Quién es Hans-Adam II, el príncipe más rico de Europa que lidera Liechtenstein, uno de los países más pequeños del mundo
Redacción
BBC Mundo
30 octubre 2017
Hans-Adam II
Su fortuna está estimada en US$4.400 millones según el Índice Bloomberg.
Hans-Adam II von und zu Liechtenstein es el príncipe más rico de Europa, líder de una monarquía absoluta en un país con apenas 38.000 habitantes.
No solo heredó una fortuna de la época de las cruzadas que creció con la fama de Liechtenstein, un principado que está entre Suiza y Austria, como paraíso fiscal.
Es dueño de un exclusivo banco privado y tiene poderes como para disolver el parlamento, nombrar jueces o vetar decisiones populares.
Su patrimonio está valorado en US$4.400 millones según el Índice Bloomberg.
Posee tierras, castillos, dos palacios en Viena, inversiones desconocidas, una valiosa colección renacentista que incluye obras de Rembrandt y Rubens y, lo más importante, un banco privado cuyos clientes son empresas y billonarios llamado LGT Group.
El valor del banco subió 64% este año, sumando US$1.700 millones a su fortuna personal.
Hans-Adam II vive en un castillo construido en un acantilado en el país europeo que lleva su nombre. Desde que era muy joven estuvo involucrado en la conducción del país y, después de obtener una licenciatura en Economía y Negocios de la Universidad de San Gallen en Suiza, su padre le encomendó que reorganizara el imperio familiar, para mejorar la eficiencia de su gestión.
Hans-Adam II
Hans-Adam II lidera la única monarquía absoluta en Europa.
Cerró varas divisiones del banco que no estaban generando ganancias y focalizó su cartera de clientes hacia instituciones y personas con los más altos niveles de riqueza.
Conocido como "Su Alteza Serena", es el jefe de Estado y soberano de Liechtenstein, uno de los países más pequeños del mundo. No ostenta el título de rey porque Liechtenstein es un principado, al igual que el Principado de Mónaco.
Se casó con la condesa Marie Kinsky von Wchinitz und Tettau, con quien tuvo cuatro hijos, de los cuales el heredero es el príncipe Alois, quien desde 2004 recibió el poder de su padre para tomar decisiones gubernamentales en el día a día, como una forma de preparar la transición.
Monarquía absoluta por voto popular
En el país hay una Monarquía Constitucional, donde la soberanía del Estado es supuestamente compartida entre el príncipe y los ciudadanos.
Pero en el año 2003 un 64% de la población votó a favor de darle amplios poderes políticos a Hans-Adam II en un referendo constitucional.
Hans-Adam II
El multimillonario príncipe pertenece a una de las familias nobles más antiguas de Europa.
Con ese resultado, Liechtenstein se convirtió en la única monarquía absoluta europea. En la práctica, le dio a Hans-Adam II el poder para nombrar y remover al gobierno, generando una ola de críticas y temores sobre el eventual nacimiento de una una dictadura monárquica.
Una década después se llevó a cabo otro referendo para limitar sus poderes -que incluyen vetar el resultado de votos populares, disolver el parlamento, designar jueces-, el cual fue rotundamente rechazado.
Una de las familias nobles más antiguas
El multimillonario príncipe pertenece a una de las familias nobles más antiguas de Europa. De hecho, uno de sus antepasados, Hugo Liechtenstein fue mencionado por primera vez en 1136.
En esa época las tierras familiares cubrían extensiones en lo que hoy son Alemania, Austria, Hungría y la República Checa.
Hans-Adam II
El valor del banco subió 64% este año.
Hoy, sin embargo, las tierras que posee Hans-Adam II están en Austria tienen un valor estimado en US$100 millones según el Índice Bloomberg, una fracción de la riqueza por concepto de tierras que tienen otras familias nobles que -aunque no son de la realeza- tienen propiedades adquiridas siglos atrás.
Por ejemplo Hugh Grosvenor, el séptimo duque de Westminster y Earl Cadogan, ambos dueños de gigantescos terrenos en Londres.
Paraíso fiscal
Por años Liechtenstein ha sido conocido como un paraíso fiscal, aunque en el último tiempo, el país ha hecho esfuerzos por cambiar esa imagen y reposicionarse como un centro financiero tradicional.
Las críticas públicas estallaron en 2000 cuando dos informes internacionales criticaron la permisividad de sus controles financieros y señalaron que el sistema bancario permitía que bandas de Rusia, Italia y Colombia lavaran dinero proveniente de actividades criminales.
Liechtenstein
Tanto así, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) comenzó a observar las regulaciones financieras del país, particularmente después de la crisis de 2008.
Los países más afectados por la falta de ingresos decidieron hacer todo lo posible para traer de vuelta activos escondidos en paraísos fiscales. Bajo estas presiones, fue así como Liechtenstein reformó gradualmente sus leyes, llegando a acuerdos impositivos con varios países.
Comenzó entonces una nueva etapa para un pequeño país que guarda millonarios secretos de su historia y que ha sido gobernado durante siglos por la misma familia.
Entre montañas, ríos y castillos parece un reino de aquellos que existen en los cuentos, pero en la realidad, podría uno imaginárselo como un gigantesco banco que mueve gigantescos capitales y donde la palabra democracia no se escucha habitualmente en las conversaciones de los súbditos reales.
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Liechtenstein: auge opositor en comicios legislativos
Lichtenstein Verluste für größte Regierungspartei bei Wahl (picture alliance/dpa/W. Kumm/C. Bruna)
El primer ministro de Liechtenstein, Adrian Hasler (izq.), y el vice primer ministro, Thomas Zwiefelhofer.
El partido conservador del primer ministro de Liechtenstein, Adrian Hasler, perdió cinco puntos porcentuales en las elecciones parlamentarias celebradas este domingo (5.2.2017) en el pequeño país centroeuropeo, donde la oposición ganó terreno. El Partido Cívico Progresista (FBP, por sus siglas en alemán) de Hasler recibió un 35,2 por ciento de los votos en las elecciones para renovar el Parlamento de 25 escaños. La conservadora Unión Patriótica (VU), aliada del FBP en la coalición de Gobierno, se mantuvo en un 33,7 por ciento.
Pese a que estos dos partidos mayoritarios conservaron su mayoría parlamentaria, el partido Los Independientes (DU) resultó el verdadero ganador de los comicios. Los populistas de DU ampliaron su representación parlamentaria a un 18,4 por ciento, por encima del 15,3 por ciento obtenido en la votación anterior en 2013, cuando compitieron por primera vez para las elecciones. La elección de este año en el principado, de sólo unos 38.000 habitantes, tuvo escaso debate sobre temas de importancia.
No obstante, Los Independientes impulsaron una plataforma que criticó a los dos principales partidos de Gobierno por querer dividirse a Liechtenstein entre ellos. La izquierda ambientalista Lista Verde sumó un 1,5 por ciento hasta alcanzar un 12,6 por ciento. Pese al resultado, la familia real continúa ejerciendo la máxima autoridad. Luis de Liechtenstein, príncipe heredero y regente del país, tiene el poder de suspender el Parlamento y disolver el Gobierno. También puede vetar leyes.
El poder político de la familia real está respaldado por su poder económico. Son dueños de LGT, el banco privado más grande poseído por una familia, que maneja activos por un total de 143.000 millones de francos suizos (144.000 millones de dólares). (dpa)
Fecha 05.02.2017
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Liechtenstein, la monarquía con más fortuna
Liechtenstein, la monarquía con más fortuna Liechtenstein, la monarquía con más fortuna
18 de enero de 2015 00:00 AM
Uno de los principados más pequeños del mundo se encuentra a la cabeza de las monarquías más ricas. Se trata del Liechtenstein, ubicado en el centro de Europa, entre Austria y Suiza, que según la revista Tatler, especialista en temas de la realeza, es la más adinerada de Europa. Su capital asciende a los 3.300 mil euros y son administrados por el príncipe Hans Adams II y por su hijo Maximiliano, el heredero. Las finanzas ocupan la principal actividad de esta familia, de hecho, lideran la directiva de Liechtenstein Global Trust.
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En contraste, la misma publicación señala que los reyes más pobres son los de Noruega, cuya cuenta bancaria suma 13 millones de euros, sin embargo hay opiniones encontradas al respecto pues en la propia Noruega se rumora que la fortuna del rey Harald V es superior y se encuentra en bancos suizos. Tatler atribuye el pequeño patrimonio de la familia Glücksburg al tiempo que tiene en el trono, pues data de 1905 cuando Noruega se separó de Suecia.
Otro capítulo que llama la atención en la información de Tatler es el que hace referencia a la transparencia, llevándose los lauros en esta categoría la Casa Orange-Nassau, de los Países Bajos, que junto a la Casa Real británica, es la más caras de mantener. El capital de la monarquía holandesa supera los 300 millones de euros y parte de ellos proceden de las acciones que posee en Shell, compañía petrolera holandesa.
La casa real que le cuesta menos dinero a sus súbditos es la de España.
Fuente
Tres cuestiones empíricas sobre la monarquía mientras se proclama una
1 Monarquías y repúblicas felices
2 Cosas en las que educar reyes puede ser mejor que elegir políticos
3 Referéndums tengas, y los ganes
Alberto Penadés
20/06/2014 - 01:46h
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En Liechtenstein, en 2012, los ciudadanos --o súbditos, no sé-- rechazaron en referéndum una reforma constitucional para limitar los poderes de veto legislativo de su monarca. La modesta iniciativa proponía que las leyes aprobadas en referéndum, por lo menos esas, no pudieran ser vetadas. Recibió el 76 % de los votos en contra. Un año antes el Príncipe había amenazado con vetar una ley permitiendo el aborto; no hizo falta porque los propios liechtensteinianos se la cargaron en referéndum. Como sus vecinos suizos, apenas dejan pasar un año sin su plebiscito; en 2012 también rechazaron un nuevo hospital público pero aprobaron una ley de parejas de hecho (que si no la aprueban, pues ajo). La historia ilustra, para mí, la desconfianza que todos deberíamos sentir hacia los estados pequeños --y, horror, próximos-- así como hacia los referendos, aunque en ambas cosas estoy en minoría entre algunos amigos.
La historia también deja ver que la relación entre monarquía y democracia solo se puede simplificar, como con tantas cosas, a fuerza de simplificarse uno mismo.
Siguen unas consideraciones empíricas sobre el bienestar general en las monarquías, para quitarle drama, cuatro peticiones para el nuevo Rey de España, para hacerme alguna ilusión, y un vistazo histórico a los referéndums sobre la monarquía con vistas a quitarme la idea de la cabeza, y espero que a ustedes. Pueden leerse sueltos.
Democracia, bienestar e indiferencia monárquica
Sin duda hubo un tiempo en el que la república se oponía a la monarquía como la democracia a la autocracia. La mayor parte de las repúblicas democráticas que conocemos provienen de esa oposición (o, en el caso del continente americano, de su independencia de imperios monárquicos). Por eso mismo, la supervivencia de monarquías democráticas es síntoma de transiciones graduales y cambios institucionales relativamente poco violentos, lo que resulta fácil asociar con muchas cosas buenas. Y por eso las monarquías democráticas son algunos de los mejores lugares del mundo para vivir, aunque la monarquía tenga, seguramente, poco que ver con ello.
La conjunción de monarquía y democracia se asocia con los países más desarrollados económicamente y menos desiguales socialmente. De hecho, el Índice de Desarrollo Humano de las monarquías democráticas es el más alto del mundo: 0,84 en promedio, mientras que la media de las repúblicas democráticas es 0,78 –nada mal, tampoco puesto que promedio de las monarquías autocráticas está por debajo de 0,70, y eso que tienden a ser superricos, lo que es apenas el promedio de los 175 países del mundo para los que he visto el dato (en la base de datos del Quality of Government Institute de Gotenburgo). Miremos la feliz conjunción con algo más de detalle.
Para comenzar, si bien la mayor parte de los países libres son repúblicas, las monarquías son más frecuentes en estos países que en los países no libres. Lo malo es que las monarquías son especialmente autoritarias cuando lo son, pero lo bueno es que se asocian a un grado de libertad democrática incluso algo mejor que las repúblicas, cuando no lo son.
(Elaboración propia con los datos del Quality of Government Institute; la clasificación de países libres, parcialmente libres y no libres es de la Freedom House)
Uno de los factores que favorecen que un país haya “retenido” la forma monárquica del gobierno es su riqueza. Los más ricos son más monárquicos pero, sobre todo, hay que decirlo, entre los estados autoritarios. Sin embargo, también es importante notar que, entre los países libres, e incluso entre los parcialmente libres, un segundo factor es la igualdad social: en las democracias monárquicas hay menos desigualdad, aunque la cosa se invierte cuando se trata de monarquías dictatoriales.
(Elaboración propia con los datos del Quality of Government Institute)
Hay que insistir que aquí la relación es diagnóstica: hablamos de síntomas más bien que de causas. Lo probable es que una monarquía sobreviva en un país gracias a que las libertades públicas se hayan extendido con menos resistencia que en otros lugares, la desigualdad social sea menor y la riqueza sea mayor. Eso no quiere decir que la monarquía aporte igualdad, libertad o prosperidad. De hecho, los monarcas han sido y siguen siendo autócratas en muchos de lugares. Los presidentes, por cierto, también. Solo que es más probable que una monarquía se vuelva república que al revés; de ahí las relaciones que observamos, si suponemos que cierta estabilidad de las instituciones y el desarrollo económico y social son cosas afines.
Así, ningún rey es necesario, ni mucho menos suficiente, para tener democracia, igualdad o prosperidad. Necesaria es la democracia y, sin ella, un monarca es un vil dictador. Pero es cierto que, una vez que estos bienes se logran, un rey apartidista puede ser bueno para muchas cosas, lo que puede compensar la incongruencia (desde cuándo todo lo demás es cartesiano) del principio hereditario con la democracia política. En la medida en que tenemos los bienes fundamentales, cabe ser indiferente. Como cabe ser republicano por razones de principio, o monárquico por las opuestas (o, lo que es más común, por escepticismo y desconfianza en la naturaleza humana).
Al Rey de España
Tener a un Rey de nacimiento, frente a un Presidente electo, puede tener ventajas, y sobre ellas deberíamos construir su papel. Estas provienen de que es un Rey criado, y debe serlo con esmero, no de que sea un Rey nato. Pongo cuatro ejemplos que me parece que serían suficientes para que en España la mayoría de los ciudadanos estuvieran más que pasablemente contentos con la monarquía.
El Rey y su familia deberían hablar y emplear con frecuencia todas las grandes lenguas de España, catalán, euskera y portugués (ya puestos, mejor si conocen también la variante lusa, no solo la gallega; pueden repartírselas si no se animan con todas). No basta con acartonados elogios a la pluralidad, hay que hablarlas. Eso nunca lo va a hacer un político profesional, en España, con opciones de ser Presidente, que no suelen saber ni inglés. Tengo mucho más respeto que paciencia con los nacionalistas, ya lo digo, pero he sentido una clara simpatía con el que ahora es Rey cuando ha pronunciado discursos pasando del español al catalán, o todo en catalán; y hasta en euskera, aunque fuera leído sin entenderlo. Ayer debería haberlo hecho en el Congreso, para allanar el camino.
El Rey y su familia deberían hacerse atender en hospitales públicos. Es difícil que los políticos profesionales de “nivel presidencial” lo hagan. Entenderemos que no los pongan en lista de espera, como entendemos que usen un avión público propio. Pero vayan ustedes siempre a un hospital público, nazcan allí y, si no hay más remedio, mueran allí; háganse ese favor y háganselo a su país.
El Rey y su familia deberían ir a colegios o institutos públicos. Sé que es mucho pedir, pero hágannos ese favor a todos. Pueden ir un tiempo a la concertada, si quieren educación religiosa, pero pasen un tiempo en la pública. Yo esto no se lo puedo pedir ni al ministro de educación, que ya me pesa, pero al Rey sí, porque es un cargo para toda la vida. Entenderemos que tengan preceptores y profesores en casa, pero vayan a diario a las aulas donde aprende la mayoría.
El Rey y su familia deberían hacer públicos sus ingresos y su patrimonio. Nos gustaría que lo hicieran los políticos cercanos a los manejos del gobierno, pero al Rey se lo podemos pedir con más fuerza. Y así dará ejemplo.
Tendrá mucho más que hacer, y mucho ya se hace, pero hacen falta símbolos. En su mano está portarse como haría un “vulgar” Presidente –que, con rarísimas excepciones, es una persona de la élite política y social portadora de todos sus hábitos-- o como un Primer Ciudadano que se entrena y dedica su vida entera a representar al resto.
Referéndums tengas
Unas cuantas monarquías han sido suprimidas mediante un referéndum, así como otras han sobrevivido a esos trances. Si me aguantan otro rato, creo que nos conviene un paseo informado. Luego digo que no, espero que se den cuenta de que para que un rey pierda un referéndum todos tienen que estar en su contra porque haya hecho algo muy feo.
Entre los países que conservan a la Reina británica como su Jefe de Estado, Australia celebró un referéndum en 1999, que perdieron los republicanos (55% de votos para la monarquía) en todas partes salvo en la capital --será que allí también se olvidan los políticos capitalinos del país real. En Nueva Zelanda y en Canadá simplemente nadie está interesado en discutir la forma de gobierno y se mantienen pasivamente monárquicos. En Gran Bretaña misma, como en otro ramillo de países (Suecia, Dinamarca, Japón...) la corona nunca ha sido seriamente cuestionada. Es decir, en los tiempos de la democracia representativa: no hay que olvidar que en Londres decapitaron a un rey e instauraron una república –que duró un decenio- antes que en ningún otro sitio, en 1649.
Bélgica confirmó a su Rey en 1950, con un 57,7% de los votos. Fue una iniciativa conservadora, pues los socialistas no querían votar, no por nada, sino porque se temían una victoria ajustada y la división del país, como así fue: el rey ganó en Flandes y perdió en Valonia. En la vecina Holanda no ha habido referéndum, pero es un país con gran historia republicana: las Provincias Unidas fueron una de las repúblicas más duraderas y prósperas de Europa. Si en el siglo XIX se dieron un rey fue, hasta cierto punto, porque quisieron.
El referéndum más llamativo, desde el punto de vista monárquico-democrático, fue el que instauró la monarquía en Noruega en 1906. Tras el plebiscito que liquidó la “ unión personal” de Noruega y Suecia en 1905, que había durado casi un siglo (y que es el referéndum con el que saliva todo nacionalista, con más del 99% votando “independencia”) el parlamento le ofreció la corona a un príncipe danés, pero este solo quiso aceptarla si antes votaba el pueblo, cosa que hicieron, con un 79% a favor. Se le recuerda como a un hombre decidido y honesto, que en su momento plantó cara a los Nazis y amenazó con abdicar si el gobierno colaboraba con ellos.
Los islandeses, sin embargo, votaron república cuando decidieron cortar los restos de su unión personal con la corona danesa, en 1944 (con Dinamarca todavía ocupada). Unos años antes también Finlandia, tras varias dudas, encontró prudente convertirse en república tras su independencia total (el heredero era un alemán, y no estaba el horno para príncipes alemanes). Con ello quedaban dos “viejas monarquías” en el Norte, Suecia y Dinamarca, más una nueva y dos repúblicas.
En el Centro y Este de Europa la Primera Guerra Mundial se llevó a las principales monarquías por delante (los imperios alemán, austro-húngaro y ruso), y la Segunda a las pocas que quedaban. En general, la supresión fue violenta y definitiva ( Simeón de Bulgaria regresó a su país y ganó las elecciones en 2001… para convertirse en primer ministro).
En el Sur tenemos casos de todos los tipos. En Italia, tras la implicación de la monarquía en el fascismo y la guerra, se suprimió por referéndum en 1946, con un 54,3% de votos a favor de la república. En Portugal la monarquía fue depuesta por una sublevación armada en 1910 que fue degenerando en autoritarismo, sobre todo a partir de la revolución de 1926 (en Portugal la dictadura fue, a diferencia de España e Italia, republicana, y Salazar terminó con los vestigios del monarquismo cuando se consolidó en el poder).
España, Francia y Grecia han dudado varias veces en su historia y tienen repúblicas numeradas. Sin embargo parece que hay una ley de “a la tercera va la vencida”. La tercera república francesa, a partir de 1870, ya solo ha sido sustituida por otras repúblicas. Lo mismo sucede en Grecia, donde lo que ha habido es mucho referéndum y mucha lucha partidista por la forma de estado, con los resultados esperables: se confirmó a la monarquía en referéndum en 1920, se adoptó la república (llamada segunda república) en otro referéndum en 1924, se adoptó de nuevo la monarquía, mediante referéndum, en 1935 y se confirmó en otro referéndum en 1946, pero se volvió a adoptar la república, en referéndum, en 1974, y hasta hoy, tras una poco honrosa actuación del rey durante la dictadura militar precedente.
En España la monarquía fue confirmada democráticamente, por primera vez, en 1870: por 191 votos a favor “queda elegido Rey de los españoles el señor duque de Aosta”, dijo Ruiz Zorrilla, el Presidente de las Cortes. Hubo 62 votos por la República (60 por la federal, 2 por la unitaria) y una pedrea de votos a otros candidatos monárquicos. La Primera República sería, después, el resultado de la abdicación del Rey como, en la práctica, lo fue también la Segunda, en un país muy dividido.
Con el asesinato de Prim, que era el principal valedor de Amadeo I, no solo se truncó la primera experiencia de monarquía democrática, sino tal vez la gran oportunidad de una España democrática con liderazgo catalán. La Primera República fue también un régimen impulsado en gran medida desde Cataluña, pero la república federal era una alternativa demasiado claramente minoritaria, en ese momento, como para sobrevivir. Ya que está aquí, confiemos en que Felipe Sexto sea un poco como ese “señor duque de Aosta”, pero que acierte.
Solo soy uno más, pero me gustaría que hubiera una reforma constitucional votada en referéndum que confirmara (o modificara) la forma de Estado en el contexto de una reforma política y territorial, que es lo más importante. Hacer ahora un referéndum Rey-Sí-Rey-No francamente no me interesa ni sé adónde nos lleva. Le veo sentido, si acaso, dentro de unos años, si lo hace mal. Propónganlo si se empeñan, faltaría más, pero yo paso. No sé si se dan cuenta de que con eso solo le darían más poder al Rey en lo que no nos interesa que lo tenga, en su relación con los poderes democráticos, y se lo restaría solo en lo que puede ser más útil, en su capacidad simbólica.
20/06/2014
Fuente
Tres cuestiones empíricas sobre la monarquía mientras se proclama una
1 Monarquías y repúblicas felices
2 Cosas en las que educar reyes puede ser mejor que elegir políticos
3 Referéndums tengas, y los ganes
Alberto Penadés
20/06/2014 - 01:46h
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En Liechtenstein, en 2012, los ciudadanos --o súbditos, no sé-- rechazaron en referéndum una reforma constitucional para limitar los poderes de veto legislativo de su monarca. La modesta iniciativa proponía que las leyes aprobadas en referéndum, por lo menos esas, no pudieran ser vetadas. Recibió el 76 % de los votos en contra. Un año antes el Príncipe había amenazado con vetar una ley permitiendo el aborto; no hizo falta porque los propios liechtensteinianos se la cargaron en referéndum. Como sus vecinos suizos, apenas dejan pasar un año sin su plebiscito; en 2012 también rechazaron un nuevo hospital público pero aprobaron una ley de parejas de hecho (que si no la aprueban, pues ajo). La historia ilustra, para mí, la desconfianza que todos deberíamos sentir hacia los estados pequeños --y, horror, próximos-- así como hacia los referendos, aunque en ambas cosas estoy en minoría entre algunos amigos.
La historia también deja ver que la relación entre monarquía y democracia solo se puede simplificar, como con tantas cosas, a fuerza de simplificarse uno mismo.
Siguen unas consideraciones empíricas sobre el bienestar general en las monarquías, para quitarle drama, cuatro peticiones para el nuevo Rey de España, para hacerme alguna ilusión, y un vistazo histórico a los referéndums sobre la monarquía con vistas a quitarme la idea de la cabeza, y espero que a ustedes. Pueden leerse sueltos.
Democracia, bienestar e indiferencia monárquica
Sin duda hubo un tiempo en el que la república se oponía a la monarquía como la democracia a la autocracia. La mayor parte de las repúblicas democráticas que conocemos provienen de esa oposición (o, en el caso del continente americano, de su independencia de imperios monárquicos). Por eso mismo, la supervivencia de monarquías democráticas es síntoma de transiciones graduales y cambios institucionales relativamente poco violentos, lo que resulta fácil asociar con muchas cosas buenas. Y por eso las monarquías democráticas son algunos de los mejores lugares del mundo para vivir, aunque la monarquía tenga, seguramente, poco que ver con ello.
La conjunción de monarquía y democracia se asocia con los países más desarrollados económicamente y menos desiguales socialmente. De hecho, el Índice de Desarrollo Humano de las monarquías democráticas es el más alto del mundo: 0,84 en promedio, mientras que la media de las repúblicas democráticas es 0,78 –nada mal, tampoco puesto que promedio de las monarquías autocráticas está por debajo de 0,70, y eso que tienden a ser superricos, lo que es apenas el promedio de los 175 países del mundo para los que he visto el dato (en la base de datos del Quality of Government Institute de Gotenburgo). Miremos la feliz conjunción con algo más de detalle.
Para comenzar, si bien la mayor parte de los países libres son repúblicas, las monarquías son más frecuentes en estos países que en los países no libres. Lo malo es que las monarquías son especialmente autoritarias cuando lo son, pero lo bueno es que se asocian a un grado de libertad democrática incluso algo mejor que las repúblicas, cuando no lo son.
(Elaboración propia con los datos del Quality of Government Institute; la clasificación de países libres, parcialmente libres y no libres es de la Freedom House)
Uno de los factores que favorecen que un país haya “retenido” la forma monárquica del gobierno es su riqueza. Los más ricos son más monárquicos pero, sobre todo, hay que decirlo, entre los estados autoritarios. Sin embargo, también es importante notar que, entre los países libres, e incluso entre los parcialmente libres, un segundo factor es la igualdad social: en las democracias monárquicas hay menos desigualdad, aunque la cosa se invierte cuando se trata de monarquías dictatoriales.
(Elaboración propia con los datos del Quality of Government Institute)
Hay que insistir que aquí la relación es diagnóstica: hablamos de síntomas más bien que de causas. Lo probable es que una monarquía sobreviva en un país gracias a que las libertades públicas se hayan extendido con menos resistencia que en otros lugares, la desigualdad social sea menor y la riqueza sea mayor. Eso no quiere decir que la monarquía aporte igualdad, libertad o prosperidad. De hecho, los monarcas han sido y siguen siendo autócratas en muchos de lugares. Los presidentes, por cierto, también. Solo que es más probable que una monarquía se vuelva república que al revés; de ahí las relaciones que observamos, si suponemos que cierta estabilidad de las instituciones y el desarrollo económico y social son cosas afines.
Así, ningún rey es necesario, ni mucho menos suficiente, para tener democracia, igualdad o prosperidad. Necesaria es la democracia y, sin ella, un monarca es un vil dictador. Pero es cierto que, una vez que estos bienes se logran, un rey apartidista puede ser bueno para muchas cosas, lo que puede compensar la incongruencia (desde cuándo todo lo demás es cartesiano) del principio hereditario con la democracia política. En la medida en que tenemos los bienes fundamentales, cabe ser indiferente. Como cabe ser republicano por razones de principio, o monárquico por las opuestas (o, lo que es más común, por escepticismo y desconfianza en la naturaleza humana).
Al Rey de España
Tener a un Rey de nacimiento, frente a un Presidente electo, puede tener ventajas, y sobre ellas deberíamos construir su papel. Estas provienen de que es un Rey criado, y debe serlo con esmero, no de que sea un Rey nato. Pongo cuatro ejemplos que me parece que serían suficientes para que en España la mayoría de los ciudadanos estuvieran más que pasablemente contentos con la monarquía.
El Rey y su familia deberían hablar y emplear con frecuencia todas las grandes lenguas de España, catalán, euskera y portugués (ya puestos, mejor si conocen también la variante lusa, no solo la gallega; pueden repartírselas si no se animan con todas). No basta con acartonados elogios a la pluralidad, hay que hablarlas. Eso nunca lo va a hacer un político profesional, en España, con opciones de ser Presidente, que no suelen saber ni inglés. Tengo mucho más respeto que paciencia con los nacionalistas, ya lo digo, pero he sentido una clara simpatía con el que ahora es Rey cuando ha pronunciado discursos pasando del español al catalán, o todo en catalán; y hasta en euskera, aunque fuera leído sin entenderlo. Ayer debería haberlo hecho en el Congreso, para allanar el camino.
El Rey y su familia deberían hacerse atender en hospitales públicos. Es difícil que los políticos profesionales de “nivel presidencial” lo hagan. Entenderemos que no los pongan en lista de espera, como entendemos que usen un avión público propio. Pero vayan ustedes siempre a un hospital público, nazcan allí y, si no hay más remedio, mueran allí; háganse ese favor y háganselo a su país.
El Rey y su familia deberían ir a colegios o institutos públicos. Sé que es mucho pedir, pero hágannos ese favor a todos. Pueden ir un tiempo a la concertada, si quieren educación religiosa, pero pasen un tiempo en la pública. Yo esto no se lo puedo pedir ni al ministro de educación, que ya me pesa, pero al Rey sí, porque es un cargo para toda la vida. Entenderemos que tengan preceptores y profesores en casa, pero vayan a diario a las aulas donde aprende la mayoría.
El Rey y su familia deberían hacer públicos sus ingresos y su patrimonio. Nos gustaría que lo hicieran los políticos cercanos a los manejos del gobierno, pero al Rey se lo podemos pedir con más fuerza. Y así dará ejemplo.
Tendrá mucho más que hacer, y mucho ya se hace, pero hacen falta símbolos. En su mano está portarse como haría un “vulgar” Presidente –que, con rarísimas excepciones, es una persona de la élite política y social portadora de todos sus hábitos-- o como un Primer Ciudadano que se entrena y dedica su vida entera a representar al resto.
Referéndums tengas
Unas cuantas monarquías han sido suprimidas mediante un referéndum, así como otras han sobrevivido a esos trances. Si me aguantan otro rato, creo que nos conviene un paseo informado. Luego digo que no, espero que se den cuenta de que para que un rey pierda un referéndum todos tienen que estar en su contra porque haya hecho algo muy feo.
Entre los países que conservan a la Reina británica como su Jefe de Estado, Australia celebró un referéndum en 1999, que perdieron los republicanos (55% de votos para la monarquía) en todas partes salvo en la capital --será que allí también se olvidan los políticos capitalinos del país real. En Nueva Zelanda y en Canadá simplemente nadie está interesado en discutir la forma de gobierno y se mantienen pasivamente monárquicos. En Gran Bretaña misma, como en otro ramillo de países (Suecia, Dinamarca, Japón...) la corona nunca ha sido seriamente cuestionada. Es decir, en los tiempos de la democracia representativa: no hay que olvidar que en Londres decapitaron a un rey e instauraron una república –que duró un decenio- antes que en ningún otro sitio, en 1649.
Bélgica confirmó a su Rey en 1950, con un 57,7% de los votos. Fue una iniciativa conservadora, pues los socialistas no querían votar, no por nada, sino porque se temían una victoria ajustada y la división del país, como así fue: el rey ganó en Flandes y perdió en Valonia. En la vecina Holanda no ha habido referéndum, pero es un país con gran historia republicana: las Provincias Unidas fueron una de las repúblicas más duraderas y prósperas de Europa. Si en el siglo XIX se dieron un rey fue, hasta cierto punto, porque quisieron.
El referéndum más llamativo, desde el punto de vista monárquico-democrático, fue el que instauró la monarquía en Noruega en 1906. Tras el plebiscito que liquidó la “ unión personal” de Noruega y Suecia en 1905, que había durado casi un siglo (y que es el referéndum con el que saliva todo nacionalista, con más del 99% votando “independencia”) el parlamento le ofreció la corona a un príncipe danés, pero este solo quiso aceptarla si antes votaba el pueblo, cosa que hicieron, con un 79% a favor. Se le recuerda como a un hombre decidido y honesto, que en su momento plantó cara a los Nazis y amenazó con abdicar si el gobierno colaboraba con ellos.
Los islandeses, sin embargo, votaron república cuando decidieron cortar los restos de su unión personal con la corona danesa, en 1944 (con Dinamarca todavía ocupada). Unos años antes también Finlandia, tras varias dudas, encontró prudente convertirse en república tras su independencia total (el heredero era un alemán, y no estaba el horno para príncipes alemanes). Con ello quedaban dos “viejas monarquías” en el Norte, Suecia y Dinamarca, más una nueva y dos repúblicas.
En el Centro y Este de Europa la Primera Guerra Mundial se llevó a las principales monarquías por delante (los imperios alemán, austro-húngaro y ruso), y la Segunda a las pocas que quedaban. En general, la supresión fue violenta y definitiva ( Simeón de Bulgaria regresó a su país y ganó las elecciones en 2001… para convertirse en primer ministro).
En el Sur tenemos casos de todos los tipos. En Italia, tras la implicación de la monarquía en el fascismo y la guerra, se suprimió por referéndum en 1946, con un 54,3% de votos a favor de la república. En Portugal la monarquía fue depuesta por una sublevación armada en 1910 que fue degenerando en autoritarismo, sobre todo a partir de la revolución de 1926 (en Portugal la dictadura fue, a diferencia de España e Italia, republicana, y Salazar terminó con los vestigios del monarquismo cuando se consolidó en el poder).
España, Francia y Grecia han dudado varias veces en su historia y tienen repúblicas numeradas. Sin embargo parece que hay una ley de “a la tercera va la vencida”. La tercera república francesa, a partir de 1870, ya solo ha sido sustituida por otras repúblicas. Lo mismo sucede en Grecia, donde lo que ha habido es mucho referéndum y mucha lucha partidista por la forma de estado, con los resultados esperables: se confirmó a la monarquía en referéndum en 1920, se adoptó la república (llamada segunda república) en otro referéndum en 1924, se adoptó de nuevo la monarquía, mediante referéndum, en 1935 y se confirmó en otro referéndum en 1946, pero se volvió a adoptar la república, en referéndum, en 1974, y hasta hoy, tras una poco honrosa actuación del rey durante la dictadura militar precedente.
En España la monarquía fue confirmada democráticamente, por primera vez, en 1870: por 191 votos a favor “queda elegido Rey de los españoles el señor duque de Aosta”, dijo Ruiz Zorrilla, el Presidente de las Cortes. Hubo 62 votos por la República (60 por la federal, 2 por la unitaria) y una pedrea de votos a otros candidatos monárquicos. La Primera República sería, después, el resultado de la abdicación del Rey como, en la práctica, lo fue también la Segunda, en un país muy dividido.
Con el asesinato de Prim, que era el principal valedor de Amadeo I, no solo se truncó la primera experiencia de monarquía democrática, sino tal vez la gran oportunidad de una España democrática con liderazgo catalán. La Primera República fue también un régimen impulsado en gran medida desde Cataluña, pero la república federal era una alternativa demasiado claramente minoritaria, en ese momento, como para sobrevivir. Ya que está aquí, confiemos en que Felipe Sexto sea un poco como ese “señor duque de Aosta”, pero que acierte.
Solo soy uno más, pero me gustaría que hubiera una reforma constitucional votada en referéndum que confirmara (o modificara) la forma de Estado en el contexto de una reforma política y territorial, que es lo más importante. Hacer ahora un referéndum Rey-Sí-Rey-No francamente no me interesa ni sé adónde nos lleva. Le veo sentido, si acaso, dentro de unos años, si lo hace mal. Propónganlo si se empeñan, faltaría más, pero yo paso. No sé si se dan cuenta de que con eso solo le darían más poder al Rey en lo que no nos interesa que lo tenga, en su relación con los poderes democráticos, y se lo restaría solo en lo que puede ser más útil, en su capacidad simbólica.
20/06/2014
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MONARQUÍA / CRISIS EN LIECHTENSTEIN
El príncipe absoluto
HANS ADAM de Liechtenstein, una de las mayores fortunas del mundo, quiere más. Sus súbditos votan hoy si aceptan aumentar su poder
ANA ALONSO MONTES
Érase una vez un país minúsculo y próspero en el que vivía un príncipe tan rico como ambicioso. Un día, incómodo con las limitaciones del sistema democrático, decidió poner a prueba a su pueblo y obligarle a una declaración de amor incondicional.
Los súbditos de Hans Adam II de Liechtenstein tendrán que elegir hoy domingo en un referéndum entre los deseos del príncipe, que pretende erigirse en una especie de monarca pseudoabsolutista, y el sistema democrático que establece controles a la forma de ejercer el poder. La revolución desde arriba que impulsa el príncipe Hans Adam II está reforzada por una amenaza del monarca, que asegura que se irá a vivir a Viena si pierde en las urnas. «Amamos este país y nos sentimos muy vinculados a él, pero no puede tratarse de un amor unilateral», explicaba recientemente el príncipe al diario Liechtensteiner Vaterland.
El referéndum, al que están convocadas a votar 17.000 personas, se ha convertido en un plebiscito sobre Hans Adam II, que ha dividido al tranquilo país en dos sectores aparentemente irreconciliables: los monárquicos dispuestos a ceder todo para que la familia real siga en Liechtenstein, y quienes consideran que el príncipe se excede y sacrifica valores democráticos en su beneficio. Los votantes han de elegir entre una reforma constitucional que da más poder al príncipe y otra propuesta de un grupo de juristas que pretende privarle de su derecho a vetar las iniciativas populares que no le placen. El ex primer ministro Mario Frick, a quien los partidarios del príncipe califican de traidor a la patria y tratan de intimidar con desagradables mensajes en forma de cabeza de cerdo, acusa a Hans Adam II de querer volver a la última fase del absolutismo, al siglo XIX.
Si se fuera el príncipe, que en ningún momento ha dado a entender que renunciaría al trono sino que trasladaría su residencia, Frick cree que simplemente habría que enviar por correo las leyes a Viena para que las firmara, según ha dicho al Süddeutsche Zeitung.Así ocurría antes de 1938. Fue entonces cuando se trasladó a Vaduz el padre de Hans Adam, el príncipe Franz Josef II. Pero hay quienes asocian la riqueza y estabilidad del país a la familia principesca. «Sin Hans Adam II no somos nada», mantiene el presidente del Parlamento, Klaus Wanger, del Partido de Ciudadanos Progresistas, que gobierna desde 2001.
La reforma de la Constitución de 1921 que avala Hans Adam II le otorgaría amplios poderes en todos los asuntos de Estado, incluido el derecho de veto sobre las leyes votadas en el Parlamento, podría nombrar a los jueces, o revocar al gobierno sin justificación.El príncipe lleva en esta lucha desde 1992 y si sale victorioso, sería el único monarca en Europa con capacidad de acción sobre los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). En Liechtenstein se podría decir que el Estado es Hans Adam II. En su batalla le apoya su hijo y heredero, el príncipe Alois.
En un análisis publicado el pasado mes de diciembre, la comisión sobre democracia del Consejo de Europa destaca que la iniciativa de Hans Adam II supondría «un retroceso de graves consecuencias, ya que su lógica responde a la de un monarca que ejerce sus competencias según su propio entender».
REINO SIN AEROPUERTO
Enclavado entre Suiza y Austria, Liechtenstein carece de aeropuerto y de estación de ferrocarril. Para llegar hay que desplazarse hasta Zurich y desde ahí combinar tren y autobús hasta Vaduz, su capital. No parece que a la familia real le suponga un gran trastorno vivir en la cómoda Viena, donde posee el Stadtpalai y el Palais de Liechtenstein. Más duro resulta asumir que puede exiliarse el gran patrón de la región, que da trabajo de forma directa o indirecta a más de 2.000 personas en un país de 32.000 habitantes. Posee viñedos muy apreciados, una colección de arte de más de 2.000 obras y su familia regenta el Banco de Liechtenstein.Con una fortuna valorada en 2.000 millones de dólares, Hans Adam II, de 58 años, es el tercer monarca más rico del mundo según la revista Forbes. Sólo le superan el rey Fahd de Arabia y el sultán de Brunei.
En España se conoce al príncipe Hans Adam II, que ascendió al trono en 1989, por la prensa del corazón. Su hermana Nora es ahora viuda de Vicente Sartorius, el padre de la primera novia del Príncipe Felipe, Isabel Sartorius. De Tatiana de Liechtenstein, la hija pequeña de Hans Adam II y su esposa, Marie Agläe Kinsky, se habló como posible candidata a novia de Don Felipe. Desde el principado se desmintió la relación, e incluso se dice que Tatiana aclaró que a ella no le gustaba el heredero de la Corona española. Tatiana se casó y ya tiene dos vástagos.
La riqueza de Liechtenstein proviene de ser un paraíso fiscal.El dinero, sea cual sea su origen, es bienvenido, de modo que la mafia rusa, barones de la droga colombianos, o dictadores como Slobodan Milosevic, se cuentan entre los clientes de los bancos de Liechtenstein, según informaciones periodísticas. En Alemania, durante años el nombre del país salía a diario en la prensa cuando se hablaba del dinero negro o las cuentas secretas de la Unión Cristiano Demócrata (CDU).
En otro orden de cosas, Liechtenstein también puede presumir de ser uno de los grandes productores mundiales de dentaduras postizas y de comida preparada. Pese a que apenas viven 32.000 personas, unas 75.000 empresas tienen su domicilio fiscal en este curioso país, que fue admitido en la ONU en 1990. Poco frecuentado como destino turístico, algunos dicen que con razón dado que no es un sitio de gran oferta cultural o de diversión, recientemente sus autoridades dieron a conocer una iniciativa en la que el país entero se ofrece en alquiler a empresas que quieran organizar eventos extraordinarios. Por el nada módico precio de 870 dólares por persona y día se puede disponer de Liechtenstein, aunque en este coste no se incluyen los servicios del monarca.
De ganar en la consulta de hoy, Hans Adam II, que prácticamente sólo tendría que dar cuenta ante Dios de sus actos, haría Historia...pero con un gran salto hacia atrás.
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Liechtenstein acude a las urnas
1 julio 2012
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El príncipe heredero Alois de LiechtensteinDerechos de autor de la imagenREUTERS
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El príncipe heredero Alois ejerce un poder que algunos consideran excesivo.
El diminuto principado alpino de Liechtenstein está realizando un referendum para contener el poder del príncipe heredero Alois.
Actualmente él puede disolver el gobierno y vetar cambios políticos.
Las cosas llegaron a un punto crítico el año pasado durante un referendum para relajar la estricta prohibición del aborto.
Como católico devoto, el príncipe había amenazado con vetar cualquier cambio, una postura que según corresponsales desanimó a algunas personas de votar.
Los corresponsales destacan que incluso si el electorado vota para retirarle el veto, él podría vetar el resultado del referendum.
Quienes se oponen al cambio advierten que el príncipe podría irse si se siente ofendido, llevando consigo su negocio como dueño del banco más grande del país.
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El príncipe absoluto
HANS ADAM de Liechtenstein, una de las mayores fortunas del mundo, quiere más. Sus súbditos votan hoy si aceptan aumentar su poder
ANA ALONSO MONTES
Érase una vez un país minúsculo y próspero en el que vivía un príncipe tan rico como ambicioso. Un día, incómodo con las limitaciones del sistema democrático, decidió poner a prueba a su pueblo y obligarle a una declaración de amor incondicional.
Los súbditos de Hans Adam II de Liechtenstein tendrán que elegir hoy domingo en un referéndum entre los deseos del príncipe, que pretende erigirse en una especie de monarca pseudoabsolutista, y el sistema democrático que establece controles a la forma de ejercer el poder. La revolución desde arriba que impulsa el príncipe Hans Adam II está reforzada por una amenaza del monarca, que asegura que se irá a vivir a Viena si pierde en las urnas. «Amamos este país y nos sentimos muy vinculados a él, pero no puede tratarse de un amor unilateral», explicaba recientemente el príncipe al diario Liechtensteiner Vaterland.
El referéndum, al que están convocadas a votar 17.000 personas, se ha convertido en un plebiscito sobre Hans Adam II, que ha dividido al tranquilo país en dos sectores aparentemente irreconciliables: los monárquicos dispuestos a ceder todo para que la familia real siga en Liechtenstein, y quienes consideran que el príncipe se excede y sacrifica valores democráticos en su beneficio. Los votantes han de elegir entre una reforma constitucional que da más poder al príncipe y otra propuesta de un grupo de juristas que pretende privarle de su derecho a vetar las iniciativas populares que no le placen. El ex primer ministro Mario Frick, a quien los partidarios del príncipe califican de traidor a la patria y tratan de intimidar con desagradables mensajes en forma de cabeza de cerdo, acusa a Hans Adam II de querer volver a la última fase del absolutismo, al siglo XIX.
Si se fuera el príncipe, que en ningún momento ha dado a entender que renunciaría al trono sino que trasladaría su residencia, Frick cree que simplemente habría que enviar por correo las leyes a Viena para que las firmara, según ha dicho al Süddeutsche Zeitung.Así ocurría antes de 1938. Fue entonces cuando se trasladó a Vaduz el padre de Hans Adam, el príncipe Franz Josef II. Pero hay quienes asocian la riqueza y estabilidad del país a la familia principesca. «Sin Hans Adam II no somos nada», mantiene el presidente del Parlamento, Klaus Wanger, del Partido de Ciudadanos Progresistas, que gobierna desde 2001.
La reforma de la Constitución de 1921 que avala Hans Adam II le otorgaría amplios poderes en todos los asuntos de Estado, incluido el derecho de veto sobre las leyes votadas en el Parlamento, podría nombrar a los jueces, o revocar al gobierno sin justificación.El príncipe lleva en esta lucha desde 1992 y si sale victorioso, sería el único monarca en Europa con capacidad de acción sobre los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). En Liechtenstein se podría decir que el Estado es Hans Adam II. En su batalla le apoya su hijo y heredero, el príncipe Alois.
En un análisis publicado el pasado mes de diciembre, la comisión sobre democracia del Consejo de Europa destaca que la iniciativa de Hans Adam II supondría «un retroceso de graves consecuencias, ya que su lógica responde a la de un monarca que ejerce sus competencias según su propio entender».
REINO SIN AEROPUERTO
Enclavado entre Suiza y Austria, Liechtenstein carece de aeropuerto y de estación de ferrocarril. Para llegar hay que desplazarse hasta Zurich y desde ahí combinar tren y autobús hasta Vaduz, su capital. No parece que a la familia real le suponga un gran trastorno vivir en la cómoda Viena, donde posee el Stadtpalai y el Palais de Liechtenstein. Más duro resulta asumir que puede exiliarse el gran patrón de la región, que da trabajo de forma directa o indirecta a más de 2.000 personas en un país de 32.000 habitantes. Posee viñedos muy apreciados, una colección de arte de más de 2.000 obras y su familia regenta el Banco de Liechtenstein.Con una fortuna valorada en 2.000 millones de dólares, Hans Adam II, de 58 años, es el tercer monarca más rico del mundo según la revista Forbes. Sólo le superan el rey Fahd de Arabia y el sultán de Brunei.
En España se conoce al príncipe Hans Adam II, que ascendió al trono en 1989, por la prensa del corazón. Su hermana Nora es ahora viuda de Vicente Sartorius, el padre de la primera novia del Príncipe Felipe, Isabel Sartorius. De Tatiana de Liechtenstein, la hija pequeña de Hans Adam II y su esposa, Marie Agläe Kinsky, se habló como posible candidata a novia de Don Felipe. Desde el principado se desmintió la relación, e incluso se dice que Tatiana aclaró que a ella no le gustaba el heredero de la Corona española. Tatiana se casó y ya tiene dos vástagos.
La riqueza de Liechtenstein proviene de ser un paraíso fiscal.El dinero, sea cual sea su origen, es bienvenido, de modo que la mafia rusa, barones de la droga colombianos, o dictadores como Slobodan Milosevic, se cuentan entre los clientes de los bancos de Liechtenstein, según informaciones periodísticas. En Alemania, durante años el nombre del país salía a diario en la prensa cuando se hablaba del dinero negro o las cuentas secretas de la Unión Cristiano Demócrata (CDU).
En otro orden de cosas, Liechtenstein también puede presumir de ser uno de los grandes productores mundiales de dentaduras postizas y de comida preparada. Pese a que apenas viven 32.000 personas, unas 75.000 empresas tienen su domicilio fiscal en este curioso país, que fue admitido en la ONU en 1990. Poco frecuentado como destino turístico, algunos dicen que con razón dado que no es un sitio de gran oferta cultural o de diversión, recientemente sus autoridades dieron a conocer una iniciativa en la que el país entero se ofrece en alquiler a empresas que quieran organizar eventos extraordinarios. Por el nada módico precio de 870 dólares por persona y día se puede disponer de Liechtenstein, aunque en este coste no se incluyen los servicios del monarca.
De ganar en la consulta de hoy, Hans Adam II, que prácticamente sólo tendría que dar cuenta ante Dios de sus actos, haría Historia...pero con un gran salto hacia atrás.
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Liechtenstein acude a las urnas
1 julio 2012
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El príncipe heredero Alois de LiechtensteinDerechos de autor de la imagenREUTERS
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El príncipe heredero Alois ejerce un poder que algunos consideran excesivo.
El diminuto principado alpino de Liechtenstein está realizando un referendum para contener el poder del príncipe heredero Alois.
Actualmente él puede disolver el gobierno y vetar cambios políticos.
Las cosas llegaron a un punto crítico el año pasado durante un referendum para relajar la estricta prohibición del aborto.
Como católico devoto, el príncipe había amenazado con vetar cualquier cambio, una postura que según corresponsales desanimó a algunas personas de votar.
Los corresponsales destacan que incluso si el electorado vota para retirarle el veto, él podría vetar el resultado del referendum.
Quienes se oponen al cambio advierten que el príncipe podría irse si se siente ofendido, llevando consigo su negocio como dueño del banco más grande del país.
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LOS JUDÍOS ACUSAN AL SOBERANO DE BURLARSE DEL HOLOCAUSTO
Los judíos alemanes y el príncipe de Liechtenstein se enfrentan por las leyes de secreto bancario
Actualizado lunes 17/08/2009 13:49
El príncipe Alois, hijo del príncipe Hans-Adam II. | Afp
Reuters
Berlín.- El Consejo Central de Judíos de Alemania ha acusado al príncipe de Liechtenstein, Hans-Adam II, de convertir el Holocausto en una "burla" al decir que el secreto bancario en su principado había ayudado a salvar a muchos judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
El príncipe hizo estos comentarios en una entrevista con el diario Liechtensteiner Volksblatt, en la que afirmó que Liechtenstein y Suiza habían "salvado la vida de muchas personas, especialmente judíos", gracias a sus leyes de secreto bancario.
Hans-Adam II añadió que Alemania "debería pensar en su propio pasado" antes de atacar a Liechtenstein y a otros países por políticas bancarias que, según Berlín, alientan a la evasión de impuestos.
El Consejo Central de Judíos de Alemania ha criticado duramente los comentarios, calificándolos como una falsa descripción del evento histórico.
"Los comentarios supusieron una burla del Holocausto y de los que sobrevivieron", ha dicho Stephan Kramer, secretario general del Consejo, al diario Bild.
"Es un intento de utilizar el Holocausto como una defensa de los fallos políticos del príncipe. Presentar a Liechtenstein como un colaborador misericordioso de los judíos no concuerda con los hechos históricos", ha agregado.
Liechtenstein permaneció neutral
El padre del príncipe se convirtió en el primer monarca que situó su residencia permanente en Liechtenstein cuando los nazis se anexionaron Austria, donde vivía antes, en 1938.
El príncipe Hans-Adam, de 64 años, dijo en la entrevista con el diario que durante la época nazi las familias judías habían podido utilizar dinero guardado en cuentas bancarias secretas en Liechtenstein y Suiza para comprar su libertad.
"En países comunistas era similar", declaró. "El secreto bancario salvó vidas y sigue salvando vidas hoy", añadió.
No es la primera vez que el príncipe, quien entregó el Gobierno del día a día de Liechtenstein a su hijo, el príncipe Alois, en 2004 pero sigue siendo jefe de Estado, atrae la ira de grupos judíos.
El año pasado, en medio de una crisis diplomática con Berlín sobre las leyes de secreto bancario del principado, calificó a Alemania como el "Cuarto Reich".