de parálisis como la que se produjo entre 2010 y 2011, cuando el país permaneció año y medio sin Gobierno por la polarización parlamentaria a la que dieron lugar las elecciones federales y la incapacidad de los partidos políticos para alcanzar un acuerdo de Gobierno. Finalmente el francófono Elio di Rupo, líder del Partido Socialista, tomó las riendas e hizo gobernable el país. Di Rupo, protagonista destacado de las celebraciones de hoy, es una de las personas que más lamenta la salida precipitada de Alberto II. Bélgica tendrá nuevas elecciones en mayo de 2014 y muchos temen un escenario político similar al que se planteó hace cuatro años.
La última recomendación como rey de Alberto II hacia su hijo no deja lugar a dudas: “Trabajar sin reposo por la cohesión de Bélgica”. Queda por ver si Felipe, hasta ahora de carácter reservado y con mucho recorrido por delante para reforzar su imagen pública, será capaz de seguir el sabio consejo de su padre.
Bélgica quiere recibir a su monarca en la intimidad
El Gobierno congela la asignación del nuevo monarca, que accederá al trono el próximo día 21
LUCÍA ABELLÁN
Bruselas 9 JUL 2013 - 16:11 CEST
El príncipe Felipe de Bélgica, futuro rey. CORDON
La próxima abdicación del rey Alberto II ha dado la vuelta al mundo, pero Bélgica quiere recibir a su nuevo monarca en la intimidad. La ceremonia de coronación, el próximo 21 de julio, apenas diferirá de otras celebraciones realizadas ese día, fiesta nacional belga. Y la dotación que tendrá la Casa Real bajo a partir de ahora será idéntica a la de Alberto II, con la diferencia de que pagará IVA, con lo que la partida neta será inferior. La austeridad condiciona el relevo en el trono belga.
El Gobierno, en plena negociación de un presupuesto restrictivo para el país, no ha querido sobrepasar la partida prevista para la celebración del día nacional. Y por ello pretende festejarla casi como si no hubiese sucesión. Salvo cambios posteriores, de momento eso implica que no asistirán al acto otras realezas, solo los embajadores de todos los Estados con representación en Bélgica. Desaparece así uno de los principales elementos de glamour de cualquier ceremonia de coronación: la presencia de sus pares en otros países.
Alberto II traspasará a sus 79 años el trono a su hijo Felipe, de 53. Tras 20 años de reinado, el monarca alega motivos de salud para pasar el relevo a su primogénito, aunque los escándalos que rodean a la monarquía han acelerado el proceso. Desde que se produjo el anuncio, hace casi una semana, muchos belgas han sacado a sus balcones la bandera nacional, difícil de ver en un país donde la confrontación entre flamencos y valones diluye hasta el extremo la sensación de pertenencia a Bélgica.
La prensa belga ha publicado hoy que el nuevo monarca recibirá la misma asignación anual que mantenía su padre: 11,5 millones de euros. El gabinete del primer ministro, Elio di Rupo, tomó ayer esa decisión en un comité ministerial restringido. El pago de impuestos al que a partir de ahora tendrá que hacer esa cantidad (IVA y otros tributos) supondrá una reducción de entre el 7% y el 8%.
La fiesta nacional del próximo 21 de julio comenzará con el himno cristiano Te Deum en la catedral de Bruselas. Después Alberto II firmará la abdicación y sobre el mediodía Felipe jurará el cargo ante el Parlamento. La jornada seguirá, como es habitual, con un desfile militar. A continuación, Felipe y su esposa Magdalena saludarán desde su balcón, ya como nuevos monarcas.
Una de las novedades del jefe de Estado belga será su nombre. Porque el paso de príncipe a rey comportará la desaparición del nombre en flamenco, uno de los dos idiomas oficiales de Bélgica. Hasta ahora Felipe era designado Filip o Philippe, según se refiriesen a él en lengua neerlandesa o francesa. En el momento en que sea rey, pasará a llamarse simplemente Philippe porque es el nombre que figura en su partida de nacimiento. La cuestión puede resultar controvertida en un país donde el partido más votado es el nacionalista flamenco N-VA y las cuestiones lingüísticas resultan muy sensibles para la población.
Lo hará el próximo 21 de julio
El Rey de los belgas, Alberto II, abdica debido a su edad y su estado de salud
El rey Alberto II (izda.) y su hijo Felipe, en Bruselas. | AfpEl rey Alberto II (izda.) y su hijo Felipe, en Bruselas. | Afp
Se ha dirigido a la nación en un discurso televisado
'Constato que el príncipe Felipe está bien preparado', ha asegurado
El 30% de los belgas no cree que Felipe esté preparado para reinar
Javier Gallego (Corresponsal) | Bruselas
Actualizado miércoles 03/07/2013 20:50 horas
El rey de los belgas, Alberto II, de 79 años, se ha dirigido a la nación en un discurso televisado en el que ha anunciado que abdica en su hijo Felipe de Brabante, el próximo 21 de julio. Los rumores de una retirada prematura del trono han sido constantes desde hace tiempo, pero sonaban con más fuerza en las últimas semanas coincidiendo con la celebración de su 20º aniversario como monarca.
Alberto II ha justificado su decisión por motivos de edad y su delicado estado de salud. "Ésta es una señal de respeto a la institución y a vosotros, queridos compatriotas. Después de 20 años, es el momento de pasar la antorcha a la próxima generación", ha dicho en un discurso de unos tres minutos que ha pronunciado apoyándose en unas notas que sujetaba con la mano. "Mi edad y mi estado de salud no me permiten seguir", ha dicho.
Ha recordado que su estado de salud no le permite desempeñar sus responsabilidades como es debido y ha defendido que tanto su hijo como la futura reina consorte, Matilde, "están preparados para asumir el trono". También ha defendido la institución y "el rol del Rey de los belgas", cuya responsabilidad, ha dicho, "es estar al servicio de la democracia y de sus ciudadanos".
Alberto II pasa el testigo a su hijo en un momento en que el país goza de una estabilidad institucional impensable hace dos años. Elio di Rupo, el político en el que confió Alberto II para formar un Gobierno estable, ha logrado crear un Ejecutivo cohesionado y reformista cuyo mandato expira el año que viene. Y de nuevo la figura del monarca volverá a ser determinante en la difícil tarea de formar una coalición estable entre partidos valones y flamencos.
En Bélgica la división geográfica, lingüística y socioeconómica es tal que se requiere de una figura institucional sólida capaz de garantizar la integridad del territorio. El problema es que el Príncipe Felipe quizás no reúna esas características, según una reciente encuesta que refleja que el 30% de la población cree que aún no está listo para reinar.
De hecho, aunque la Constitución belga no contempla el derecho de abdicación si estipula que cuando un nuevo Rey ocupa el trono, el Gobierno debe presentar su renuncia como señal de respeto. El nuevo monarca, apuntan los expertos, tendrá que rechazar esa renuncia para que Di Rupo y su gabinete puedan aprobar las cruciales normas que restan antes de que acabe la legislatura, entre ellas la reforma institucional que adelgazara considerablemente el tamaño y la dotación presupuestaria de la Casa Real.
Preparativos para el nuevo Rey
Elio Di Rupo expresó su "respeto y comprensión" por la decisión del rey Alberto II de abdicación y le agradeció su servicio al país durante los 20 años en el trono. En una alocución a los belgas, el político destacó la "valentía" y la "clara vocación" del rey al servicio del país, así como por el "entusiasmo, empatía, humor e inteligencia" que ha demostrado durante su reinado, según informa la agencia EFE.
Di Rupo, que se dirigió a los belgas en neerlandés y en francés, anunció que el Gobierno federal comenzará mañana los preparativos para el acceso al trono del príncipe Felipe el próximo 21 de julio, día en que abdicará el rey Alberto. "El Gobierno comenzará mañana los preparativos para el acceso al trono del 21 de julio. Espero que ese día, el de nuestra fiesta nacional, sea un momento de orgullo para el conjunto de los ciudadanos", dijo el primer ministro belga.
El jefe del Gobierno belga señaló también que el relevo generacional en la Corona se producirá en circunstancias diferentes a las de un fallecimiento, como ocurrió el 31 de julio de 1993 cuando Alberto de Bélgica sucedió a su hermano, el rey Balduino. Agregó que el sucesor de la corona se ha preparado para el cambio "con mucha seriedad y un gran sentido de la responsabilidad hacia su futura función. Ha mostrado en numerosas ocasiones cuánto ama a Bélgica. El príncipe tiene la voluntad de servir bien a nuestro país. Contará con el apoyo del Gobierno"
Escándalos familiares
La Familia Real belga se ha enfrentado a lo largo del último año a un escándalo tras otro. La reina Fabiola, viuda de Balduino, fue protagonista de una fuerte polémica en el país tras descubrirse que había creado una fundación para evadir el pago de impuestos del dinero que dejará a sus herederos. Unos meses antes un reportaje en televisión mostraba a uno de los hijos de Alberto II y Paola, Lorenzo, como un maltratador que apenas se habla con su mujer. También un reciente libro sobre la Familia Real sacó a la luz que el heredero, Felipe de Brabante, no se casó por amor y que en realidad es homosexual y ha mantenido una intensa relación con el conde Thomas de Marchant.
El último escándalo ha surgido recientemente, después de que la artista Delphine Boë haya acudido a la Justicia belga para reclamar una prueba de ADN de Alberto II que confirme que es realmente su padre. De momento, tras una vista inicial, el juez retomará el caso el 3 de septiembre.
Alberto II ocupó el trono tras la muerte sin descendencia de su hermano mayor, el rey Balduino. Casado con la Reina Paola y con tres hijos, Alberto II ha jugado un papel clave en el desarrollo político del país durante las últimas dos décadas. A él le corresponde gran parte del mérito para que Bélgica lograra formar un Gobierno estable después de casi dos años sin acuerdo entre la mayoría de las formaciones políticas.

