Reyes sin trono

Lista de 'tronistas' sin corona en Europa

EDUARDO VERBO Actualizado: 25/04/2015

Algunos, como Manuel Filiberto de Saboya, son carne de 'reality' italiano; otros, como Luis Alfonso de Borbón, siguen presidiendo ritos religiosos en honor a sus antepasados. LOC recuerda el destino de herederos y reyes europeos destronados que no pierden la esperanza de volver a lucir el cetro y la corona.

Luis Alfonso de Borbón (40), bisnieto de Franco y de Alfonso XIII, sigue empeñado en reivindicarse como futuro rey de Francia, a pesar de que la aceptación de la monarquía en el país es muy escasa. "Sé que no es un camino fácil, pero también trabajo por mis hijos", suele decir el eterno aspirante que, a la vista está, no pierde la esperanza de sentarse algún día en el trono. Cada año, el primo de Felipe VI preside junto a su esposa, Margarita Vargas, la Santa Misa que se celebra en el Palacio Nacional de los Inválidos, en París, para honrar al rey Luis XIV, su antepasado. Y cada año repite, incansable, que está al servicio de los franceses, quienes no le hacen mucho caso. Su inquebrantable fe en un destino demasiado optimista con él, auspiciado por los pocos legitimistas, le ha llevado a bautizar a sus hijos mellizos en el Vaticano. Y, por si acaso, su esposa ha estado estudiando francés desde su boda. Mientras llega el esperado momento, trabaja en la banca venezolana.


Margarita de Rumanía (66), primogénita del Rey Miguel, está cada vez más cerca del trono. De todos los herederos de monarcas destronados es la que más posibilidades reales tiene de coronarse. La aceptación de la realeza en el país balcánico es de más del 50 % y su actual primer ministro, Víctor Ponta, podría someter la cuestión a referéndum. Una probabilidad que esta princesa, sobrina de la Reina Sofía, ha encajado con ilusión en su castillo neorrenacentista de Peles, cerca de Transilvania. Su padre, Miguel de Rumanía, siempre ha gozado de muy buena prensa y conserva muchos defensores allí, desde que en 1947 le hicieran abdicar los comunistas. La posible nueva reina rumana nació en Lausana y estudió Derecho Internacional, Ciencias Políticas y Sociología en la Universidad de Edimburgo. Una mujer preparada y sensible a los problemas de la sociedad rumana, tan acostumbrada al exilio continuo. Como ella, que pisó su país por primera vez en el año 1990.



El ex rey Constantino de Grecia (74) ha logrado que buena parte de los ciudadanos helenos suavicen en sus memorias su gestión durante el golpe de Estado, que le terminó costando el trono hace más de 30 años. Ahora, el hermano de la reina Sofía ha vuelto a su país natal para quedarse. Vive junto a su esposa en una impresionante mansión en el Peloponeso, donde sigue acariciando su gran ilusión: una vuelta al pasado. Pero el país no parece decidido a darle una nueva oportunidad. Consciente de ello, recientemente ha apoyado sin reservas a Alexis Tsipras. Por si el milagro sucediera, Constantino delegaría en sus hijos. Aunque el más activista políticamente es Nicolás, quien también reside actualmente en Grecia, el heredero al inexistente trono heleno (tienen página web y secretarios personales) es Pablo. Casado con Marie Chantal Miller, vive en Londres, pero viaja a menudo a Grecia. Utiliza su condición para moverse con soltura por los círculos de sociedad británicos y frecuenta hasta a la misma reina Isabel I.

María Vladímirovna Romanova (61) vive en Madrid, pero lo que más desea en el mundo es volver a Rusia. Como zarina, claro. "Es posible reinstaurar la institución", insiste en cuanto tiene ocasión. Conocida popularmente como la Gran Duquesa, esta mujer, nacida en España pero de usos y costumbres rusos, dice ser la jefa de la casa imperial de los Romanov, ya que es tataranieta de Alejandro II de Rusia, el antepenúltimo emperador. María defiende con vehemencia sus supuestos derechos dinásticos sobre un virtual trono ruso que no le ha impedido enfrentarse a su primo Nicolás R. Romanov. Amiga de Vladímir Putin, consiguió en 2009 que el Tribunal Supremo ruso rehabilitara al zar Nicolás II, a su esposa, la zarina Alejandra, y a sus cinco hijos, asesinados por los bolcheviques. Desde 2002 tiene su propia cancillería y, cada vez que viaja a Rusia, es recibida por una lacónica agrupación de cortesanos que apoyan su determinación en la vida: regresar a sus añorados orígenes, pero a lo grande, como Emperatriz y Autócrata de Todas las Rusias.


Manuel Filiberto de Saboya, hijo de Víctor Manuel de Saboya, es, además del heredero italiano por excelencia, carne de reality en el país en el que reinaría en un futuro si la monarquía no hubiese desaparecido. Ha pasado por todos los formatos: Supervivientes, Mira quién baila... y, por si fuera poco, también canta (participó sin mucha suerte en el Festival de San Remo). Nieto del último rey de Italia, mantiene el título de príncipe de Piamonte. Sus padres siguen siendo invitados a los grandes cónclaves de la realeza europea. Como la boda de los actuales Reyes de España, los entonces Príncipes de Asturias, en 2004. Entonces, su polémico progenitor, que estuvo incluso en la cárcel, se enzarzó en una pelea a bofetones en plena recepción en el palacio del Pardo con su primo Amadeo de Aosta, quien reclama el trono, ya que alega que Víctor Manuel perdió su derecho al casarse con una plebeya, Marina Doria. Líos de palacio.


Alejandro Karadjordjevic, de 69 años, volvió a la actualidad en 2013. Su padre, el último rey de Yugoslavia, Pedro II Karadjordjevic, recibía sepultura en el mausoleo de la familia real en Oplenac, en Serbia, donde, después de 72 años de exilio real, un 40% de los ciudadanos decía que apoyaba la restauración de la monarquía. Han pasado dos años y parece que las encuestas se mantienen igual: respaldan a la institución y no les importaría una restauración. Se trataría de todo un sueño cumplido para el sexagenario príncipe Alejandro, único hijo de Pedro II, nacido en Londres en 1945, quien retornó a Serbia en 2000, tras la caída del líder autoritario Slobodan Milosevic, derrotado por la oposición democrática. Alejandro estuvo casado en primeras nupcias con María de la Esperanza de Borbón-Dos Sicilias, la actual esposa del duque de Segorbe, ex cuñado de Naty Abascal, con la que tuvo tres hijos.

Tiene 33 años, trabaja como funcionario en el ministerio de Interior de Albania... y es heredero del trono del país balcánico. Leka Anwar Zog Reza Baudouin Msiziwe Zogu es Leka II en el jergal regio. Su abuelo Zogu fue el único Rey que tuvo la efímera monarquía albanesa. El padre de Leka II, Leka I, ya fallecido, tuvo que huir de Albania con dos días de vida en brazos de su madre, la condesa Géraldine Apponyi de Nagyappony, debido a la invasión italiana de Mussolini. Ya de mayor, el progenitor de Leka II recaló en Madrid, donde conoció a la australiana Susan Cullen-Ward. Se casaron en los salones de bodas José Luis en la localidad de Illescas, Toledo. Luego tuvieron a su único hijo. Ahora, el príncipe heredero se ha propuesto mantener viva la memoria de su abuelo y de su padre, reconocido contrabandista de armas. Está comprometido con la artista Elia Zaharia y habla albanés, inglés, italiano... y zulú. Y su mayor ilusión, como la de los otros royals de esta lista, es volver a escuchar salvas de honor en su nombre. Lo tiene un poco difícil, aunque de ilusión también se vive.

Georg Friedrich (Jorge Federico), príncipe de Prusia y tataranieto del último emperador de Alemania, Guillermo II, es el heredero al trono imperial germano. En verdad, lo sería si la monarquía siguiera existiendo, porque desde 1918, hace más de 90 años, la institución fue abolida. A pesar de ello, en 2011, Friedrich se casó con su novia Sophie con la pompa y el boato de las nupcias regias. Una boda ante más de 700 personas en el complejo palaciego de Sanssouci en Potsdam, junto a Berlín, donde algunos de los asistentes ondeaban pequeñas banderas prusianas. Eso sí, el enlace contó con poca presencia de la nobleza alemana, cada vez más defenestrada. Los Sayn-Wittgenstein o la casa de Thurn y Taxis son los únicos supervivientes de una clase que, en pleno naufragio, tiene en el príncipe Georg Friedrich todo un líder dispuesto a reinstaurar el trono y las dignidades perdidas. En Alemania, algunos ni le conocen.


El trono de Georgia tiene un español en la parrilla de salida. Su nombre: David de Bagration y de Mujrani (38), hijo de Jorge de Bagration, conocido por su carrera como piloto de rallys. La dinastía de los Bagration, que según la leyenda descienden del bíblico rey David, oficialmente data de 1008, siendo su fundador el rey Bagrat III. En el siglo XIX, tras la anexión de Georgia, los integrantes de la Casa Real fueron trasladados por la fuerza a Rusia, donde en 1841 se les declaró miembros de la antigua familia real de Georgia. Sus aspiraciones son tan reales que el joven se casó el 8 de febrero de 2009 como un auténtico rey con Anna Mujraneli, representante de la rama de la familia imperial de los Bagration, enfrentados entre sí. La boda tuvo lugar en Mtsjeta, antigua capital de este país caucásico, a unos 19 kilómetros al oeste de Tiflis. Parecía que era una unión dinástica completa, pero no. En 2011, con un hijo en común, decidieron separarse. David Bagration sigue con su sueño, pero en solitario.

Carlos de Habsburgo-Lorena (54), nieto del último emperador de Austria, todavía recibe la distinción de Alteza Real por parte de algunos monárquicos. "No es cierto que mi familia sea culpable de la I Guerra Mundial", declara habitualmente en las entrevistas que concede intentando cambiar la opinión de aquellos que dibujan a los Habsburgo como responsables de aquel desastre. Carlos es el sexto de los siete hijos que Otto de Habsburgo tuvo con la princesa Regina de Sajonia-Meiningen. Como su padre, quien fuera jefe de la Casa Imperial de Austria tras la muerte del emperador Carlos I, se dedica a la política. En 1996 fue elegido diputado del Parlamento europeo por el Partido Popular de Austria. Además, es presidente fundador de la organización Paneuropa y también preside el Comité Internacional de los Escudos Azules, que lucha para evitar el expolio de bienes culturales en zonas en guerra. Lleva con orgullo unos blasones que sabe que no tendrá ocasión de lucir institucionalmente. Pero se conforma.

Don Duarte Pío, duque de Braganza, es el último eslabón del linaje de los reyes de Portugal, fundado en el siglo XII por Alfonso Henríquez. Tiene 69 años, pero suficiente fuerza para dejar volar la imaginación en un país donde la república está más que bien agarrada. El rey lo discute y sostiene que le apoya el 30 % de la población lusa. Muchos pensaban que sus ilusiones se desvanecerían al morir, sin descendencia y soltero. Pero Duarte le echó un pulso al mal agüero y se casó con 50 años con Isabel Inés de Castro Curvelo de Herédia. Actualmente, tienen tres hijos y el mayor de ellos, Alfonso de Santa María de Braganza, de 18 años, ya sabe la responsabilidad con la que le tocará vivir. Entre los actos en los que los Braganza se reafirman como legítimos herederos está la fiesta benéfica de la Orden de Malta que preside y que tiene lugar cada año en el castillo de Viñuelas, la fortificación del siglo XVIII que sirvió de refugio temporal para el dictador Francisco Franco antes de instalarse en El Pardo.

Tras la muerte de su padre hace unas semanas, Boris, el primogénito del príncipe Kardam de Bulgaria, que en octubre cumplirá 18 años, se ha convertido en el heredero de los derechos dinásticos de su abuelo, el Rey Simeón. Su nombre está vinculado a la historia del país, porque se lo pusieron en honor a Boris III de Bulgaria, su bisabuelo y penúltimo rey de Bulgaria. Y, como tal, si algún día se restaura la monarquía (no parece muy probable), él se convertiría en el zar Boris IV de Bulgaria. Pero, mientras, el futuro príncipe de Tírnovo hace su vida como un adolescente cualquiera. Estudia en el Liceo Europeo de la capital, es hincha del Real Madrid y además es políglota: habla francés, inglés y algo de búlgaro, que siempre pone en práctica cuando viaja allí. Por si fuera poco, Boris sabe de lo que va la vida: a muy pronta edad vivió el accidente de sus padres. Es "maduro", como le definen sus amigos, y "consciente" de la familia en la que ha nacido. Y eso que no tiene ni 18 todavía.


El exilio de las monarquías árabes
La caída de dictaduras en el mundo islámico abre una vía para la restauración de dinastías refugiadasen Occidente
FRANCISCO DE ANDRÉS
Día 05/03/2011
MARCELLINO RADOGNA

Una ola jacobina se extiende desde comienzos de año por el norte de África y por Oriente Próximo, aunque esta vez no son pelucas empolvadas las primeras víctimas del furor popular. Son democracias aparentes, repúblicas formales, las que primero han caído en Túnez y en Egipto como fruto de una revuelta espontánea, contagiosa, que amenaza con tumbar a otras dictaduras. Las monarquías reinantes árabes con ribetes teocráticos también están en el punto de mira. Por el contrario, algunas casas reales, en particular las que llevan décadas en el exilio de Occidente, podrían verse favorecidas por el nuevo ciclo histórico que se abre en la región.

¿Qué modelo acabarán eligiendo los tunecinos, los egipcios o los libios, si triunfa la revuelta contra Gadafi? La república democrática es, en principio, la favorita en la pasarela. Pero la idiosincrasia del pueblo árabe podría hacer en algunos casos más atractiva la restauración de Coronas históricas.

El pronóstico parte de un hecho probado. Las monarquías árabes están soportando mucho mejor el rigor revolucionario que las dictaduras disfrazadas de república. Tienen un aura de legitimidad que impone el respeto en la población, aunque el carácter teocrático de muchas monarquías les lleva a acentuar el absolutismo. Tres de las ocho monarquías reinantes en la región se salvan de los excesos gracias al protagonismo de sus reinas en favor de los derechos humanos en general, y en particular por la defensa de la mujer en sociedades marcadamente machistas. Son la jordana, de las Reinas Rania y Noor, la marroquí de la Reina Lalla, y la qatarí de la jequesa Mozar.

La batalla contra el tirano
Mientras las calles libran la batalla contra el tirano, en el banquillo calientan desde hace semanas las casas reales condenadas al exilio en al menos cinco países: Libia, Egipto, Irak, Irán y Afganistán. En medio del desconcierto que reina en torno al futuro de Gadafi, e incluso sobre la identidad misma de los rebeldes, los descendientes del Rey Idris I de Libia —primero y último de la casa reinante— mueven ficha en el extranjero. El más activo es un sobrino-nieto del rey destronado, que murió en el exilio egipcio sin dejar descendencia. Mohamed al Senussi, que reside en Londres, es el que tiene más cartas legítimas para reclamar el Trono.

Un primo suyo, Idris al Senussi, que vive a caballo entre Washington y Roma, también aspira a la Corona. Los dos se han declarado estos días dispuestos a regresar a Libia «para hacer una contribución al país una vez que haya empezado el cambio».

Idris lleva en el candelero desde los años 90, cuando se dijo que contaba con 400 soldados de elite formados por la CIA para dar un golpe contra Gadafi. Casado con Ana María Quiñones, una mujer de buena familia natural de León, el historial aventurero de Idris —que perdió una batalla legal en el Reino Unido en pos del título de heredero, y supuestamente fue cortejado por Gadafi para ser primer ministro— le quita posibilidades frente a su primo Mohamed.

Los dos nietos de Idris I tienen en la mente el caso del Rey Simeón de Bulgaria, y saben que el modelo monárquico constitucional cuenta, de entrada, con un gran valor añadido. En un país como Libia con poco espíritu nacional, con una región —la Cirenaica— tentada con separarse y llevarse consigo la mayor parte de los yacimientos de petróleo, y con una fuerte mentalidad tribal, la restauración de la Corona sería una garantía de cohesión y supervivencia.

Del «fararón» al Rey
En Egipto, el prestigio de la Monarquía ha sido redorado gracias al culebrón televisivo producido y emitido con gran éxito en 2007 con el título de «El Rey Faruk». La serie muestra a un monarca, como cuentan las leyendas de la época, inexperto cuando llegó al Trono con 17 años, libertino y cleptómano, pero también simpático y sensible a las necesidades del pueblo. El Parlamento y la vida política de Egipto aparecen, por su parte, llenos de vibración y de pujanza. Todo un espejismo para un público narcotizado por cuatro décadas de Mubarak.

Descendiente de Mahoma
Poco antes del golpe de Estado encabezado por Nasser el 23 de julio de 1952, el Rey Faruk se proclamó oficialmente descendiente de Mahoma. El monarca partió al exilio, primero en Italia y después en Mónaco. Sus bienes fueron confiscados un año más tarde con la proclamación de la república. Pero Faruk conservó una gran fortuna, que le permitió seguir llevando una vida de lujo y casarse, por tercera vez, con una cantante de ópera italiana. El rey murió en Roma en 1965 durante una cena cuando apenas había cumplido los 45 años.

Hosni Mubarak permitió en abril de 2010 la visita a Egipto de su hijo y príncipe heredero, Fuad, e incluso le dispensó ciertos honores de Estado. El dictador egipcio pensaba que alguien educado en el extranjero y torpe al expresarse en árabe no podía ser peligroso para su régimen. La Corona egipcia en el exilio no tenía, ciertamente, ninguna posibilidad de promover la insurrección desde fuera. Pero está ya en condiciones de jugar un papel en la nueva etapa de transición.

Más difícil lo tiene el heredero de la Corona de Irak y Siria, el Príncipe Raad bin Zeid, nacido en Berlín en 1936. La Casa Real jordana le concede el título de Majestad Real por su condición de hijo del Príncipe Zeid de la Casa hachemí y su parentesco con el último Rey de Irak, Faisal II. Casado con una sueca, con la que tiene cuatro hijos varones y una mujer, el Príncipe Raad encabeza la Casa Real pero en sus aspiraciones al trono de Irak tiene como contendiente al Sharif Ali Bin al-Hussein, líder del movimiento Monarquía Constitucional Iraquí.

El prestigio del Rey Zahir
Tanto Irak como Afganistán estrenan modelos republicanos y formalmente demócratas, tutelados por Estados Unidos, en un contexto todavía bélico. Pero, especialmente en el caso afgano, el prestigio del Rey Zahir —muerto en 2007, por lo que la sucesión al Trono recae ahora en su hijo mayor, Ahmad Sha— constituye una alternativa atractiva si el experimento «a la occidental» fracasa.

La Casa Real iraní, por su parte, mantiene encendida, desde su exilio en Estados Unidos y Europa, la llama de una restauración de una monarquía constitucional frente al régimen represivo del clero chií. El heredero de la Corona Pahlevi, el Príncipe Reza, es junto con su madre, Farah Diba, símbolo de las esperanzas de centenares de miles de iraníes en el exilio.


Monarquías en el exilio
Reyes y herederos han reorientado su vocación de servicio a la política. Otros son brillantes profesionales
ALMUDENA MARTÍNEZ - FORNÉS
Día 15/01/2011 - 09.59h
ABC

Hace un siglo las Repúblicas de Francia, Suiza y San Marino eran la excepción en una Europa de Monarquías hasta que las dos Guerras Mundiales, el comunismo y un proceso revolucionario (el de Portugal en 1910) enviaron al exilio a una decena de Familias Reales, sin escuchar la voz del pueblo. La única excepción fue la de Italia, donde la Monarquía fue abolida en referéndum en 1947. Las primeras décadas fueron terriblemente dolorosas para las Familias Reales, pues al derrocamiento se sumaba en muchos casos el espectáculo trágico que ofrecían sus países sometidos a regímenes totalitarios.

Tras años de prohibiciones, hoy muchas han vuelto a lo que fueron sus Reinos y han recuperado sus antiguas propiedades. Para ello, a veces, han tenido que pagar el alto precio de tener que renunciar a sus derechos dinásticos. Salvo alguna vergonzosa excepción (Italia y Albania), la mayoría de las Familias Reales han vivido con una gran dignidad. Muchos de sus miembros sueñan —soñaban— con hacer en sus países lo mismo que ha hecho Don Juan Carlos en España. Otros han muerto mientras esperaban la llamada de su pueblo y la mayoría han reconducido su vocación de servicio hacia la política o han desarrollado brillantes carreras profesionales. Así es su vida en la actualidad.

El ejemplo más cercano para los españoles es el de la Familia Real de Bulgaria. Hace sesenta años que el Rey Simeón se instaló en nuestro país, donde se casó con la aristócrata Margarita Gómez-Acebo, Reina de los Búlgaros desde su boda, y donde nacieron y crecieron sus cinco hijos, muy unidos a la Familia Real española. Para sacarlos adelante, hasta que pudo hacer uso de la herencia familiar, trabajó como hombre de negocios bajo el nombre de Simeón Rylski. Hace diez años Simeón se convirtió en el primer y único Rey que regresaba a su país como primer ministro y Don Juan Carlos, en una muestra más de su amistad, le concedió el Toisón de Oro. Cuatro años después su partido perdió las elecciones, pero él sigue gozando de gran influencia en su tierra.

Una estricta formación

«Sus hijos recibieron una estricta formación, estrechamente marcada por su padre, quien quería hacer de ellos profesionales de éxito aunque fuese a costa de que no se llenasen la cabeza de aspiraciones dinásticas», relata el periodista Ramón Pérez-Maura en su libro «Simeón de Bulgaria. El Rey posible». Y lo consiguió: Kardam, el primogénito, Príncipe de Tirnovo, casado con Miriam Ungría, se hizo economista. Kyril, Príncipe de Preslav, separado de Rosario Nadal, estudió Física pero optó por el mundo de la banca. Kubrat, Príncipe de Panagyurishte, casado con Carla Royo-Villanova, es cirujano, y Konstantin, Príncipe de Vidin, casado con María García de la Rasilla, también ha hecho carrera en la Banca. Todos los hermanos viven en Madrid, excepto Kyril, que reside en Londres, y Kalina, la menor, Princesa de Bulgaria, que ha preferido llevar una vida menos convencional. Casada con el aventurero Kitín Muñoz, reside en Marruecos.

Pero todo cambió en la vida de esta familia en el verano de 2008 cuando Kardam y su mujer sufrieron un accidente de tráfico que ocasionó unas lesiones cerebrales tan graves al primogénito que aún hoy le mantienen postrado en la cama y con pocos signos de comunicación con el exterior. Una dolorosa prueba que ha sacado lo mejor de cada uno de los miembros de esta familia y, sobre todo, de su mujer, que ha sorprendido a todos porque, dicen, «ha dado más de lo que nadie podría esperar».

Otra Familia Real muy próxima a los españoles es la de Grecia, que partió al exilio en 1967, tras un contragolpe fallido contra los militares. El hermano de Doña Sofía, el Rey Constantino, y su mujer, la Reina Ana María, nacida Princesa de Dinamarca, residen en Londres, en una preciosa casa situada en el barrio de Hampstead, mientras que su hermana, la Princesa Irene, vive discretamente en Madrid, en el recinto del Palacio de La Zarzuela, y su sobrina Alexia, casada con el arquitecto canario Carlos Morales, en Lanzarote.

Viajar con libertad

Después de muchas dificultades y litigios, la Familia Real griega —excepto Doña Sofía— fue indemnizada en 2002 por la expropiación de algunas de sus propiedades en Grecia, país al que pudo regresar, por primera vez y sólo durante unas horas, en 1981 para enterrar a la Reina Federica. Ahora Constantino y su familia viajan a Grecia con libertad. El Rey no tiene casa en Atenas, pero se está construyendo una residencia de verano en Costa, frente a la isla de Spetses.

También vive en Londres el mayor de sus hijos varones, Pablo, el Heredero, casado con Marie-Chantall Miller, hija de un millonario estadounidense. La pareja tiene cinco hijos. Pablo recibió formación militar en la prestigiosa Sandhurst y académica en la Universidad de Georgetown, donde fue compañero del Príncipe de Asturias. En la actualidad trabaja como gestor de fondos de inversión y su mujer tiene tiendas de ropa infantil que ella misma diseña.

Nicolás, que se casó el pasado verano en Grecia con la venezolana Tatiana Blatnik, ha trabajado en la Fox News y en la Banca, pero ahora trabaja en la oficina privada de su padre, mientras que su hermana Theodora, trata de abrirse paso como actriz.

La actual jefa de la Casa Imperial de Rusia, la Gran Duquesa María Vladimirovna, también vive en Madrid, donde nació en 1953. Es hija del Gran Duque Vladimiro Romanov, sobrino del Zar Nicolás II y único descendiente directo de la Familia Imperial, brutalmente asesinada por los bolcheviques en 1918. Se casó en 1976 con el Príncipe Francisco Guillermo de Prusia, del que se divorció en 1985. Fruto de ese matrimonio es Jorge Mijáilovich Románov, el Heredero, que tiene 29 años y nació en Madrid, aunque vive en Bruselas, donde trabaja. Viaja con frecuencia a Rusia. Está soltero y todo apunta que se casará con una Princesa para que nadie ponga en duda su legitimidad como Heredero.

En Lequeitio (Vizcaya) hay un hotel, el «Emperatriz Zita», construido donde se encontraba el palacete que Alfonso XIII cedió para su exilio a la Familia Imperial de Austrohungría. Allí creció el primogénito del último Emperador, el Archiduque Otto de Habsburgo-Lorena, que acaba de cumplir 98 años y en el año 2000 renunció a sus derechos a favor de su hijo Carlos, casado con una hija del barón Thyssen. Otto supo reconducir su genética vocación de servicio hacia la política y también como periodista y escritor. Reside en «Villa Austria» en Baviera.

Hace 60 años que se abolió la ley que impedía a la Familia Real francesa regresar a su tierra y terminaron los nacimientos en el exilio. De hecho, el actual Conde de París, jefe de la Casa de Orleans, y cuatro de sus hermanos nacieron en Bélgica, dos en Rabat, uno en Larache, otra en Pamplona y uno en Sintra. Su Heredero, Jean de Orleans, Príncipe de Francia y Duque de Vendôme, nació en París en 1965. Licenciado en Filosofía y Derecho por la Universidad de la Sorbona, y con un MBA en Los Ángeles, ha trabajado en el sector financiero, aunque ahora dedica toda su actividad a la fundación familiar y a administrar los bienes —entre ellos, bosques— que su abuelo, el Conde de París, le dejó directamente a él en herencia. Su abuelo aún soñó, al terminar la II Guerra Mundial, con restaurar la Monarquía en Francia. Hace dos años, Jean de Orleans se casó con Filomena Tornos, nieta de Juan Tornos, diplomático español que estuvo al servicio de Don Juan en Estoril. La boda se celebró en la catedral Nôtre Dame de Senlis, cuna de la dinastía de los Capetos. La pareja tiene un hijo, Gaston. Los derechos al Trono de Francia también son reclamados por Luis Alfonso de Borbón.

Escándalos de los Saboya

Caso aparte es el del Rey Leka de Albania. Tras exiliarse en España, se refugió en Rodhesia, acusado de tráfico de armas, y en 1997 regresó para «salvar y reconstruir» su país, en el que ahora reside. Pero los escándalos más sonoros son los que ha protagonizado el Príncipe Víctor Manuel de Saboya, hijo del último Rey de Italia, que ha llegado a ser arrestado acusado de corrupción, de explotación de prostitutas, de relaciones con la mafia... pero, al final, ha sido absuelto. En la boda de los Príncipes de Asturias llegó a asestar un puñetazo a su primo, Amadeo de Aosta, ante la consternación de sus anfitriones. Su hijo, Filiberto, tiene un máster en frivolidad, ganado a pulso cuando participó en la versión italiana de «Mira quién baila» o en el Festival de San Remo.

El único Jefe de Estado superviviente de la Segunda Guerra Mundial es Miguel de Rumanía, que fue Rey a los seis años y a los diecinueve. Cuando los comunistas le obligaron a abdicar a punta de pistola, se exiló primero en Inglaterra y luego en Suiza. Se casó en Grecia con la Princesa Ana de Borbón-Parma, con la que tuvo cinco hijas, lo que le llevó a abolir la ley Sálica. Desde hace unos años reside en Rumanía, después de recuperar la nacionalidad y antiguas propiedades confiscadas, y de propiciar la democracia y el ingreso de su país en la Alianza Atlántica.

En la habitación de un hotel

Nacido en una habitación del Hotel ClaridgeŽs, de Londres, que Churchill declaró territorio yugoslavo para conservar los derechos dinásticos del bebé, el Príncipe Alejandro de Yugoslavia pisó por primera vez su país en 1991, pero no se instaló en Belgrado hasta que cayó Milósevich y recuperó la nacionalidad y las propiedades familiares. También nació en el exilio, pero en territorio portugués (la Embajada de Lisboa en Suiza) Don Duarte, Duque de Braganza. El Jefe de la Casa Real de Portugal vive desde hace años en Sintra y ha encontrado una fórmula para servir a su país y colaborar institucionalmente con las autoridades de la República.


Después del comunismo, ¿la realeza?
Los ex monarcas vuelven a sus países
VIERNES 26 DE DICIEMBRE DE 2003

BELGRADO, Serbia-Montenegro.- Pasaron décadas en el exilio expulsados por los comunistas y, en gran medida, olvidados en sus propios países.

Ahora, monarcas y aristócratas de países del difunto bloque comunista regresan con la esperanza de recuperar las pasadas glorias de sus familias y también su poder y sus propiedades.

En Albania, Bulgaria, Rumania y la ex Yugoslavia, donde había reyes antes de la Segunda Guerra Mundial, los miembros de familias reales que regresan se presentan como fuerzas favorables a la modernización y la democracia, que pueden fortalecer las perspectivas de ingreso de sus países en la OTAN y en la Unión Europea.

La bienvenida a Miguel de Rumania, en Bucarest, en 1997. Foto: Archivo/Popescu
No es fácil. Algunos de ellos, nacidos y criados en el exilio, apenas si hablan su lengua nativa.

El príncipe heredero de Serbia, Aleksandar II, trabaja duro para sentar las bases de un posible retorno a la monarquía en un país en el que la democracia ha degenerado en parálisis política. "Tiene que haber una explicación de lo que es una monarquía constitucional, de cómo funciona en los países que la tienen", dijo Aleksandar en una entrevista en el Palacio Real de Belgrado, donde la casa de Karadjordjevic reinó intermitentemente desde comienzos del siglo XIX, hasta que los comunistas abolieron la monarquía en 1945.

Aleksandar es hijo de una princesa griega que por entonces vivía en el hotel Claridge, de Londres, y es ahijado de la reina británica, Isabel II; un hombre entrecano y de aspecto jovial, de 58 años, cuya educación incluyó un período en la Academia Militar Culver, en el Estado norteamericano de Indiana.

Frecuente crítico del derrocado presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, ocasionalmente visitó su antiguo reino en la década del 90, pero no volvió definitivamente a Serbia hasta que cayó Milosevic, en 2000.

Figura popular, el príncipe dice que su país debería estudiar la exitosa transición de España de dictadura a democracia en los setenta, durante el reinado de Juan Carlos.

Entre quienes apoyan la restauración de la monarquía se cuenta el patriarca Pavle, jefe de la influyente Iglesia Ortodoxa Serbia. En una carta al príncipe, Pavle dijo que el acto de tiranía sin precedente de los comunistas debería ser revocado.

"Toda la historia del pueblo serbio ha estado ligada a sus soberanos y sus familias", señaló.

Algunos serbios están de acuerdo con Pavle, especialmente después de que no lograron elegir presidente en tres intentos este año, debido a la escasa participación del electorado.

"Cualquier cosa sería mejor que no elegir un presidente", dijo el estudiante universitario Dusan Pavlovic, de 18 años. "Quizá si tuviéramos rey, toda Europa nos respetaría más."

Pero Pavlovic no le ve posibilidades a Aleksandar, que habla un serbio entrecortado y no participó de las devastadoras guerras de los 90 en el país. "No ha vivido aquí y sólo conoce lo que nosotros pasamos por lo que vio en la televisión."

Las que sobreviven

Si bien encuestas de mediados de los 90 mostraban que uno de cada tres serbios respaldaba la idea de restaurar la monarquía, los analistas dicen que hoy el apoyo se ha debilitado mucho.

Las monarquías sobreviven -aunque sin poder real- en Gran Bretaña, España, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suecia, Dinamarca y Noruega. Sus reyes y reinas viven en palacios, tienen casamientos y coronaciones muy concurridas por la nobleza, y en general son muy populares entre sus súbditos, por lo demás democráticos e igualitarios.

El retorno de exiliados a Europa oriental presenta un cuadro diferente. La gente como Aleksandar lleva traje, se abre sola la puerta y en muchos casos maneja sus propios autos. Algunas personas les dicen "Su Alteza", pero esto no es obligatorio.

Las familias reales la han pasado mal en otros países, como en Bulgaria, donde el ex niño rey del país, Simeon Saxcoburggotski, volvió en 2001 luego de décadas de vivir en España, presentó su candidatura a primer ministro y logró hacerse elegir.

Saxcoburggotski, consultor de negocios, conocido por muchos en Bulgaria simplemente como "Simeon" o "el rey" prometió mejorar el terrible nivel de vida de los búlgaros en 800 días. El plazo venció el verano pasado y dejó a muchos de sus ex súbditos desilusionados.

En noviembre, miles de personas marcharon en protesta, llevando una bolsa de monedas, como símbolo de un pasaje de ida para que regrese a España.

"Me siento traicionado por el ex rey. Llegó al poder con inmensas promesas de que habría una rápida mejoría de la vida cotidiana", dijo Angel Angelov, docente de 37 años. "La mayor parte de esas promesas no fueron cumplidas."

En otras partes de la región, los ex monarcas tienen un perfil más bajo. Para muchos, la prioridad es recuperar palacios y otras propiedades que en la mayoría de los casos quedaron abandonadas o están en manos del Estado. Aleksandar de Serbia usa dos palacios familiares, pero un tercero ahora alberga la legislatura de la ciudad de Belgrado.

En Rumania y Albania

El rey Miguel de Rumania, forzado a abdicar por los comunistas en 1947, fue cálidamente recibido cuando volvió a su país por primera vez 50 años más tarde. Aún vive en Suiza y se ha reconciliado con el gobierno, pese a sus demandas no resueltas para recuperar sus propiedades.

El rey Leka Zog I volvió a Albania el año pasado y prometió estabilizar uno de los países más pobres de Europa si se le permitía recuperar el poder.

Pero los albaneses, cuya monarquía fue abolida por el régimen comunista en 1946, dieron un firme "no" por medio de un referéndum en 1997, y parece improbable que vuelvan a colocar a Zog en el trono.

Incluso los aristócratas que lograron recuperar propiedades confiscadas no disfrutaron de una calurosa bienvenida. En la mayoría de los casos tuvieron que luchar mucho para recuperar sus bienes y luego invertir sumas importantes en edificios abandonados durante la era comunista.

En la República Checa, una de las familias aristocráticas más antiguas, los Lobkowicz, han recuperado 15 castillos así como tierras y viñedos. Jiri Lobkowicz, jefe de la rama Melnik de la familia, nació y pasó la mayor parte de su vida en Suiza hasta su regreso, en 1990. Dijo que encontró retratos de familiares muy valorados guardados en chiqueros, algunos con agujeros en los rostros."Hay cierta gente que realmente estuvo feliz de que las antiguas familias volvieran y nos ayudaron", dijo Lobkowicz. "Pero también hay mucha gente que simplemente dijo: `¿Qué están haciendo aquí? Sólo han vuelto para robarnos nuestras piezas de arte´."

Aun así, está feliz de haber regresado. "Ahora soy un Lobkowicz con pasaporte checo, viviendo en la República Checa, en mi propia casa", dijo. "Al fin de cuentas, lo hago porque es mi casa, ligada a mil años de historia de este país."

Traducción: Gabriel Zadunaisky

Por Andrea Dudikova De The Associated Press

Lunes, 18 de junio de 2001 - 16:27 GMT
Los reyes sin trono

Tras su victoria en las elecciones parlamentarias del domingo, Siméon II podría convertirse en el primer monarca depuesto en volver al poder en Europa del Este desde el colapso del comunismo.
Como él, otros reyes en el exilio han regresado a sus países, pero hasta ahora ninguno había conseguido una victoria política.

Éstas son las historias de algunos de los monarcas sin trono.

Leka I de Albania
El único hijo del último rey, Zog I, vive en Sudáfrica desde 1979, pero siempre ha mantenido la esperanza de restaurar la monarquía.
Nacido en abril de 1939, vivió en Albania hasta los tres años, cuando su familia se trasladó, primero a Grecia, después a Francia y finalmente a Gran Bretaña.
En 1997 regresó a la capital albanesa, Tirana, pero sólo permaneció allí unos pocos días, luego de los que fue condenado a cárcel en ausencia por tres años por las manifestaciones ilegales que organizó durante su visita.

Miguel de Rumania
El depuesto rey Miguel reinó por dos períodos: de niño -entre 1927 y 1930- y cuando tenía 19 años -desde 1940 a 1947.
Miguel de Rumania fue obligado a abdicar.
En diciembre de ese año, horas antes de que se declarara la república comunista, fue forzado a abdicar.
Miguel se exilió en Londres en 1948 y fue despojado de la ciudadanía rumana, la que le fue repuesta recién en 1997.
En la actualidad vive en Suiza, desde donde hizo una visita de tres semanas a su país en junio pasado, que estuvo enmarcada por su reconciliación con el ex presidente comunista Ion Iliescu.

Alejandro de Yugoslavia
Nacido en el exilio en Londres en 1945, el príncipe Alejandro fue proscrito por el regimen del mariscal Tito en noviembre de ese mismo año.
En los 70 vivió en Estados Unidos, pero regresó a Londres después de la caída del Muro de Berlín.
En octubre de 2000, tras el derrocamiento del presidente Slobodan Milosevic, viajó a Belgrado, donde fue recibido en el aeropuerto por partidarios de la monarquía.
Sin embargo, en esa oportunidad aclaró que sólo quería contribuir al desarrollo de la democracia en el país.

Nicolás de Montenegro
Nicolás Petrovic nació en julio de 1944 en Francia. De madre francesa, es el heredero de una dinastía que reinó en Montenegro por tres siglos, hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.
Vive y trabaja como arquitecto en París, no tiene planes de restaurar la monarquía y apoya los movimientos independentistas de su país.

Simeón II de Bulgaria
Nacido en junio de 1937, llegó al trono a los 6 años, pero fue obligado a exiliarse cuando los comunistas llegaron al poder en 1946.
Simeón II, el primero en ganar.
Regresó por primera vez a Bulgaria en 1996, después de pasar 50 años en el exilio, la mayor parte del tiempo en España.
Las propiedades que el gobierno comunista había incautado a su familia le fueron devueltas en 1998.
En abril de este año formó la coalición Movimiento Nacional Siméon II para participar en las elecciones parlamentarias.


balcanes-monarquias (crónica) 15-06-2007

Ex monarcas balcánicos no han vuelto al trono pero tienen gran popularidad

Los antiguos monarcas de los Balcanes han logrado establecerse tras la caída del comunismo en sus países, recuperar algunos de sus bienes y, aunque no han podido volver a sus tronos, disfrutan hoy de gran popularidad entre la ciudadanía.

El ex rey Simeón de Bulgaria incluso fue elegido en 2001 primer ministro de su país, mientras que los otros, el pretendiente al trono albanés Leka Zogu, el serbio Aleksandar Karadjordjevic y el ex rey rumano Miguel I, fueron recibidos a su retorno como héroes.

Zogu, instalado en Albania desde 2002 tras pasar 63 de sus 68 años exiliado, vive hoy retirado de la vida política y con problemas de salud en el antiguo Palacio de los Pioneros en Tirana.

Desde su regreso, el hijo único de Ahmet Zogu, autoproclamado rey de Albania entre 1928 y 1939, pasa sus días leyendo libros de su biblioteca privada, que cuenta con unos 10.000 ejemplares.

Aunque su estado de salud es delicado, no para de fumar, una costumbre heredada de su padre, quien, según dicen, consumía unos 250 cigarrillos diarios.

Desde que los comunistas abolieron la monarquía en 1946 la familia real pasó su vida entre Grecia, Inglaterra, Egipto, Francia, España y Sudáfrica.

'Tengo buenos recuerdos del rey Juan Carlos. Era amigo de mi padre desde antes de casarse', asegura a Efe Zogu, quien habla fluido el español por haber vivido en España entre 1962 y 1979.

En Rumanía, Miguel I, el único jefe de Estado del período de la Segunda Guerra Mundial aún con vida, disfruta de un estatus particular y muchos ciudadanos lo tratan de rey, 60 años después de abdicar bajo la amenaza comunista.

El ex monarca, de 85 años, ha recuperado muchas propiedades y vive con su esposa, Ana de Borbón y Parma, en el Palacio Elisabeta de Bucarest.

Tras ser expulsado de su país, vivió varios años en el Reino Unido -su abuela María fue nieta de la reina Victoria- antes de establecerse en Versoix (Suiza).

Allí se ganaba la vida como piloto de pruebas en la industria aeronáutica y luego como operador en la bolsa suiza.

Tras la caída del comunismo, Miguel I volvió a Rumanía en 1992, donde un millón de personas le brindó una acogida triunfal.

Varias ONG evocaron sin éxito la alternativa de una monarquía constitucional frente al bloqueo institucional por constantes roces entre el presidente y el primer ministro.

En Bulgaria, Simeón II es el único ex rey europeo que ha logrado ser primer ministro de una república, cuya Constitución juró, tras ganar unas elecciones.

Hijo del rey Boris III y la reina Juana, Simeón accedió al trono con apenas seis años tras la repentina muerte de su padre en 1943, pero al año siguiente Bulgaria fue invadida por el Ejército soviético, que impuso el régimen comunista.

A los nueve años de edad abandonó su país, junto con su madre y hermana, y se instaló en Madrid, donde residió durante cincuenta años, lo que le valió el apodo de 'zar de Madrid'.

Simeón no visitó su país hasta 1996, cuando cientos de miles de personas salieron a las calles para aclamar su retorno.

En abril de 2001 se instaló definitivamente en Bulgaria, fundó la 'Alianza Nacional Simeón II', prometió una mejora rápida de la vida y arrasó dos meses más tarde en las elecciones parlamentarias al ganar la mitad de los escaños.

Sin embargo, en 2005 perdió las legislativas al no haber podido cumplir ninguna de sus promesas.

Hace un año anunció que a los 70 años se jubilaría, un retiro dorado gracias a ser propietario de palacios, bosques y terrenos agrícolas en Bulgaria, valorados en cientos de millones de euros.

En Serbia Aleksandar Karadjordjevic, pretendiente a la corona, se instaló en 2001 en el palacio de sus antepasados en Belgrado, tras vivir durante 56 años en el exilio.

La familia real recuperó en 2001 el derecho a la nacionalidad y a residir en sus palacios, aunque todavía no hay ley de restitución.

Los Karadjordjevic, una dinastía autóctona, reinaron en la primera parte del siglo XX hasta 1945, cuando el comunista Josip Broz Tito abolió la monarquía y expulsó del país a la familia real.

El príncipe heredero nació el 17 de julio de 1945 en la habitación de un hotel de Londres, que fue proclamada territorio yugoslavo para que no perdiera sus derechos dinásticos, y fue educado en Suiza y en academias militares estadounidenses y británicas.

Aleksandar, que desde 1972 se dedicó a los negocios, visitó por primera vez Serbia en 1991, con su esposa Katarina, y fue acogido por una multitud que le vitoreaba, aunque el príncipe no sabía ni una palabra de serbio, lengua que todavía hoy habla con dificultad.

En la década de 1990 apoyó desde Londres a la oposición contra el régimen autoritario de Slobodan Milosevic, pero nunca quiso entrar directamente en la política nacional de su país.

No obstante, aboga por el restablecimiento de la monarquía por considerar que 'traería estabilidad y unidad' y podría asegurar 'a Serbia respeto en el extranjero'.

Terra Actualidad - EFE




¿Cuántas monarquías hay en el mundo y cuánto poder tienen? Hay monarcas que gobiernan, otros que tienen algo de influencia, y varios ...