24 AGO 2017
10:20 h
Enrique de Dinamarca, el difícil papel de los consortes
Una vez más, Enrique de Dinamarca, el esposo de la reina Margarita, pone sobre la mesa un tema espinoso: le molesta ir dos pasos por detrás de su esposa. Nada nuevo puesto que nunca aceptó ir de consorte sin título y sin un estatus que acredite su papel en una institución en la que la cabeza visible es la reina y, en un futuro, su primogénito. Un nombramiento que ha solicitado en numerosas ocasiones, sin conseguir que los daneses dieran su brazo a torcer. En su favor juega que lleva trabajando 50 años por Dinamarca, pero las leyes son las que son y no parece que haya demasiado interés en cambiarlas, ni siquiera ahora que ha amenazado con impedir que le entierren junto a la reina.
Una amenaza que demuestra lo mal que llevan los hombres el que sus mujeres tengan más poder que ellos. En este caso, todo el poder y el reconocimiento, no solo porque Margarita sea una reina cercana a su pueblo, sino porque debido al mal carácter de su esposo, un tanto altanero según cuentan quienes le conocen, no ha sabido ganarse el respeto y el afecto de su pueblo.
El caso de Enrique no es único en las monarquías europeas, donde las mujeres tienen más protagonismo que los hombres. Muy polémica fue la boda de la reina Beatriz de Holanda con Claus von Amsberg, diplomático de profesión y alemán de nacimiento, quien perteneció a las juventudes hitlerianas, lo que provocó un rechazo generalizado de un país que había sufrido en sus propias carnes el rigor de la política de exterminio llevada a cabo por Hitler.
Y aunque ya habían pasado más de 20 años de aquel horror -la boda se celebró en 1966-, lo cierto es que aún quedaban muchas heridas sin cicatrizar, que se fueron cerrando gracias al buen hacer de Claus, a quien terminaron aceptando por su entrega a la causa monárquica.
Caso diferente es el del duque Felipe de Edimburgo, quien ha demostrado a lo largo de los años ser un buen compañero de vida para la reina Isabel, pese a su orgullo desmedido, sus salidas de tono y sus infidelidades -se llegó a publicar que en este campo siempre ha tenido carta blanca para divertirse-. Un acuerdo que la reina ha respetado y llevado con mucha dignidad, incluso cuando los nombres de sus competidoras eran tan conocidos como la actriz Zsa Zsa Gabor.
Supongo que no debe ser fácil el papel de consorte, ni para ellas ni para ellos, sobre todo en familias donde el protocolo manda, pues aunque es cierto que cuando se casan ya saben lo que les espera, sinceramente creo que hasta que no lo viven en primera persona, no saben cuál será su reacción.
En el caso del esposo de la reina Margarita está claro que lo del lugar donde quiere que lo entierren, si junto a ella o en Francia, su país de origen, no demuestra más que nunca aceptó ir de segundón. Ahí está la clave de sus pataletas y de sus salidas de tono.
Kate Middleton, la duquesa que será reina cumple 35 años
La esposa de Guillermo de Inglaterra celebra su aniversario en un momento de gran popularidad y consolidado su papel en la corona británica
MÁBEL GALAZ
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Madrid 9 ENE 2017 - 15:07 CET
Kate Middleton, a su llegada a una cena de gala. EL PAÍS VÍDEO
Kate Middleton cumple hoy 35 años y lo hace en un momento en que las encuestas de popularidad le son favorables y consolidado su papel en la corona británica. Su matrimonio con Guillermo de Inglaterra ha fortalecido la imagen de los Windsor y ha introducido aire fresco a la tradicional familia real. La duquesa ha aprobado en su papel y nadie duda en el Reino Unido de que cuando llegue el momento será una gran reina.
Cuentan que Isabel II es poco dada a los cambios y que desconfía de los recién llegados. Pero con Kate Middleton ha hecho una excepción. Desde el momento en que aterrizó en la familia real, la reina ha mostrado su apoyo a la duquesa y con ella ha tenido gestos inusuales. Isabel II aprueba a Kate y le da todo su respaldo en las tareas que le toca emprender. Esa complicidad se va a ver más de ahora en adelante.
Los duques con sus hijos, el día 1 de enero.
Los duques con sus hijos, el día 1 de enero. GTRES
Los duques de Cambridge preparan su mudanza a Londres. La avanzada edad de la reina, 90 años, aconseja que vaya cediendo parte de sus tareas de representación. Algunas de ellas recaerán a partir de ahora en Guillermo y Kate. Por eso el príncipe se ha decidido a dar el paso y abandonar su trabajo como piloto de rescate y retomar a tiempo completo sus tareas de representación en la familia real.
En los últimos meses ya ha habido algunos cambios. Kate dio en otoño un paso más en la agenda oficial. El 11 de octubre realizó su primer viaje oficial en solitario. El lugar escogido por el palacio de Kensington fueron los Países Bajos. Antes los duques viajaron por Canadá y, por primera vez, se llevaron con ellos a sus dos hijos. La visita fue todo un éxito y reforzó el papel institucional de la pareja.
Pero Kate no solo triunfa como esposa del nieto de la reina, lo hace también como icono de estilo. Según, un estudio realizado por la empresa de marketing Rakuten, más del 29% de las británicas aspiran a vestirse como la duquesa de Cambridge. Es más, la consideran la mujer con más estilo en el Reino Unido. A Kate le sigue de cerca: la cantante Rita Ora, la actriz Emma Watson, la cantante Ellie Goulding y la bloguera Zoella.
De la duquesa se valora que igual viste ropa de alta costura que prendas low cost. La duquesa de Cambridge se ha convertido en un reclamo para las firmas más asequibles y también en la mejor embajadora para la moda británica. El día de su boda con Guillermo hizo toda una declaración de intenciones al elegir un diseño de Sarah Burton para Alexander McQueen. Middleton apostaba por un diseñador inglés que acababa de morir con 40 años pero que había dejado ya un huella imborrable en el mundo de la moda. También es habitual que recurra a otras firmas británicas —habituales de la Semana de la Moda de Londres— como Burberry, Temperley, Bruce Oldfield o Sophie Cranston. También opta por líneas más asequibles como Topshop, Whistles, Oasis, LK Bennett o Warehouse. En los últimos meses el estilo de quien está llamada a ser algún día reina consorte ha sufrido una evolución. La culpable es una diseñadora brasileña afincada en Londres llamada Barbara Casasola que apuesta por líneas más modernas.
Las consortes, verdadero pivote de la institución
El papel de los cónyuges reales se dispara en los relevos generacionales en el trono de las monarquías europeas
EDUARDO ÁLAREZMadrid Actualizado: 02/06/2014 21:04 horas
«Me doy cuenta de la suerte que tengo al contar con el apoyo permanente de mi esposa. Tiene un sentido innato para el contacto humano». Éstas fueron las palabras más emotivas del discurso que pronunció Felipe de Brabante al convertirse en rey de los belgas el pasado 20 de julio en una sobria ceremonia de entronización.
No fueron palabras huecas ni elogios hacia la galería. Al nuevo soberano de Bélgica le nació del alma tal demostración de gratitud a su esposa, Matilde d'Udekem. En lo humano porque, desde que se casaron, los actuales monarcas han soportado con estoicismo los rumores de que el suyo es un matrimonio por interés, sin amor alguno. Y en lo institucional, porque Felipe de los belgas es plenamente consciente de que sobre los hombros de su mujer descansa buena parte de su pasado, presente y futuro político. Matilde de Bélgica no es sólo la consorte. Antes, como princesa, y ahora, como reina, es el miembro más valorado de la monarquía belga y los especialistas en la dinastía aseguran que su influencia en la toma de decisiones de su marido es absoluta. Fue una gran heredera y se ha preparado a conciencia para ejercer una bicefalia en la jefatura del Estado, aunque la Constitución, como ocurre en España, la relegue a un segundo plano.
En su empuje, Matilde de los belgas sólo puede compararse con su vecina Máxima de Holanda. Su caso resulta todavía más excepcional ya que la soberana consorte de los Países Bajos cuenta con una popularidad del 83%, según una encuesta de TNS con motivo del primer año de reinado, por delante de la de su esposo, el rey -que, aun siendo muy alta, debe conformarse con un 75%-. Máxima puede incluso presumir de resultar «fascinante» para más holandeses de los que apoyan la monarquía, el 80% según el citado sondeo.
Las reinas Máxima y Matilde son mucho más populares que sus maridos
Matilde, séptima reina de Bélgica, es la primera mujer nacida en el país que llega al trono. Máxima, de origen argentino, sufrió a su llegada a la Corte de los Orange el rechazo de buena parte de la ciudadanía por ser hija de un ex ministro de la dictadura de Videla. Una es de origen aristocrático y la otra es plebeya. Las dos tienen una gran preparación académica: la primera es licenciada en logopedia y psicología; la segunda, en Económicas. Pero, sobre todo, ambas demuestran que las monarquías del siglo XXI ya no son de carácter unipersonal, por más que las cartas magnas sigan sin remendarlo, sino que se sustentan en un equipo, el que forma la pareja.
Porque es el masivo apoyo popular que concitan estas reinas el que arrastra y del que se benefician sus maridos y, con ello, la institución. En Bélgica, el 67% de los ciudadanos considera que Felipe y Matilde han modernizado la jefatura del Estado. En Holanda, un porcentaje similar de encuestados subraya como positiva la influencia de Máxima en Guillermo Alejandro. A ninguno de los dos monarcas, pese a titulares sensacionalistas, les preocupa ser eclipsados por sus mujeres. Al revés. Son plenamente conscientes de que ellas son el mejor aval para la supervivencia de la monarquía.
Cierto es que en muchas familias reales los consortes gozan de enorme popularidad, como ocurre con la Reina Sofía en España, o a otra escala con Rania de Jordania. Pero en los casos que nos ocupan el asunto va más allá: se trata de una verdadera asunción de que la corona la portan entre dos. Algo de lo que están igual de convencidos todos los príncipes herederos que aún están pidiendo paso.
Una argentina reinventa la monarquía en Holanda
La sonrisa tenaz de Máxima Zorreguieta batió suspicacias hacia sus orígenes
Tras la abdicación de la reina Beatriz, la hija del secretario de Estado de la dictadura de Videla asume junto a Guillermo el reto de traer nuevos aires a la corona
ISABEL FERRER
La Haya 2 FEB 2013 - 01:00 CET
Máxima de Holanda, saludando desde el balcón del palacio de Noordeinde, durante el Día de la Princesa, en septiembre de 2012.
Máxima de Holanda, saludando desde el balcón del palacio de Noordeinde, durante el Día de la Princesa, en septiembre de 2012. MARK CUTHBERT GETTY
A sus 42 años, Máxima de Orange es una mujer ambiciosa dispuesta a servir a la sociedad holandesa, que la recibió con recelo hace una década y ha terminado por convertirla en su reina consorte. Nacida en Buenos Aires con los apellidos Zorreguieta Cerruti, el pasado de su progenitor, secretario de Estado de Agricultura durante la dictadura argentina, a punto estuvo de provocar una crisis constitucional. Salvado el obstáculo a base de excluir a sus padres de la boda real, en 2002 —solución que parece sacada de un manual de corrección política—, su tenacidad ha hecho el resto. Su ambición es, por tanto, de la buena. O como dice la historiadora Reinildis van Ditzhuyzen, “ella desea contribuir y aprovechará su posición para lograrlo”. El 30 de abril, cuando su esposo, el príncipe Guillermo, suceda a su madre, la reina Beatriz, como jefe de Estado y se convierta en el primer varón que accede al trono en algo más de un siglo, Máxima compartirá la corona. Después retomará sus labores de asesora de Naciones Unidas en la promoción de microcréditos y como enlace entre la propia organización internacional y el G-20, el grupo de países más ricos del mundo, dos de las principales citas de su agenda.
Porque Máxima no solo aprendió holandés, la complicada lengua de su marido, en un tiempo récord. También ha cumplido otras obligaciones reales con prontitud impecable. Ha tenido la suerte de tener tres hijas, Amalia, Alexia y Ariana, en los cinco primeros años de su matrimonio. Ha recorrido, y sigue haciéndolo, toda Holanda con entusiasmo, y ha llevado sus conocimientos financieros (es licenciada en Económicas y trabajó para los bancos HSBC y Deutsche Bank en Nueva York) a las escuelas. Es frecuente verla en los centros de primaria y secundaria holandeses explicando las bondades del ahorro temprano con huchas en la mano. Pero la princesa comprometida que lleva a sus hijas a un colegio público tiene, sobre todo, un proyecto vital con su príncipe. “Se proponen tres cosas esenciales: unir a la población en la tolerancia sin crear camarillas y como símbolo de la nación; representar al Estado en el exterior con dignidad, y apoyar a los que trabajan por el país, ya sean deportistas famosos o ciudadanos anónimos”, sigue la historiadora, que es además experta en monarquía y protocolo.
Justamente el protocolo, que podría haberse convertido en un corsé para una joven de ascendencia burguesa como Máxima, es su mejor aliado. A la reina Juliana, madre de la actual soberana Beatriz, no le gustaban las reglas y atormentaba a sus servidores públicos. Beatriz, por el contrario, ha abrazado el código como la solución para que su labor tenga ritmo y estructura. “Máxima lo ha interiorizado a la perfección. Sonríe, está suelta y no tiene problemas. Conoce su lugar en todo momento”.
Ha interiorizado el código de su suegra a la perfección: sonríe, está suelta y no tiene problemas
El carisma de la princesa y su olfato político se han puesto a prueba desde la abdicación de su real suegra, el pasado lunes, con diferente resultado. A la mañana siguiente del anuncio, y cuando el resto de la familia real estaba reunida, Máxima acudió a un compromiso previamente pactado con el Ejército. A la salida del acto le preguntaron por su estado de ánimo y dijo lo siguiente: “Es un honor seguir los pasos de mi suegra, la reina”. En realidad, quiso expresar su admiración por Beatriz de Holanda, pero pareció que creía que será reina y no consorte. El desliz léxico fue perdonado de inmediato porque todo el país asume que hará un buen trabajo.
Su agudeza para comprender el alcance constitucional de su futura posición sí dio en el clavo. Sus padres no acudieron a su boda hace 11 años. Sin que nadie le susurrara al oído una solución, ella misma dijo que tampoco vendrían a la entronización. Una salida airosa, elegante incluso, para un momento trascendente en la historia de un país que cumple 200 años como monarquía.
Y ahora la pregunta que nadie se atreve a verbalizar: ¿acabará por hacerle sombra la reina Máxima al rey Guillermo? Van Ditzhuyzen no lo cree así. En su opinión, ella estará más libre para seguir con sus otras actividades como patrona de la Cátedra Príncipe Claus y miembro del Comité Nacional para la Promoción de las Inversiones. Sin olvidar el apoyo a las mujeres inmigrantes y el Fondo Orange, destinado a promocionar iniciativas sociales y que comparte con su esposo. “El mayor problema que han tenido, la compra de una casa en Mozambique en plena crisis, ya se ha resuelto. Fue una tontería, pero comprendieron que su vida está llena de privilegios y también de inconvenientes. Aunque su popularidad bajó mucho en ese momento, ya se ha recuperado”, asegura.
El asunto de Mozambique fue espinoso y con ramificaciones de dudosa defensa. En busca de privacidad durante sus vacaciones, la pareja principesca adquirió una villa en la playa africana de Machangulo. Un lugar maravilloso y apartado. Tanto que para llegar ocasionaban grandes gastos de desplazamiento de los cuerpos de seguridad. Además del consiguiente trasiego de vuelos intercontinentales. Cuando las críticas en casa arreciaron, acabaron vendiendo la propiedad por un precio simbólico. “Era un sueño cargado de buenas intenciones, pero no puede oscurecer nuestra labor”, dijeron el año pasado. Por el camino se supo que habían girado una parte del pago a un agente inmobiliario con cuenta corriente en la isla de Jersey, un paraíso fiscal en el Canal de la Mancha. Los Orange pagaron sus impuestos, pero la impresión dada no era buena.
Guillermo de Orange era un príncipe todavía sin rumbo fijo cuando conoció a la joven argentina Máxima Zorreguieta en 1999, en la Feria de Sevilla. De inmediato, pidió a su madre que confiara en él haciendo una solemne declaración: “Se llama Máxima y es argentina. Confía en mí”, dijo. Guillermo estaba en verdad enamorado, y la soberana, que había rechazado a todas las candidatas anteriores, asintió. Poco después, ella misma se convirtió en admiradora y confidente de una Máxima con la que comparte veraneos familiares en su residencia de la costa italiana. Y a la que ha visto aprender el oficio real sin rendir su personalidad, ni la sonrisa luminosa que encandila a sus compatriotas europeos.
Guillermo de Orange era un príncipe todavía sin rumbo fijo cuando conoció a la joven argentina Máxima Zorreguieta en 1999, en la Feria de Sevilla. De inmediato, pidió a su madre que confiara en él haciendo una solemne declaración: “Se llama Máxima y es argentina. Confía en mí”, dijo. Guillermo estaba en verdad enamorado, y la soberana, que había rechazado a todas las candidatas anteriores, asintió. Poco después, ella misma se convirtió en admiradora y confidente de una Máxima con la que comparte veraneos familiares en su residencia de la costa italiana. Y a la que ha visto aprender el oficio real sin rendir su personalidad, ni la sonrisa luminosa que encandila a sus compatriotas europeos. MICHEL PORRO WIREIMAGE
Vendida la casa de Mozambique y pasada la tormenta, un año después se hicieron con una villa de tres viviendas, piscina y playa y embarcadero privados en Grecia. Situada en la península del Peloponeso, abonaron 4,5 millones de euros. Esta vez la ciudadanía no se alteró y el Parlamento lo consideró “un asunto privado”. Guillermo y Máxima tienen asimismo un rancho en la Patagonia argentina, tierra que visitan a menudo. La última vez, la pasada Navidad.
Guillermo y Máxima serán la primera pareja de su generación que se convierten en reyes del siglo XXI. Por tanto, todas las miradas estarán puestas en ellos. Les corresponde demostrar si la monarquía en Europa sigue siendo necesaria en estos tiempos.
Como sucede con sus coetáneas europeas, Máxima es también una princesa mediática, un escaparate de estilo. La prensa social las persigue a todas, desde Noruega hasta España, y analiza con detalle los modelos que lucen.
Máxima sale airosa en este aspecto. Al contrario de su esposo, que siempre recela de la prensa y ha admitido que le resulta difícil aunar su vida pública y privada, la princesa abraza las cámaras con naturalidad. Posiblemente resulte difícil encontrar una foto donde no aparezca sonriente y habladora. Con su vestido nupcial, firmado por el modisto italiano Valentino, hizo un sincero alarde gestual. Privada de sus padres durante la boda en la Iglesia Nueva de Ámsterdam, lloró con dignidad al son de un tango, el preferido de su progenitor. En la escena del balcón, el tradicional beso fueron varios, largos y entre risas. Ella estaba feliz. Él, feliz y ruborizado.
Cuando acude de invitada a otras bodas o ceremonias reales es una de las figuras a seguir. A veces, como en el enlace de los herederos de Luxemburgo, lleva conjuntos llamativos del belga Edouard Vermeulen que casi cortan la respiración. No importa. Los luce con aplomo. Con los trajes largos sucede otro tanto. Las telas son espectaculares; los volantes, incontables, y su porte, como si hubiera nacido para ser princesa. Una exposición de una veintena de sus modelos organizada en 2011 en el palacio Het Loo fue la más visitada del país. Es posible que las holandesas no se atrevan con el estilo de Máxima, amante de ocres, marrones y rojos, pero lo admiran sin reservas.
A punto de compartir la corona, el papel de la princesa como madre se pondrá también a prueba. Amalia, su hija mayor, pasará a ser la heredera del trono. Tiene 10 años y es una niña despierta, con gran facilidad para los idiomas. Es pronto para tanta responsabilidad, y Máxima y Guillermo quieren darle la mayor estabilidad posible. De momento, todos seguirán viviendo en Wassenaar, un municipio elegante cercano a La Haya. Cuando el palacio Huis ten Bosch esté acondicionado, se trasladarán a la ciudad. El cambio abre una nueva etapa y merece una apostilla casi cinematográfica, como su propia vida: la aventura continúa.
Los deberes de una Reina
Las nuevas funciones y responsabilidades de Doña Letizia como consorte del Rey, se unen al fuerte escrutinio al que le someterá la opinión pública
La princesa Letizia y el príncipe Felipe durante la cena de gala ofrecida por los Reyes al presidente de México - reuters
ISABEL MIRANDA
11/06/2014 00:00h - Actualizado: 08/08/2014 10:26h.
Guardado en: España El Rey abdica
La sociedad española va a ser muy exigente con ella, dicen los expertos. Con la Reina Letizia. El país que recibirá el próximo 18 de junio a los nuevos Reyes de España es más crítico, más refractario y más severo que nunca con quienes ostentan algún cargo o gozan de algún privilegio. A la vez que Doña Letizia da el gran salto —de dar apoyo a las funciones del Heredero a desempeñar el papel de consorte—, el escrutinio sobre ella será máximo. Al fin y al cabo, es la gran novedad de la sucesión.
La todavía Princesa de Asturias se enfrenta a todo un desafío: ocupar el lugar del miembro de la Casa Real más querido por los españoles, la Reina Sofía, quien se ha ganado a pulso el aprecio con su buen hacer. «La Reina es el miembro más valorado porque siempre ha cumplido con su papel, ha estado en su sitio y eso es lo que la gente valora: que no haya escándalos, que no haya comentarios, que no haya chismes. Que una persona cumpla con el papel institucional que tiene asignado», dice el especialista en Monarquía Fernando Rayón.
Ahora es el turno de Doña Letizia, quien en los últimos diez años se ha preparado a fondo para sus nuevas funciones, pasando por diversas etapas que desembocaron en 2007 con el desarrollo de una agenda propia centrada en la infancia y la juventud, la educación y la sanidad.
Una Reina, a diferencia de una Princesa, tiene un papel protagonista en los actos institucionales a los que acude el soberano y, a su vez, ejerce una función institucional de manera individual en foros y acciones sociales, explica Gerardo Correas, presidente de la Escuela Internacional de Protocolo (EIP). «Como consorte del jefe de la Casa Real española, deberá ejercer las funciones en la Casa Real de acuerdo al funcionamiento interno de su familia», dice, sin olvidar ni su papel en la formación de las Infantas Leonor y Sofía, ni tampoco su trascendencia como personaje mediático. «Se le van a exigir una serie de valores que potencien la estabilidad de la propia institución así como el cuidado de su imagen personal, que estará bajo la mirada de todos», explica Correas.
«La sociedad está buscando liderazgos más humildes y sencillos, más próximos y naturales»Porque cuando se convierta en Reina, no solo cambiará su papel institucional sino también las exigencias de la opinión pública. «La sociedad española está buscando liderazgos más humildes y sencillos, más próximos y naturales», dice Antoni Gutiérrez-Rubí, experto en Comunicación Política. «Son cualidades que los Príncipes de Asturias ya tienen, pero que ahora hay que explotar al máximo: la cercanía, la humildad, la proximidad e incluso la sobriedad. Son cualidades que la sociedad exige y reclama junto con la transparencia».
Y todo ello, sumado a que va a ser «carne de cañón» mediática. De hecho, como ya destacaba Almudena Martínez-Fornés en ABC, en estos diez años la Princesa «ha ejercido su función institucional de forma correcta y no ha cometido ningún error importante, pero cualquier asunto menor que la afectara se ha convertido en objeto de debate»: la forma de vestir, un comentario informal en un corrillo o el número de veces que repetía un modelo, entre otros. Coincide el presidente de la Escuela Internacional de Protocolo: «En ningún momento se le ha podido, excepto los acostumbrados chismes de repetición de vestido, etc., reprochar absolutamente nada que sea de verdad importante».
La construcción de un modelo
Al final, la tradición, los comportamientos y los antecedentes fijarán buena parte del margen de maniobra que tendrá Doña Letizia, siempre de acuerdo con su esposo y futuro Rey. Pero lo que se presentan no solo son responsabilidades, sino también oportunidades. «Conocemos bien al Príncipe y su preparación, mientras que Doña Letizia tiene ahora la oportunidad de darse a conocer a la sociedad española y ganarse su afecto y respeto, adicionalmente al que ya tiene. No me cabe ninguna duda de que en este sentido ella ha sido fundamental para la percepción española del Príncipe Felipe», dice Gutiérrez-Rubí.
Por ello, todos los expertos coinciden en que, aunque la Reina Sofía le sirva de referente, Doña Letizia debe construir su propio modelo. «Doña Letizia no debería copiar como si fuera un calco la actuación de Doña Sofía. Se trata de desempeñar las funciones que le vienen de manera profesional pero siendo ella misma, sin querer parecerse a nadie», dice el director de la EIP.
«Su conexión con la sociedad española le va a permitir estar cerca de sensibilidades»Por su forma de ser y su trayectoria, la futura Reina tendría su propio público. «Su conexión con la sociedad española le va a permitir tocar flancos, atender públicos y estar cerca de sensibilidades que quizá al futuro monarca no le resultarían tan fáciles», dice Gutiérrez-Rubí. Por edad, por temperamento y por comportamiento, la actual Princesa de Asturias podría conectar bien con la gente joven urbana y profesional.
Y, aunque los españoles vayan a ser especialmente duros con ella, como comenta Rayón, será muy positiva la frescura y originalidad que aporte. Eso sí, «tiene que aprender de la discreción y de ese papel estrictamente ceñido a sus funciones de Consorte del Rey» que desempeñó tan bien la Reina Sofía, opina el experto.
Para Correas no cabe duda. «Doña Letizia actuará muy consciente de las funciones de Reina, incluso cayendo en la cabezonería, empeñada en ejercerlas a la perfección, sabiendo lo que significa de ayuda a la labor del Jefe de Estado. En eso está y de momento, mi sensación es la de una profesionalidad envidiable».
Qué hará Máxima como reina de Holanda?
30 abril 2013
máxima Zorreguieta y Guillermo Alejandro
Los nuevos monarcas tratarán de mantener sus cargos honoríficos y patronazgos actuales."No seré jefa de Estado". Así respondió la argentina Máxima Zorreguieta cuando recientemente se le preguntó cuál sería su papel a partir de este martes, cuando se convierte en reina de Holanda.
Como esposa del heredero Guillermo Alejandro, la hasta ahora princesa Máxima asumirá el papel de "consorte", como se llama entre la realeza a la pareja de un monarca.
De acuerdo con el diccionario, los consortes son personas que "litigan unidas, formando una sola parte en el pleito". Una definición con ribetes románticos, si se quiere, pero que en el caso de la monarquía se traduce en pocas aplicaciones prácticas.
Por regla general, se entiende que un consorte real comparte el título por matrimonio, pero no las funciones o atribuciones de su compañero.
"No cambia mucho"
La primera cuestión es si el ascenso de "princesa consorte" a "reina consorte" significa asumir más responsabilidades.
Pero Máxima lo ha dejado claro: la diferencia no será muy grande.
"Seguiré apoyando a mi marido, ahora en su papel de rey (...) Por lo tanto, para mí todo sigue como hasta ahora en mi rol de princesa. Y eso se traduce en hacer mi trabajo para unir a las personas, representar a Holanda y estimular a la gente para que pueda tener un mejor futuro", contestó en entrevista con las cadenas de televisión holandesas NOS y RTL, a mediados de abril.
Máxima intentará por tanto mantener sus funciones, especialmente en el ámbito internacional. Eso incluye una serie de cargos honoríficos y patronazgos, sobre cuya continuidad la pareja tomará una decisión más adelante.
Image caption
Para Máxima, es importante poder representar a Holanda en el exterior.
El patronazgo más prominente que ejercen Guillermo Alejandro y Máxima es el del Fondo Orange, que se dedica a mejorar el bienestar y la cohesión social en Holanda.
Valor como relaciones públicas
Desde el comienzo, la princesa Máxima hizo un esfuerzo por no quedar reducida a una figura decorativa.
Y quizá el papel más importante que puede desempeñar como reina ya lo ha tenido como princesa: su figura le ha aportado a su esposo Guillermo Alejandro y a la Casa Real holandesa un atractivo que no tenían antes de su llegada.
"Personalmente creo que ella contribuyó con su encanto personal a la popularidad de Guillermo Alejandro. Él no era muy popular, se le consideraba no muy inteligente, aunque hay quienes dicen que sí lo es", le dice la traductora holandesa Ingrid de Vries a BBC Mundo.
Seguiré apoyando a mi marido, ahora en su papel de rey. Pero no seré jefa de Estado. Por lo tanto, para mí todo sigue como hasta ahora en mi rol de princesa
Máxima Zorreguieta, reina de Holanda
"La reina Beatriz pronto se dio cuenta de las características positivas de Máxima y le abrió las puertas de la familia", añade el argentino Alejandro Pintamalli, periodista de Radio Nederland, la emisora internacional de Holanda.
"Hay mucho más consenso en torno a la monarquía que en 1980 y esto se debe en gran parte a ella. Todo esto lo allanó la princesa con su carisma, la gente era pasiva respecto a la figura de él", agrega.
Diferentes informes publicados con motivo del cambio de monarca sugieren efectivamente que la popularidad de la Casa Real goza de buena salud. Según el diario holandés Trouw, la institución cuenta con el apoyo del 79% de la población holandesa.
Además, la imagen de Guillermo Alejandro ha mejorado, en el sentido de que se le ve más humano, más implicado y menos formal. Aün así, la misma encuesta indica que el rey sigue siendo menos popular que su madre y su esposa. Máxima recibió una puntuación de 7,8, mientras que la de Guillermo Alejandro es 7,2.
Compromiso social y finanzas
En el terreno de las obras sociales, la hasta ahora princesa, economista de profesión, se desempeña desde 2009 como Abogada Especial del Secretario General de Naciones Unidas para la Financiación para el Desarrollo Inclusivo, puesto que busca hacer accesibles los servicios financieros a la población en general.
Lo que opinan en Argentina
Desde septiembre de 2010, es presidenta de honor de la plataforma Wijzer in geldzaken (Cómo manejar con inteligencia el dinero), que intenta llamar la atención sobre la importancia de la educación financiera para jóvenes, desde la escuela primaria.
En calidad de reina, espera poder mantener el mismo ritmo y seguir aportando en el campo económico y social.
Sin embargo, algunos se preguntan si deberá ser más cuidadosa en su nuevo papel.
Máxima asegura que siempre lo ha sido y que por eso ha contado con la confianza de quienes le han dado responsabilidades, pero el revuelo causado por algunas de sus declaraciones indica que todo cuidado es poco cuando se ocupa un cargo de tanta exposición mediática.
"Justo después del anuncio de la abdicación de la reina Beatriz alguien le preguntó a Máxima cómo se sentía", le contó a BBC Mundo Etienne Glebbeek, periodista de la televisión pública NOS.
"Ella dijo que 'iba a ser muy difícil suceder a su suegra', y enseguida surgieron numerosas críticas, por cuanto ella no va a suceder a nadie. Es Guillermo Alejandro quien sucede a la reina".
Probablemente esto explica que en la entrevista mencionada anteriormente, en la que apareció junto con su esposo, se mantuviera en un estudiado segundo plano.
Todos quieren que el protagonista del día sea Guillermo Alejandro. Pero no cabe duda de que muchas de las cámaras se dirigirán hacia Máxima. Ahora y después de la investidura.
El nuevo auge de dos monarquías europeas
Las esposas de los candidatos a las coronas de los Países Bajos y España les han dado un nuevo auge a las monarquías. Ninguna de ellas tenía algún título nobiliario; pero si un buen nivel académico y un gran carisma.
La princesa Letizia y el príncipe Felipe.Este martes la princesa Máxima festejará su cumpleaños número 40; asimismo por estos días, Holanda celebra los diez años de la princesa en la familia real con una exposición en el Het Loo y el Parlamento holandés en La Haya la ha habilitado para que en el caso de que la reina Beatriz claudique o fallezca, Máxima pueda acceder al trono como jefe de Estado de los Países Bajos junto con su marido el príncipe Guillermo.
Una futura reina con empatía e inteligencia
Tanto la exposición en el Het Loo y su habilitación como princesa con derecho al trono, no son más que los logros de una mujer inteligente y simpática que se ha sabido ganar tanto a los nobles de la corona holandesa, como a los súbditos y a la clase política.
Su biografía ha tenido mucho que ver con su éxito: la princesa Máxima estudio hasta el bachillerato en la escuela bilingüe Northlands School (español/inglés), en Argentina; después se graduó en economía. Completó su formación con un máster en Boston, Estados Unidos.
Máxima, en familia.
Máxima, en familia.
Mientras hacía sus estudios universitarios trabajó en el Departamento de Ventas de Boston Securities SA en Buenos Aires. A este trabajo le siguieron sus labores en el HSBC James Capel Inc. en Nueva York donde llegó a ser vicepresidenta de ventas institucionales para América Latina.
A partir de entonces y hasta julio de 1999 fue vicepresidenta de la división de mercados emergentes de Dresdner Kleinwort Benson en Nueva York. Después cambió de trabajo a Deutsche Bank en la misma ciudad, donde llegó a ser vicepresidenta de Ventas Institucionales. En 2000 cambió su lugar de trabajo a la oficina del Deutsche Bank en Bruselas, donde laboró hasta el 2001.
Por otro lado, su habilidad para aprender idiomas fue un punto predominante para ganarse al pueblo holandés.
Además, la princesa Máxima se ha dedicado desde hace años a promover la concesión de microcréditos en todo el mundo. Es la abogada especial del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon en el área de créditos a los pobres. Estos microcréditos permiten a la gente de bajos recursos montar una pequeña empresa para procurar el sustento de su familia.
La princesa Letizia de Asturias, España
Este 22 de mayo se cumplirán cinco años, que la boda de los príncipes de Asturias. A diferencia del caso holandés, en España la consorte del heredero al trono recibe el derecho de ser reina en el momento del matrimonio. Así la periodista Letizia Ortiz Rocasolano pasó a convertirse tras su enlace con Felipe de Borbón y Grecia en su alteza real, princesa de Asturias.
La suya es una biografía brillante en los medios, titulada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó ya desde sus estudios a colaborar con el diario español ABC y con la agencia EFE, donde se integró en el área de política internacional. Después, ya como becaria del periódico La Nueva España de Oviedo se dedicó a las áreas de economía, televisión y espectáculos. A continuación obtuvo un máster en información audiovisual y viajó a México para comenzar sus estudios de doctorado (que no terminó) y trabajar en el periódico Siglo 21, de Guadalajara.
En televisión ha aparecido en la cadena estadounidense Bloomberg TV, canal privado especializado en economía, finanzas y mercados, con filial en España. Ha sido también presentadora, redactora y reportera en CNN plus, el canal privado formado por la estadounidense CNN y Canal plus. También ha realizado una pequeña incursión en el cine con el papel de ángel en el cortometraje producido por EFE "La mirada del ángel".
En el año 2000 se incorporó a Televisión Española, donde trabajó con el equipo de edición de Telediario Segunda Edición, y presentó el Telediario Matinal e Informe Semanal. En su calidad de enviada especial a diferentes partes del mundo cubrió acontecimientos como el 11-S, la guerra de Irak y el desastre del buque petrolero Prestige en 2003.
Letizia recibió en el 2001 el Premio Larra que concede la Asociación de la Prensa por su labor como Mejor Periodista menor de 30 años.
Actualmente la princesa se ha convertido en una figura popular en los medios: aparece en portadas de las revistas por su glamour; sin embargo, aparte de la actividad institucional pública, la princesa realiza visitas privadas, sin presencia de los medios de comunicación, a hospitales infantiles e instituciones benéficas. Letizia sigue ahora una agenda personal, dentro de las áreas tradicionales de la Corona, en la que se ha concentrado en la infancia y la juventud, en niños a partir de cinco o seis años hasta los diecisiete o dieciocho, un grupo de población en el que ella es muy querida.
Autora: Patricia Vera-Camacho
Editor: Pablo Kummetz
Fecha 16.05.2011
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