San Vicente y las Granadinas no será república independiente
El 56% de los votantes rechaza en un referéndum un cambio constitucional que rompería los lazos políticos con Reino Unido
EFE
Georgetown 26 NOV 2009 - 15:53 CET
La nación caribeña de San Vicente y las Granadinas ha rechazado en un referéndum el cambio de Constitución y mantendrá sus lazos políticos con Reino Unido, con la reina Isabel II como jefa de Estado.
El 56% de los votantes se pronunció en contra del cambio de constitución y el 42% a favor, en un resultado que supone un revés para el Gobierno, que había defendido que las dos islas se convirtiesen en una república sin dependencia del Reino Unido.
Aunque dos tercios del Parlamento, compuesto por 15 miembros, se había pronunciado a favor del cambio de Constitución, los cerca de 100.000 votantes rechazaron la propuesta del primer ministro, Ralph Gonsalves, del Partido Laborista Unido. La jornada electoral se desarrolló sin incidentes y de manera pacífica, informó el comisionado de policía, Keith Miller.
En analista político Renrick Rose explicó en un canal de televisión local que la campaña del referéndum estuvo marcada por la división entre los dos grandes partidos, con lo que el resultado final supone un respaldo para el opositor Partido Nuevo Democrático, liderado por Arnhim Eustace.
Los analistas consideran también que el izquierdismo del primer ministro Gonsalves, que mantiene buenas relaciones con Venezuela, Cuba y Brasil, fue un elemento importante en el resultado final, al temer una parte del electorado que un cambio de Constitución reforzaría el poder del partido Laborista Unido y sus relaciones con el Gobierno de Venezuela.
De haber triunfado el sí en el referéndum, San Vicente y las Granadinas se habría constituido en república y la reina Isabel II hubiese cedido el cargo de jefe de Estado.
La nueva Constitución proponía limitar el número de miembros del Gabinete presidencial a 13 y disponer de un sistema electoral mixto y proporcional de representación.
Observadores de la Comunidad del Caribe (Caricom) y de la Organización de Estados Americanos (OEA) se encargaron de confirmar la limpieza del proceso electoral.
San Vicente y las Granadinas, con una economía dependiente del turismo, los servicios financieros y el sector del banano, fue desde 1783 y hasta que ganó su independencia, en 1979, territorio británico.
Australia le dio el sí a la monarquía
El 54,22% de los australianos optó por no modificar el sistema político, pese a que la república tiene un considerable apoyo.
DOMINGO 07 DE NOVIEMBRE DE 1999
SYDNEY.- Australia ingresará en el nuevo milenio sin cortar el cordón umbilical con la corona británica, tras un referendum celebrado ayer en el que los electores rechazaron por amplia mayoría el modelo que proponían los republicanos, con un presidente que no iba a ser elegido por el voto popular sino por el Parlamento.
La explicación que arriesgan algunos medios -teniendo en cuenta que las encuestas indican que la república tiene un apoyo de entre el 60 y el 70 por ciento- es que en el referendum de ayer los australianos decidieron no darle más poder a la clase política de Canberra y prefirieron dejar las cosas como están.
Así, después de conocerse los resultados, los analistas se preguntaban qué habría sucedido si en lugar de proponer una república con un presidente elegido por el Parlamento se hubiera obviado el método de elección para ser decidido en el futuro.
Según las cifras oficiales definitivas, el frente del statu quo -representado por la extraña pareja que integran los monárquicos y aquellos republicanos que están en favor de la elección del presidente por voto popular- triunfó con el 54,22 por ciento de los votos.
El referendum no logró ninguna de las dos condiciones exigidas: la mayoría en la escala nacional y el triunfo en por lo menos cuatro de los seis Estados de la federación.
El único Estado en el que prevaleció el "sí", por muy escaso margen, fue el de Victoria (cuya capital es Melbourne).
El revés fue notable en Nueva Gales del Sur y en los centros menores, pese al compromiso en favor del modelo republicano adoptado por el partido laborista.
El "no" se afirmó especialmente en las zonas rurales y en los centros de provincia, donde alcanzó el 64 por ciento, mientras que el "sí" prevaleció, aunque por poco margen, en las grandes ciudades.
Dos veces no
Aún más contundente (aproximadamente el 60 por ciento) resultó el rechazo a la segunda cuestión del referendum, que proponía introducir en la Constitución un preámbulo escrito por el primer ministro, John Howard, después de largas consultas.
El texto -en el que se reconocen el sistema federal, la unidad nacional forjada por australianos de diversas descendencias, los aborígenes como primer pueblo de la nación y la contribución de los inmigrantes- fue criticado por "cosmético" y carente de impacto legal.
Definir qué sucederá de ahora en adelante resulta incierto. Lo que se sabe es que pasarán años antes de que los australianos vuelvan a expresarse en favor de la república o de la monarquía.
El premier conservador Howard, monárquico convencido, fue quien convocó al plebiscito de ayer y, también, quien había insistido para que se especificara el método de elección del presidente.
Desde el frente republicano lo acusaron de abusar del proceso democrático, manipulando el referendum y causando la ruptura, que resultó fatal entre quienes favorecían la opción republicana.
Según Howard, los australianos quieren que la cuestión ahora sea dejada de lado por un tiempo.
"Ahora el gobierno debe dedicar su atención a cuestiones que conciernen directamente a la vida de los australianos", afirmó.
Pero la oposición laborista ya se está preparando para hacer de la república una de las cuestiones clave de las próximas elecciones federales, por celebrarse en un par de años.
El líder laborista Kim Beazley, que se declaró "terriblemente entristecido por el resultado, por el daño que se le inflige a Australia", prometió que un futuro gobierno laborista convocará a un nuevo referendum.
Pero explicó que éste, no obstante, sería precedido por una serie de "plebiscitos" no vinculantes, comenzando con la sencilla pregunta: "¿Usted quiere o no una república australiana?" "Cuando tengamos esa respuesta se podrá proceder a elegir el modelo de república preferido, antes de introducir el cambio por medio de un referendum", dijo Beazley.
Beneplácito real
La reina Isabel II de Inglaterra saludó el resultado del referendum en un comunicado difundido por el palacio de Buckingham. "Respeto y acepto este resultado", expresó la monarca, que visitará Australia en marzo.
La reina, que fue informada sobre el resultado por Howard, dijo que tenía claro desde el comienzo que la decisión "correspondía exclusivamente al pueblo australiano".
"De acuerdo con la Constitución, seguiré sirviendo como reina de Australia", señaló la monarca en un comunicado de prensa.
"Mi familia y yo misma mantenemos un profundo afecto hacia Australia y los australianos, procedan de donde procedan", agregó.
Según la reina, "esta decisión se alcanzó gracias a la Convención Constitucional de 1998 y, consecuentemente, por el actual referendum. (...) Durante este tiempo he seguido el debate con extrema atención", añadió.
Tiempos de cambio
LONDRES (AP).- Aunque la reina haya ganado un alivio temporario en Australia, el papel de la monarquía en el ex imperio británico continuará siendo un tema latente.
Existen organizaciones antimonárquicas en Canadá y en Nueva Zelanda, y algunas islas del Caribe han iniciado campañas para elegir sus propios jefes de Estado.
En marzo de este año, el primer ministro de Jamaica, P. J. Patterson, dijo que su país se convertirá en república para el 2001.
En Barbados, el gobierno formó una comisión constitucional en diciembre último para que la nación cortara sus vínculos con la corona británica. El electorado está dividido al respecto.
En Nueva Zelanda ya se inició un campaña para que en el 2005 el país se convierta en república. Y en Canadá, el primer ministro, Jean Chrétien, dijo que la abolición de la monarquía podría ser importante en los planes del gobierno.
Agencias ANSA, Reuters y AP
Sábado, 6 de noviembre de 1999. Actualización: 17.20 horas
REFERENDUM
Australia da la espalda al sistema republicano
La elección del presidente por el Parlamento que el referéndum proponía, principal motivo de la victoria de los monárquicos
AGENCIAS
SIDNEY.- Australia celebrará su primer centenario de independencia de la metrópoli británica como una monarquía constitucional, con la reina de Inglaterra Isabel II como jefa de Estado, tras la derrota de la propuesta de una República en el referéndum que hoy se ha celebrado.
Con casi el 80% de los votos escrutados en cuatro de los seis estados que forman el país, los monárquicos lideran claramente en tres de ellos y se mantienen igualados en el cuarto.
Dado que cualquier opción necesita vencer en cuatro de los seis estados, además de obtener la mayoría de los votos en el cómputo nacional, el sistema republicano ya no tiene posibilidades de salir adelante.
En el total nacional, los partidarios de la monarquía tienen ya un 53,3% de los votos, con el 58% de los votos escrutados, frente a un 46,7% de los partidarios de la república. Varios líderes del movimiento republicano ya han reconocido su derrota.
La propuesta de convertir Australia en una república ha contado con mayor aceptación en las ciudades que en las zonas rurales y en las periferias, en su mayoría habitada por la clase trabajadora, que ha votado masivamente en contra.
La elección del presidente por parte del Parlamento, principal motivo de la victoria monárquica
Una posible causa para la clara derrota de los republicanos es la propia división dentro del movimiento entre partidarios de un presidente de la futura república elegido por el Parlamento a propuesta del primer ministro y los que se decantan por un jefe de Estado elegido mediante sufragio universal directo.
El modelo presentado en el referéndum incluía la primera propuesta, lo que ha motivado que un gran número de republicanos partidarios de la elección directa presidencial haya votado en contra.
Pese a que, según las encuestas previas al referéndum, tan solo un 10% de la población deseaba tener a un monarca británico como jefe de Estado, la extraña coalición de monárquicos y republicanos partidarios de la elección directa del presidente ha logrado convencer a la mayoría del electorado.
Sin embargo, nada más conocerse la derrota, se han alzado las primeras voces en el campo de los vencedores, la de los republicanos coaligados con monárquicos, para pedir la celebración de otro referéndum en el que se presente un modelo de república con un presidente elegido por los votantes.
Si las encuestas no engañan, en ese caso la república obtendría el apoyo de entre un 60% y un 70% de los australianos, que en el referéndum de hoy han votado realmente en contra de otorgar aún más poder a la clase política de Camberra.
El líder del Movimiento Republicano Australiano, Malcolm Turnbull, se ha lamentado, tras reconocer la derrota a las pocas horas del cierre de los colegios electorales, de que "una nación mayoritariamente republicana había votado en contra de la república".
El primer ministro, John Howard, que ha hecho campaña a favor del "no", ha comunicado formalmente el resultado de la consulta al palacio de Buckingham. Howard ha añadido que se ha cerrado un capítulo de la historia del país y que ahora hay que volver a "centrarse en los asuntos que directamente afectan las vidas diarias de los australianos".
Y lo cierto es que la mayoría del país ha seguido al pie de la letra esas instrucciones, y esta misma noche abarrotaba los bares de las ciudades para seguir en directo la final del Mundial de rugby que enfrenta a Australia y Francia.
Australia vota a favor de mantener a la reina Isabel II como jefe de Estado
La mayoría de los electores rechaza en referéndum la conversión del país en república
GABRIEL PLANELLA
Canberra 7 NOV 1999
Australia decidió ayer seguir siendo una monarquía. Con el 80% del voto escrutado, la mayoría de los australianos -el 54,7% de los 12,3 millones de votantes- rechazó convertirse en república en el referéndum celebrado ayer y optó por mantener a la reina Isabel II de Inglaterra como jefa del Estado. La propuesta de reformar la Constitución para convertirse en república sólo atrajo al 45,3 % de los electores, en su mayoría de las ciudades. El fracaso de los partidarios de la república se achaca a su división por la forma en que hubiera sido elegido el presidente.
La pregunta sobre la propuesta republicana del referéndum incluía la elección del presidente por una mayoría del Parlamento Federal a propuesta del primer ministro, una opción que ha motivado que un gran número de partidarios de la república, que prefería que el presidente fuera elegido por sufragio universal, haya decidido finalmente votar en contra.En los referendos australianos se considera ganadora la opción que sale por doble mayoría, es decir, la que obtiene la victoria en la mayoría de Estados (como mínimo en cuatro de los seis Estados existentes), y la que consigue más de la mitad de votos en el número total de votantes. En el referéndum celebrado ayer, los partidarios de la república sólo ganaron en un Estado, el de Victoria, en cuya capital, Melbourne, más del 70% de los votantes apoyaron el cambio constitucional. No en balde, este Estado es el que se considera más progresista y donde vive la colonia más numerosa de italianos y griegos.
En el Estado de Nueva Gales del Sur, cuya capital es Sidney, a pesar de que los sondeos señalaban que el sí podía ser la opción ganadora, las zonas rurales inclinaron el voto a favor del no. En cuanto a los dos territorios que componen el país, los Territorios de Australia del Norte y de la Capital australiana, sólamente en este último resultó ganadora la respuesta a favor de la república.
La campaña a favor de una u otra opción continuó hasta el último momento. En Australia el voto es obligatorio, no existe la jornada de reflexión y durante el mismo día en que se acude a las urnas se puede intentar convencer al indeciso. En el exterior de todos los colegios electorales se repartieron hasta el último momento panfletos a favor del sí y del no.
Y los análisis del resultado no se quedaron a la zaga. Algunos comentaristas hicieron hincapié en que la victoria de los monárquicos indica que Australia no es aún una sociedad tan multicultural como se quiere aparentar y que el peso de la herencia británica es todavía muy fuerte.
El primer ministro, el conservador John Howard, que hizo campaña a favor del mantenimiento de la monarquía británica, comunicó formalmente el resultado al palacio de Buckingham. Howard añadió que este referéndum cerraba un capítulo de la historia del país y que ahora había que volver a "centrarse en los asuntos que directamente afectan a las vidas diarias de los australianos".
La reina Isabel II, por su parte, se limitó a declarar que "respeta y acepta" el resultado del referéndum australiano.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de noviembre de 1999
Domingo, 7 de noviembre de 1999
Los votantes castigaron a la clase política a pesar de su escaso fervor monárquico - La oposición, indignada por la «traición» del primer ministro
Los australianos votan «no» a la República y se quedan con Isabel II
CRISTINA FRADE
Corresponsal
LONDRES.- Australia rechazó ayer la invitación a convertirse en una República y a prescindir de la reina Isabel II como su jefe del Estado en el referéndum celebrado el sábado (el viernes en España, debido a la diferencia horaria). El resultado se atribuyó menos a un fervor monárquico de los australianos que a su descontento con el modelo de República propuesto, que suponía la elección indirecta de un presidente.
Con más de las tres cuartas partes de los votos escrutados, los partidarios de mantener el status quo habían triunfado con un 54,6%, confirmando los pronósticos de las encuestas. La República fue rechazada en todos los estados salvo en el de Victoria. Algunos, como Queensland y Tasmania, lo hicieron con especial rotundidad, por un 62% y un 60% de los votos, respectivamente.
Los republicanos culparon de su derrota al primer ministro, el monárquico John Howard, por no haber permitido que los australianos pudieran elegir directamente a su presidente. Según la fórmula sometida a referéndum, el jefe del Estado habría sido propuesto por el primer ministro, de acuerdo con el líder de la oposición, y aprobado por el Parlamento.
«John Howard ha tenido la oportunidad de ser recordado como el hombre que moldeó esta nación», aseguró ayer el jefe de la campaña republicana, Malcolm Turnbull. «Pero sólo será recordado como el primer ministro que le ha roto el corazón y que ha obligado a Australia a conservar a una reina extranjera». El líder de la oposición, el laborista Kim Beazley, aseguró que la batalla para cortar los lazos con el Reino Unido no ha terminado y que su partido mantendrá viva la llama del republicanismo.
Funciones limitadas
Aunque la monarquía británica desempeña en Australia funciones muy limitadas a través de su gobernador general, los republicanos abogaban por celebrar el primer centenario de la independencia, alcanzada en 1901, sin una institución que simboliza el pasado colonial y que tenía cierta razón de ser cuando la gran mayoría de los ciudadanos descendía de inmigrantes británicos, lo cual dista mucho de ser el caso actualmente.
Las encuestas ya habían señalado que sólo un 9% de los votantes se declaraba monárquico. El resto de los que pensaban votar en contra de la República se resistía a entregar más poder a una clase política de la que recela y, aplicando una máxima de la sabiduría popular, If it ain't broken, don't fix it (Si no está roto, no lo arregles), prefería no alterar un sistema político que considera satisfactorio.
«Respeto y acepto este resultado», aseguró ayer Isabel II en un comunicado, tras ser informada del desenlace de la consulta. «Siempre he dejado claro que el futuro de la monarquía en Australia es una cuestión sobre la que corresponde decidir a los australianos, y sólo a ellos, por medios constitucionales y democráticos. Mi familia y yo habríamos conservado nuestro afecto por Australia y los australianos, fuera cual fuera el resultado».
La soberana dejó entrever que era consciente de las razones, ajenas a su popularidad, por las que había sido derrotada la causa republicana: «Desde hace tiempo, ha sido obvio que muchos australianos deseaban un cambio constitucional. Gran parte del debate se ha centrado en qué tipo de cambio [...]. El primer ministro se ha comprometido a mantenerme informada mientras el pueblo australiano reflexiona sobre este resultado».
Aunque el comunicado de la reina era calculadamente comedido en la expresión de su satisfacción, el historiador y biógrafo real Ben Pimlott aseguró que el resultado del referéndum es «la mejor noticia que ha recibido la monarquía en mucho tiempo».
«Lo mejor es que se vaya discretamente»
LONDRES.- Teniendo en cuenta que hasta un 40% de los británicos, según una encuesta del diario londinense The Guardian, opinaba que Australia debía romper sus vínculos con los Windsor e instaurar la República, la monarquía ha salido muy bien parada.
A la luz de las circunstancias, sin embargo, el biógrafo real Ben Pimlott sugirió que la casa real debería tomar la iniciativa de marcharse en el momento oportuno.
«Creo que haría bien en considerar la posibilidad de retirarse dignamente», dijo el historiador británico. «Dentro de seis meses o quizá algo más, debería indicar que le gustaría que los australianos pensaran en su futuro y si éste debe incluir a la monarquía. Es mejor irse discretamente que ser empujados», matizó.
La reina no sugirió nada a este respecto. «A la luz de los resultados», comentó, «y siguiendo el consejo del primer ministro de Australia, John Howard, seguiré fiel a la Constitución en mi papel de reina de Australia hasta el máximo de mi capacidad como he intentado hacerlo durante estos últimos 47 años». «El primer ministro se ha comprometido a mantenerme informada. El príncipe Felipe y yo miramos con enorme ilusión nuestra visita a Australia el próximo mes de marzo», añadió.
Según la reina, la noticia la escuchó proveniente de la oficina del primer ministro de Australia tras saberse que el resultado del referéndum era favorable a la monarquía.
Por otro lado, los republicanos insistieron ayer en que no ha terminado aún la batalla para terminar con los lazos constitucionales que atan a Australia con el Reino Unido.
Geoff O'Connell, del movimiento británico por la República en Australia, ha destacado que «la cuestión se mantiene aún viva, ya que no ha habido una gran mayoría de votos en contra».
Martes, 3 de febrero de 1998
Australia podría romper con Londres y convertirse en república en el 2001
Los políticos deben acordar un modelo en las dos próximas semanas
CARLOS RUBIO
EFE/EL MUNDO
CANBERRA.- La división de opiniones entre grupos políticos amenaza con retrasar considerablemente el proceso de conversión de Australia en una república para el año 2001.
Con una mayoría de delegados favorable a esta forma de Estado en la convención constitucional que, desde ayer y hasta el día 13, debate si Australia se convierte en república, sus partidarios aún no están de acuerdo en qué modelo elegir.
La presión para llegar a un acuerdo en las dos semanas próximas es aún mayor después de que el primer ministro, John Howard, muy partidario de la monarquía constitucional, dijese ayer en la inauguración de la convención que su Gobierno celebrará un referéndum a finales de 1999 sólo si hay consenso. Si los republicanos no resuelven sus diferencias, el Gobierno celebraría primero un plebiscito donde se presentarían los diferentes modelos de república presentados a la convención para, después, enfrentar en un referéndum la alternativa ganadora contra el sistema monárquico.
RETRASO.- Todo esto conllevaría un considerable retraso en el calendario que desean los republicanos y evitaría que Australia tuviera un jefe de Estado australiano en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Sydney -septiembre del 2000-, o en los actos del centenario de la independencia, en enero del 2001. En principio, salvo que Australia decida otra cosa, este papel le volverá a corresponder a la reina Isabel II de Inglaterra, jefe del Estado de Australia como soberana de la Commonwealth.
INCERTIDUMBRE.- La respuesta a esta incertidumbre saldrá de la convención constitucional. De sus 152 delegados, 78 apoyan una república, 39 el status quo, y 35 están indecisos, pero una vez hecha esta división, los partidarios de la república tienen diferentes opiniones en cuanto al modelo deseado.
En la elección del presidente reside la principal dificultad, y las alternativas presentadas van desde uno elegido por una mayoría de dos tercios del Parlamento, o uno elegido en elección popular hasta una república encabezada por un consejo de ancianos e, incluso, por un grupo de notables. Las dos primeras opciones son las que mayor apoyo suscitan y de donde saldrá la alternativa ganadora.
El principal bloque republicano, Movimiento Republicano Australiano, es partidario de elegir un presidente con el voto del Parlamento, al igual que el partido laborista, en la oposición. El primer ministro, que parece haber aceptado la victoria de los partidarios de la república, considera «un mal menor» dicho tipo de elección y se niega rotundamente a que el presidente de una futura república australiana sea elegido por votación popular, porque crearía «un foco alternativo de poder».
En cambio, un 80% el electorado, en una muestra de desconfianza hacia los políticos, prefiere que la elección sea por votación universal, según las últimas encuestas. En cuanto a los poderes del futuro presidente, existe un acuerdo general: serían los mismos que los que tiene el gobernador general, representante de la reina de Inglaterra en el país. Es decir, simbólicos. Asimismo tampoco existe una opinión contraria a que Australia deje de pertenecer a la Commonwealth, la asociación de ex colonias británicas, si el país se convierte en una república.
Un país de extranjeros
El 23% de los 18,3 millones de personas que viven en Australia ha nacido en el extranjero, según las estadísticas presentadas ayer por el Ministerio de Inmigración y Asuntos Multiculturales. Este dato sitúa a Australia por delante de otros países que son receptores tradicionales de emigrantes, como Canadá que tiene el 16%, Nueva Zelanda (15,8) y Estados Unidos (7,99).
De los 4,2 millones de australianos nacidos en el extranjero, casi un tercio lo hizo en el Reino Unido e Irlanda, un 7% en Nueva Zelanda, un 6% en Italia, un 4,5% en la antigua Yugoslavia y un 3,5% en Vietnam.
Del otro 77% de población, más de la cuarta parte está formada por australianos de segunda generación, personas cuyos progenitores, al menos uno, ha nacido en el extranjero.
Australia ha acogido en los últimos 50 años a unos 5,5 millones de emigrantes procedentes de más de 150 países.
Berisha reconoce su derrota electoral en Albania a manos del socialista Nano
ÁNGEL SANTA CRUZ
Tirana 1 JUL 1997
La era Berisha se ha acabado en Albania. Lo ha anunciado el nuevo hombre fuerte del país surbalcánico, el socialista Fatos Nano, cuyo partido ha ganado holgadamente las elecciones. del domingo, y lo ratificó testamentariamente ayer el propio presidente albanés, al admitir en una alocución televisada que su Partido Democrático, vale decir él mismo, ha perdido el favor de los ciudadanos un año después de haber obtenido -fraudulentamente- el 90% de los escaños parlamentarios y tras cinco meses de una insurrección popular que hasta ayer Berisha denominaba "rebelión comunista".
La OSCE ha bendecido ya unos comicios considerados "adecuados y aceptables", con una participación que probablemente supera el 60% y cuya segunda vuelta el próximo 6 de julio es ya políticamente irrelevante, a pesar de que ni siquiera se han anunciado oficialmente resultados provisionales de la primera.La tranquilidad, júbilo en el sur, era ayer general en todo el país, que también se pronunció el domingo sobre un eventual retorno de la monarquía. El aspirante Leka, de profesión rey según su pasaporte, tendrá que esperar si, como anuncian los socialistas, sus partidarios no han superado el 20% de los votos afirmativos en el referéndum. Nano dijo ayer que, si se queda en Albania, será un ciudadano más de esta república parlamentaria. Leka, cuyos cálculos casi triplican aquel porcentaje, dice no estar dispuesto a permitir lo que considera una conspiración contra él.
Según resultados divulgados por los propios partidos, los socialistas y sus aliados socialdemócratas y centristas, que se han comprometido a gobernar juntos, controlarán los dos tercios de un Parlamento de 155 escaños, 115 elegidos por el sistema mayoritario y el resto por uno proporcional. Se estima que el Partido Democrático, que monopolizaba el poder y es considerado el patrocinador de los bancos piramidales quebrados que encendieron la mecha de la revuelta, se ha derrumbado en torno a la veintena. El líder socialista agradeció ayer su "civilizado silencio" tras perder unas elecciones que los poderes occidentales consideran decisivas para devolver a Albania a la vida y sacarla del caos en que la ha sumido la revuelta armada que tuvo su apogeo en marzo.
Violencia y caos
Desde entonces y a consecuencia de la oleada de violencia y miedo desatada por la deserción de militares y policías, el saqueo de arsenales, el vaciamiento de las cárceles y la impunidad de las bandas mafiosas, en el país más pobre de Europa se han disuelto los atributos del Estado y la economía está paralizada. Nano, declarándose europeísta a ultranza, prometía ayer una reforma económica para sacar a Albania del marasmo y señalaba como dos de las tareas titánicas que habrá de afrontar el nuevo Gobierno el desarme de una sociedad armada como para la guerra y la liquidación del bandidismo organizado que, sobre todo en el sur, se ha hecho todopoderoso en este clima de anarquía. Y ello pese a la presencia desde abril de una fuerza multinacional de más de seis mil soldados cuyo mandato expira en agosto.
Elecciones ordenadas
El desarrollo del proceso electoral -que ha sorprendido por su relativo orden- y la aceptación por los contendientes de sus resultados abren la puerta a la convocatoria por Italia, que encabeza el despliegue militar, de una conferencia internacional sobre Albania. A este foro, fallidamente anunciado en mayo, deberían asistir la UE, EE UU y representantes de las instituciones financieras internacionales para pergeñar un plan de rescate global del estratégico país de tres millones de habitantes cuya desestabilización final incendiaría irremisiblemente de nuevo los Balcanes.Hablando con autoridad y destellos de arrogancia que algunos que le conocen juzgan pre-presidenciales, el ex primer ministro comunista Nano, de 45 años, encarcelado durante cuatro por Berisha acusado de corrupción, ofreció ayer civilizadamente la cicuta al jefe del Estado en desgracia -"ha perdido su útlima oportunidad de convivir con la mayoría de los albaneses"- al señalar que deja a su arbitrio el decidir sobre su dimisión. Berisha ha asegurado repetidamente a los mediadores durante los últimos días que nunca será el presidente de un país dirigido por los socialistas. El jefe del partido ganador, precavido, añadió que incluso en la ineficaz Constitución existen mecanismos para neutralizar políticamente al que fuera todopoderoso jefe del Estado durante cinco años, en el improbable caso de que se decidiera por la cohabitación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de julio de 1997
Leka I anuncia un voto sobre la monarquía en Albania
19 ABR 1997
El rey Leka I de Albania afirmó ayer que el presidente Sali Berisha ha aceptado la convocatoria de un referéndum sobre la restauración de la monarquía, abolida después de la ocupación italiana de este país balcánico en 1939. Sin embargo, el presidente precisó que aún debía consultar a los partidos sobre el proceso político para organizar la votación. El monarca regresó hace una semana a Albania tras 58 años de exilio. Mientras tanto, prosigue el despliegue de la Fuerza Internacional de Protección en todo el país. En la imagen, dos soldados griegos hacen guardia junto a obsoletas piezas de artillería antiaérea a 30 kilómetros de Valona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de abril de 1997
Tras su dictadura, Brasil votó entre Monarquía y República en 1993
Posted on 20 de Junio de 2014
Alberto Sicilia / Sao Paulo
Pedro II, el último Emperador de Brazil. (Crédito de la imagen: Wikimedia Commons)
Entre Mundial y protestas callejeras, algunos brasileños observan con curiosidad el debate que se está produciendo en España entre monarquía y república. Y es que, hace apenas una década este país celebró un referéndum para decidir su forma de gobierno.
La historia política de Brasil en la segunda mitad del siglo XX contiene ciertos paralelismos con la historia de España.
Brasil vivió bajo una dura dictadura militar entre 1964 y 1985.
En 1964, los militares se levantaron contra el gobierno de izquierdas de Joao Goulart que había sido elegido en las urnas. El golpe fue apoyado por los terratenientes y la Iglesia, que temían que Goulart acercase a Brasil al bloque comunista de América Latina.
En 1988, tras un periodo de transición que duró tres años, se promulgó la actual Constitución de Brasil.
Esta nueva constitución reconocía el derecho del pueblo brasileño a decidir la forma de gobierno del estado: monarquía o república, sistema presidencialista o sistema parlamentario.
El referéndum se convocó para 1993. En aquel momento hacía 104 años que el país no había tenido un monarca.
Desde el siglo XV hasta 1822, Brasil había sido parte del Imperio Portugués. A diferencia de otras naciones latinoamericanas, la independencia fue proclamada en 1822 por un rey. En 1899 los militares se levantaron contra el monarca y condenaron a la familia real al exilio.
“Mire lo que ha conseguido la república durante los últimos 104 años: 2 dimisiones presidenciales, 1 presidente que se suicidó, 3 presidentes depuestos, 7 constituciones diferentes y 2 largos periodos de dictadura”, decía un anuncio monárquico para el referéndum de 1993.
“¿Por qué un rey mejor que un presidente? Porque un rey no está atado a los juegos políticos de los partidos ni a los intereses de un grupo económico”, declaraba entonces Joao Enrique de Orleans y Bragança, uno de los posibles herederos del trono de Brasil que se había lanzado a una feroz campaña pro-monarquía.
Los brasileños fueron a las urnas el 21 de abril de 1993. Un 87% votó a favor de la república.
Indiferencia en Brasil ante el referéndum, sobre la restauracion monarquía
JOSÉ COMAS
Buenos Aires 18 ABR 1993
El plebiscito que el próximo miércoles 21 decidirá en Brasil entre la monarquía o la república y sobre el sistema parlamentario o presidencialista ha degenerado en un acto ritual y sin sentido que se celebrará en medio de la apatía e indiferencia de más de 90 millones de votantes. Las últimas encuestas registran que casi dos tercios del electorado están poco o nada interesados en acudir a las urnas el miércoles.
Todo indica que, salvo una chirigota de última hora, las cosas seguirán como hasta ahora y Brasil conservará la forma republicana del Estado con un Gobierno presidencialista.
La última encuesta del Instituto Brasileño de Opinión Pública (Ibope), difundida la noche del viernes, señala que sólo el 14% votará por la monarquía, el 64% lo hará por la república y el 22% emitirá voto en blanco o nulo. Según el Ibope, tampoco el parlamentarismo tiene muchas posibilidades, sólo un 20% de votos; mientras que el 54% se inclinan por mantener el presidencialismo y un 26% votará nulo o en blanco sobre la segunda opción.
La actual Constitución de Brasil, aprobada en septiembre de 1988 por abrumadora mayoría, estableció la celebración de un plebiscito para definir "la forma (monarquía o república) y el sistema de Gobierno (parlamentarismo o presidencialismo) que deben entrar en vigor en el país".
Para incrementar la confusión de un electorado con un bajo nivel cultural en su mayoría, la papeleta de voto parece diseñada por alguien deseoso de hacer befa y escarnio del plebiscito. En teoría resulta posible elegir una monarquía presidencialista, que daría como resultado un régimen digno de entrar en los anales de la antropología política.
Los monárquicos han conseguido con el plebiscito una reparación histórica con un siglo de retraso. Cuando cayó el emperador Pedro II se prometió un plebiscito que jamás se celebró.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 18 de abril de 1993
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