Mónaco

Reunión de la familia Grimaldi
Mónaco celebra los 10 años de Alberto en el trono
Este domingo se cumple una década desde la entronización del príncipe Alberto (57 años)

Se espera que no falten a los festejos Carolina y Estefanía, desaparecidas de los actos

Ha tenido el difícil reto de mantener el legado de su padre, artífice del Mónaco moderno

 El entonces príncipe Alberto, junto a las princesas Estefanía y... El entonces príncipe Alberto, junto a las princesas Estefanía y Carolina en la ceremonia de entronización. Gtres
CONSUELO FONT Actualizado:10/07/2015 04:53 horas
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Este fin de semana, los monegascos disfrutarán de unas celebraciones sin precedentes para conmemorar el décimo aniversario de la proclamación del príncipe Alberto, de 57 años, como Soberano, que se cumple este domingo, 12 de julio. La víspera, él y su esposa Charlene presidirán un multitudinario cóctel en la plaza del palacio, al que están invitados todos los residentes en el Principado, que contará con las actuaciones de la cantante Olivia Dorato, y el grupo roquero miss America.

El plato fuerte se ha reservado para el domingo, cuando los soberanos obsequiarán a sus súbditos con un concierto gratuito de Robbie Williams. Se espera que a las celebraciones no falten las hermanas de Alberto, Carolina y Estefanía, cuya presencia mediática ha decaído bastante en el Principado.

El pasado de Alberto

Jazmine Grace, hija ilegítima de Alberto
Mucho ha llovido desde esa ceremonia de entronización celebrada el 12 de julio de 2005 en el salón del trono del palacio Grimaldi, en la que Alberto juró la Constitución, para posteriormente asistir a un solemne Te Deum en la catedral de San Nicolás. Todavía conmocionado por la muerte de Rainiero, fallecido tres meses antes, el nuevo Soberano a duras penas pudo controlar su emoción, mientras sus hermanas, Carolina y Estefanía, que no se separaron de él, dando rienda suelta a su llanto. Ante él se planteaba el difícil reto de mantener el legado de su padre, artífice del Mónaco moderno, y no desmerecer ante la inevitable comparación con un hombre de arrolladora personalidad, que copó las portadas de la prensa mundial a raíz de su boda con la mítica actriz Grace Kelly, su madre.

Alberto, el segundo de sus hijos y único varón, era en 2005 un solterón tan incasable que incluso corrían rumores sobre su condición sexual, además de que, con 47 años, parecía mas preocupado por el frivoleo, las juergas y los deportes de riesgo que por los asuntos del trono. La muerte de su padre dio paso a un Alberto muy distinto, con desconocido sentido del deber, que en honor a su promesa de transparencia reconoció la paternidad de dos hijos naturales, Jasmin Grace, cuya madre era una camarera estadounidense, y Alexander, hijo de una azafata de color nacida en Togo. Algo irrelevante a efectos dinásticos, ya que la constitución monegasca veta el trono a los hijos naturales, así que ante Alberto se planteaba la inevitable necesidad de contraer matrimonio y dar, además de una princesa a Mónaco que supliese el vacío dejado por Grace Kelly, herederos legítimos al Principado.

La relación con Charlène de Mónaco


La elegida fue Charlène Wittstock, una campeona de natación a la que Alberto, miembro del Comité Olímpico Internacional, conoció en la Olimpiada de Sidney en el año 2000. La versión oficial fue que, tras un período de amistad, la relación comenzó años mas tarde, aunque no se hizo pública hasta 2006, cuando el príncipe había asumido ya la Corona. Sin embargo, las malas lenguas aseguran que este matrimonio tiene mucho de plan de marketing para recrear el cuento de hadas vivido por sus padres que tantos beneficios dio a Mónaco.

La prueba es que se eligió como protagonista a una "doble" de Grace Kelly: Charlène y la diva del cine se parecen como dos gotas de agua, aunque la nadadora, lejos del brillo que dio su predecesora al papel de consorte, presenta habitualmente un semblante melancólico, y no parece adaptarse a su rol. A ello que se une el calvario sufrido para embarazarse de sus gemelos, Jacques y Gabriela, nacidos en diciembre pasado, que la rumorología atribuye a las avanzadas técnicas de fertilización existentes.

La década de las princesas


Si la existencia de Alberto ha dado un giro de 180 grados en esta década, también lo ha hecho la de sus hermanas Carolina y Estefanía, que prácticamente han desaparecido del mapa.

Carolina, de 58 años, que antes de aparecer Charlène asumía con frecuencia el rol de primera dama, se ha evaporado de Mónaco y de las portadas del papel cuché que antes copaba. En gran parte por los excesos etílicos de su esposo, el conflictivo Ernesto de Hannover, de quien desde el año 2009 está separada, aunque la pareja no ha firmado el divorcio.

Hoy a Carolina, madre y abuela en la sombra, le han desplazada de la palestra sus hijos. Andrea, casado con Tatiana Santo Domingo y padre de una hija; Carlota, unida al actor marroquí Gad Helmaleh, con el que ha tenido a su hijo Rafael; y Pierre, a punto de protagonizar la boda del verano con Beatrice Borromeo.

Pero quizá el vuelco más espectacular lo ha protagonizado Estefanía, antes cantante y coleccionista de amantes, desde guardaespaldas a artistas circenses, que ha mutado en discreta madre de familia de sus tres retoños, Luis y Paulina, nacidos de su unión con Daniel Ducruet, y Camilla, fruto del romance con su también guardaespaldas Raymon Gottlieb. Hoy, a sus 50 años, vive volcada en la lucha contra el SIDA y sus obras benéficas.

Todos estos cambios explican la expectación por ver este fin de semana a la familia Grimaldi reunida como en los viejos tiempos, si es que acuden Carolina y Estefanía. Será, en todo caso, un aniversario muy especial, cuyo balance para Alberto, además de gestionar eficientemente el legado de Rainiero, es la presencia en su vida, oficialmente al menos, de Charlène y sus mellizos, Jacques, el heredero, y Gabriela, que acaban de cumplir seis meses.


Mónaco, 700 años de fantasía
El principado celebra el aniversario de su fundación en plena actividad como paraiso fiscal
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OCTAVI MARTI
París 8 ENE 1997
La existencia misma del principado de Mónaco, pese a su lema Deo juvante (Con la ayuda de Dios), parece ser una invitación al ateísmo. Para celebrar sus 700 años de historia en Mónaco, la dinastía Grimaldi -piratas de origen, príncipes por error, ludópatas y carnaza constante de la prensa del corazón- ha organizado un programa de actos digno de la agrupación nacional de propagandistas católicos. Todo, incluidas las visitas al casino, comienza y acaba con una misa más o menos solemne en la que Raniero, Alberto, Estefanía y Carolina venden en exclusiva fotográfica sus mejores expresiones de piedad.Para la escritora Colette, el principado era "ese pequeño país en el que las fronteras son parterres de flores". Eso lo escribía en 1949, cuando el 90% de los ingresos del Estado dependían aún del juego. Hoy el país sigue siendo minúsculo -1,95 kilómetros cuadrados-, pero el juego sólo supone un modesto 4%, siendo la actividad financiera -49,1%- la actividad más lucrativa. Malas lenguas incluyen en ese porcentaje el blanqueo de dinero procedente del narcotráfico, pero nada se ha probado al respecto.


Las fronteras siguen siendo floreadas, pero impenetrables: de las 30.000 personas con título de residente, sólo 6.617 son ciudadanos monegascos con derecho a voto. Eso sí, cada día acuden a Montecarlo 30.000 trabajadores que regresan a su domicilio francés o italiano al caer la noche.

Setecientos años de dominio de la dinastía Grimaldi, fundada por François I, alias el Pícaro o el Malicioso, han desembocado en un paraíso del mal gusto. Por si no nos bastaba con Marbella, Mónaco es otra prueba tangible de que las concentraciones de millonarios no siempre son también cumbres del refinamiento. La gente paga fortunas por vivir en Montecarlo, pues el precio del metro cuadrado de un apartamento oscila entre las 425.000 pesetas y los 1,2 millones, según tenga o no vistas al mar. Se trata de un hacinamiento grotesco en el que los rascacielos -el sector in mobiliario aporta el 15% de los 40.000. millones de francos franceses que Mónaco declara como "cifra de negocios" (sic) del Estado- se suceden como'murallas que impiden la entrada del sol o el paisaje. Entre esos monstruos de ce mento serpentean unos pocos kilómetros de carretera, a ve ces elevada, a modo de escalextric, que se transforma en infierno una semana al año, cuando el asfalto se deja en manos de los motores petardeantes de los ases de la fórmula 1, muchos de ellos -Berger, Villeneuve o Schumacher- residentes del principado.

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Espada bajo el hábito

François I se hizo con la fortaleza presentándose como un humilde monje. Bajo los hábitos llevaba una afilada espada y, cuando hubo cortado unas cuantas cabezas, abrió las puertas del castillo a sus compañeros piratas.Desde entonces, al servicio de unos y otros, con esporádicas expulsiones, germanófilos o francófilos, probritánicos o proespañoles, prorrevolucionarios o pronazis, como durante la II Guerra Mundial, los Grimaldi han sabido ir reconvirtiendo el negocio de piratas mercenarios a hombres de negocios, pasando por una fase de crupieres a gran escala.

Hoy, su país permite vivir a los residentes sin pagar impuestos sobre la renta, ni derechos de sucesión, ni tasas profesionales, mientras que para los auténticos ciudadanos monegascos queda el tener derecho a no tener que invertir nunca más allá del 20% de su salario en el alquiler de la vivienda, quedando el porcentaje restante a cuenta del Estado. Sólo el IVA -Europa obliga- priva a Mónaco de comparaciones favorables con las islas Caimán.

La historia oculta de estos 700 años es también la de una complicada alcahuetería de la que no pueden dejar constancia los árboles genealógicos pero que alimenta la prensa del corazón de medio mundo y también las cajas del Estado. A fin de cuentas, parece que Grace Kelly fue escogida como esposa por Raniero porque su belleza iba unida a una importante dote petrolera que le permitió rivalizar con Aristóteles Onassis, el armador griego que con sus millones y festejos se había convertido en príncipe alternativo.

Si de Grace Kelly sólo se conocen dos aventuras extramatrimoniales -Jean Pierre Aumont y Frank Sinatra-, las de los retoños monegascos -Estéfanía y Carolina compiten con las de la monarquía británica. Mientras, el príncipe Alberto, del que papá Raniero teme no tener nietos, se prepara para acceder al trono con un único objetivo: "Negociar con la Unión Europea un estatuto bancario específico que nos permita ser una plaza fuerte financiera". En fin, que no hay que confundir los aparatosos modos de opereta con las realidades secretas de las cuentas corrientes. Deo juvante, eso sí.

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* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 8 de enero de 1997

¿Cuántas monarquías hay en el mundo y cuánto poder tienen? Hay monarcas que gobiernan, otros que tienen algo de influencia, y varios ...