Familias Reales Arabes

Vida secreta de las princesas del harén
Unas pocas brillan como primeras damas, pero la mayoría de las esposas de gobernantes del Golfo vive en la oscuridad feudal. Ésta es su historia

MARÍA ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO
Madrid 1 MAR 2009
Compartir el marido con otras esposas no es óbice para ser primera dama, al menos en las pequeñas monarquías del Golfo. Mujeres como la jequesa Mozah de Qatar o la princesa Haya de Dubai atraviesan el espejo del harén como caras visibles de los emiratos donde sus esposos reinan y gobiernan. Al estilo de las first ladies occidentales, se prodigan en público, marcan estilo y se reúnen entre ellas.

Es el club de las primeras damas del Golfo, un fenómeno llamativo si se contempla desde el conservadurismo feudal de la región, y en el que algunos quieren ver un gesto de apertura y otros más una cuestión de estilismo, como si las royals locales no pudieran sustraerse al magnetismo de la glamurosa Rania de Jordania.

Se mueven entre la 'abaya' y Versace, entre la tribu del desierto e Internet

Algunas de ellas son imágenes de marca a la hora de atraer inversiones

Pero al lado de Mozah o Haya, enésimas esposas de los gobernantes de Qatar o Dubai -se desconoce el número exacto de coesposas de cada uno de ellos-, hay otras primeras damas que se pliegan a la tradición de la zona: la del ostracismo de la vida pública, que las condena a no tener derecho a la existencia. El perfil velado de la jequesa Sabika bint Ibrahim de Bahrein o la invisibilidad de la jequesa Fatima bint Mubarak, viuda del emir de Abu Dabi, son dos ejemplos del lado oscuro.

Pese a que la última ostenta el título oficial de Madre de la Nación, nadie logra ponerle cara: está prohibido fotografiarla o filmarla, y no tiene biografía oficial. No se sabe dónde nació, qué edad tiene o cuántos hijos dio al emir. Sólo consta una cosa: que, a pesar de no ser la reina madre -el actual gobernante de Abu Dabi, Khalifa Bin Zayed al Nahyan, es hijo de otra de las coesposas de su marido-, su ascendiente sobre el país supera con creces el del aquél.

Una cortesana de origen extranjero que frecuenta el palacio desgrana la escasa información existente sobre la jequesa Fatima amparada en un obligado anonimato. "No fue la primera esposa del emir, pero sí la favorita. Éste se prendó de ella cuando la descubrió, durante un viaje por el país, en una tribu del desierto. Tenía 13 años y era analfabeta. La jequesa aprendió a leer y escribir una vez casada. Desde entonces respalda iniciativas educativas. Y el hecho de haber tenido que compartir a su marido con otras mujeres le hace ver el harén con desagrado: no le gusta que sus hijos tengan varias mujeres", confiesa esta residente en Abu Dabi. Imposible contrastar la información: hablar de la jequesa es tabú.

En el amplio trecho que va de la abaya (túnica negra tradicional) a los modelos de Versace que luce en sus apariciones públicas en Occidente la jequesa Mozah, estas mujeres salvan también el abismo que media entre las tribus del desierto y la galaxia global. Si la jequesa de Abu Dabi no tiene rostro, Mozah -edad indefinida, licenciada en Sociología, notorio planchado facial- y Haya -35 años, amazona olímpica, formación oxoniense- disponen sin embargo de página web, o como quiera llamarse el incensario virtual que da cuenta de sus múltiples actividades sociales.

Mozah, la única mujer pública del jeque Hamad Bin Khalifa al Thani, es enviada especial de la Unesco para la Educación Básica y Superior y, desde 2005, miembro del Grupo de Alto Nivel de la Alianza de Civilizaciones. Pero su fuerte es el ámbito educativo. En 2003 impulsó la constitución de un fondo internacional para la educación superior en Irak, y en su país amadrina la Ciudad de la Educación, un megacampus situado a las afueras de Doha con facultades de las mejores universidades estadounidenses, como Carnegie Mellon o Georgetown. La jequesa ha recibido doctorados honoris causa de todas ellas. Y la revista Forbes la incluyó en 2007 en la lista de las 100 mujeres más influyentes del mundo.

El matrimonio del jeque Mohamed Bin Rashid al Maktoum con la hermanastra del rey Abdalá de Jordania, Haya, ha hecho ganar peso político a Dubai, y multiplicado el atractivo del emirato. Haya, 25 años menor que su esposo, es la madre de su decimonoveno hijo. Embajadora de buena voluntad del Programa Mundial de Alimentos de la ONU y presidenta de la Federación Hípica Internacional, Haya, que en su juventud frecuentó los hipódromos españoles, es un valor añadido por su proximidad al reino hachemí.

"Todas estas primeras damas constituyen una importante baza a la hora de vender el Golfo a los inversores extranjeros, pero no es sólo una cuestión cosmética. Y aunque la first lady de Qatar sea, con diferencia, la más exhibicionista, por así decirlo; la más aficionada a las cámaras, tras esta proyección mediática, inédita en la región, está una realidad inapelable, la de que estos países están acortando la brecha de género", dice Mohamed Youssef, consultor internacional con base en Abu Dabi.

Así, entre los vectores de negocio de los pequeños Estados del Golfo no sólo figuran el petróleo o los rascacielos imposibles, también el glamour. Es ahí donde entran en juego estas mujeres, auténticas imágenes de marca a la hora de atraer inversiones, cosmopolitismo y eventos sociales. O sea, negocio.

Aunque la imagen, a veces, no lo es todo. En noviembre pasado, el hotel Emirates Palace de Abu Dabi, un siete estrellas colosal, acogió la segunda cumbre de la Organización de Mujeres Árabes bajo el patrocinio de la jequesa Fatima bint Mubarak. Entre cenas de gala y besamanos sólo para mujeres -los hombres fueron recluidos en edificios aparte-, las sesiones de trabajo eran retransmitidas por circuito cerrado de televisión. A la cita acudió lo más granado del papel cuché oriental: la esposa de Mohamed VI de Marruecos, la siria Asma al Assad y la reina de Jordania, entre otras. Rania, falda lápiz, stilettos y delgadez de astilla, reinaba cual top model entre un enjambre de fotógrafos y cámaras... hasta que llegó la jequesa Fatima. Fundido en negro. Plano fijo castigado de cara a la pared. La jequesa, menuda, cetrina, vestida de negro de la cabeza a los pies y luciendo un bocado de cuero repujado sobre la mandíbula -un signo de sumisión en algunas tribus del desierto-, logró eclipsar a la reina de corazones.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 1 de marzo de 2009
Fuente 

Las diez mujeres próximas al poder árabe más mediáticas
El poder árabe sigue siendo cosa de hombres, pero las mujeres cada vez tienen más presencia mediática
MIGUEL MUÑOZ / MADRID
Día 31/08/2011 - 10.41h

AP
Rania de Jordania

Aunque el poder árabe sigue siendo un asunto masculino, las mujeres próximas a los centros de decisión absorben cada vez más atención de los medios internacionales. La lista que le proponemos reúne a las diez más reseñadas por su belleza y su elegancia, aún cuando algunas de ellas provienen de monarquías absolutas y dictaduras corruptas de dudosa simpatía.

Rania Al Abdalá
Una palestina a la europea

Reina consorte de Jordania. Rania no necesita presentación. Archipresente en la prensa rosa mundial, la reina jordana, de 41 años, es una de las mujeres árabes más conocidas. Su belleza puede rivalizar hasta con la de Carla Bruni, y su tendencia pro-occidental es muy apreciada en Europa. Nacida de padres palestinos y educada en Kuwait, es el ejemplo perfecto de cómo una mujer guapa y con dinero puede desmontar más tópicos sobre el mundo árabe y el islam que cientos de organizaciones culturales. Sin embargo, hay sectores dentro de Jordania que no la aprecian tanto: en las protestas que surgieron por efecto contagio de la «primavera árabe» en su país, algunos grupos opositores la acusaron de usar fondos del Estado para promover su imagen en el extranjero, criticaron que la reina tenga un poder de decisión en el Ejecutivo que no está recogido por la Constitución y llegaron a pedir al Rey que se divorciase ante el temor de que sus raíces palestinas la lleven a favorecer a este sector de la población. Abdalá II no parece haberles hecho caso. Una mujer que colma las listas de las más bellas no debe ser fácil de dejar.

Asma Al Assad
Desde Londres con glamour

Primera dama de Siria. En un claro ejemplo de cuándo no es oportuno publicar un reportaje, Vogue dedicó a Asma, de 36 años, un número titulado «Una rosa en el desierto» en el que alababa el glamour y el cosmopolitismo de ella y su marido. El problema es que salió el pasado mes de marzo, cuando su marido, el presidente sirio Bashar Al Assad, estaba atendiendo a asuntos no muy glamourosos: ordenar a su Ejército que disparara contra las manifestaciones ciudadanas de protesta. Aunque de padres sirios, Asma nació y se educó en Londres (es titulada en informática y literatura francesa), donde su familia emigró desde su país natal. Volvió a Siria al casarse con el presidente en 2000. De Europa se llevó una belleza más francesa que árabe y un aprecio por la moda y las marcas occidentales. El gusto por la democracia, al parecer, se le olvidó en las islas británicas.

Aisha Gadafi
La Claudia Schiffer árabe

Hija del exdictador de Libia. Está claro que los buenos años han pasado para Aisha, una abogada de 35 años. Cuando la prensa rosa aún buscaba exotismo en el régimen de Muamar Gadafi se la llegó a conocer como la Claudia Schiffer árabe, gracias a su melena rubia y su figura. Aunque representa a la parte más inofensiva de la estirpe de Gadafi, la diplomacia con Occidente no ha sido su fuerte. En 2000, dos años después de que se alcanzasen los acuerdos de paz en Irlanda del Norte, Aisha dio un discurso en el Speaker's Corner londinense en apoyo del IRA. En 2004 se presentó voluntaria para unirse al bufé de abogados que defendió a Sadam Hussein. La imagen del exdictador ahorcado permite colegir que no hizo demasiado bien su trabajo, lo que no le impidió embarcarse en otro proceso polémico: dirigió el grupo de defensa del periodista iraquí que le lanzó sus zapatos a George W. Bush. Los saqueos de su mansión han demostrado que Aisha se quiere mucho: uno de sus tesoros era un sofá en el que aparecía esculpida ella misma con cuerpo de sirena.

Iman bint Al Hussein
La princesa soldado

Princesa de Jordania. Iman, la hermana de 28 años del Rey Abdalá II, es una cara menos conocida de la monarquía jordana, aunque se trata de una mujer de armas tomar: tras cumplir el servicio militar con 19 años, la princesa decidió ingresar en el Ejército, donde ha ido escalando rangos. Sus ojos verdes, su soltería y su aparición en la lista de los 20 jóvenes con sangre real más deseados de la revista Forbes le han granjeado bastantes seguidores.

Mehriban Aliyeva
La coqueta comprometida

Primera dama de Azerbaiyán. En el último festival de Eurovisión, la victoria de la joven representante de Azerbaiyán, Nigar Jamal, quedó eclipsada cuando el presidente del país, Ilham Aliyev, emitió un comunicado de felicitación junto a su esposa. Las miradas de muchos internatutas se posaron en ella: la exuberante Mehriban Aliyeva, de 49 años, el rostro más conocido de una de las familias más ricas del país. Entonces descubrieron su tendencia a regalar sensuales posados fotográficos y a lucir escotes en los actos oficiales: a su marido parece gustarle exhibir a la primera dama. Incluso atrajo la atención de los embajadores estadounidenses que, en un cable que Wikileaks filtró posteriormente, destacaron su compromiso con organizaciones humanitarias (que le ha valido premios de Francia y la UNESCO)... y sus operaciones de bótox y cirugía plástica.

Wafah Dufour
Una modelo explosiva

Sobrina de Osama Bin Laden. Wafah Dufour, de 36 años, utiliza su apellido materno. Su nombre original es Wafah Bin Laden, y su padre, el saudí Yeslam Bin Laden, es hermano del fallecido terrorista. Wafah, ciudadana estadounidense nacida en Los Angeles, tiene raíces árabes, iraníes y suizas. Y, a juzgar por las fotos que dejó su época de modelo, ha heredado los mejores genes de cada raza. No tiene ningún contacto con su familia paterna y su carrera como modelo no tuvo demasiado éxito. Quizá, para Estados Unidos, era demasiado... explosiva. Ahora graba en Londres su primer disco, reconvertida en cantante de punk alternativo.

Mozah bint Nasser
Del exilio al trono

Jequesa de Qatar. Mozah pasó su infancia en el exilio en Egipto. Su padre fue un conocido opositor al emir Khalifa bin Hamad. Pero ella reconcilió a su familia con el poder qatarí al convertirse en la segunda (y favorita) de las tres esposas del emir heredero, Hamad bin Khalifa, que depuso a su padre con un golpe de Estado en 1995. Mozah, que con unos 59 años muy bien llevados lo único que tiene de «moza» es el nombre, es la única de las tres esposas con vida pública conocida (dirige una ONG educativa), impulsada por la imagen de elegancia que le alimentan los medios occidentales, entusiastas con su estilismo, aún cuando la jequesa enseña poco más que los tobillos.

Lalla Salma
Una informática en la corte

Princesa de Marruecos. Mohamed VI eligió a una esposa que ha roto los esquemas tradicionales: una pelirroja de belleza delicada, a la moda occidental y graduada universitaria. Lalla, de 33 años e ingeniera informática titulada, trabajó durante tres años en el grupo ONA, el mayor holding industrial de Marruecos, hasta que se casó con el monarca en 2001. Éste la convirtió en la primera esposa a la que un soberano marroquí ha concedido un título real (el de princesa, aunque ejerce la labor propia de una reina consorte) y ha presentado ante el pueblo y los medios de comunicación. A diferencia de la mujer de Hassán II, que estuvo siempre recluida en palacio cuidando de sus hijos y de la que solo existe una foto, Lalla participa en recepciones oficiales, es una habitual de las portadas y suele vestir marcas como Yves Saint Laurent, Dior o Chanel. Con ella, la monarquía marroquí ha dado un salto de varios siglos.

Leila Ben Alí
La peluquera del sátrapa

Exprimera dama de Túnez. Leila Trabelsi (apellido de soltera), de 54 años, nació en una humilde familia de diez hermanos con un padre peluquero. Ella misma pasó unos años trabajando como peluquera, hasta que una relación con el cuñado de un ministro tunecino le abrió las puertas al entramado del poder. Tras ser denunciada por contrabando, conoció a Zine Al Abidine Ben Alí, entonces director de la Policía de Tunicia, y comenzaron un romance. Se casaron en 1992, cuando Ben Alí ya se había impuesto como presidente del país. Leila aprovechó su destreza con las tijeras para esquilmar el dinero de Túnez en beneficio de su familia, que pasó a convertirse en una gran mafia nacional: los Trabelsi abandonaron la peluquería para dedicarse a crear bancos a los que después pedían créditos millonarios sin garantías, lo que les permitió controlar casi todos los negocios del país. A la vez, la peluquera de Ben Alí creó numerosas organizaciones benéficas, que le valieron reconocimientos como el de Persona del año 2003 en la revista rusa «El mundo de la mujer». Ahora, su nombre figura en otra lista: la de los más buscados por la Interpol.

Sheikha Maitha
La princesa karateka

Hija del emir de Dubai. Lejos del prototipo de delicada princesa árabe de Aladín, Sheika, de 27 años, es una mujer de sangre azul... y cinturón negro. En los Juegos Asiáticos de 2006 ganó una medalla de plata en kárate femenino, y en 2008 participó en los Juegos Olímpicos de Pekín con el equipo nacional de Taekwondo de Emiratos Árabes Unidos. Su padre, Sheikh Mohammed, tiene el poder absoluto sobre Dubai, uno de los grandes emiratos del Golfo Pérsico, y es el primer ministro de Emiratos Árabes Unidos. Pero las llaves de Sheikha también acaparan la atención de los medios. Entre ellos la revista Forbes, que la incluyó en su lista de «Los 20 jóvenes de la realeza más deseados».
Fuente 
Mujeres árabes, discriminadas
Es lamentable que en algunos países la mujer todavía no sea considerada una persona, sino una posesión del marido

DOMINGO 10 DE JULIO DE 2011
LAS implacables autoridades de Arabia Saudita prohíben a las mujeres conducir en público. Cinco de ellas decidieron desafiar esas arcaicas normas y han sido detenidas. En momentos en que los pueblos del norte de Africa están rebelándose contra sus monarquías y regímenes de facto, esta decisión de las mujeres de hacerse valer a pesar de las restricciones parece inaugurar una nueva era. Es digno de aliento el proceder de decenas de ellas, que tomaron el volante en respuesta a una campaña lanzada por diversos grupos, como Women2Drive y Women's Right to Drive.

En Arabia Saudita, monarquía dominada por el clero sunnita de los wahabíes, ninguna ley impide conducir a las mujeres, pero las autoridades no les conceden el registro y, por esa razón, legitiman en la práctica una veda implícita. Para tomar el volante necesitan autorización por escrito de algún varón de la familia, sea el marido, el padre o el hijo, así como para trabajar, someterse a intervenciones quirúrgicas y salir del país. Es un sistema retrógrado que no respeta la dignidad de las mujeres ni la igualdad de sexos ni ve en su real dimensión a la mujer, a menudo segregada en las calles por la policía religiosa.

También en los salarios se percibe la enorme e insultante diferencia entre los varones y las mujeres: si ellos ganan un dólar, ellas reciben 12 centavos. Eso sucede en Arabia Saudita y en Palestina. En Afganistán, Jordania, el Líbano, Libia, Marruecos, Paquistán, Omán, Siria y en Yemen, la situación no es mucho mejor: ellas apenas cobran 25 centavos por cada dólar que embolsan los varones.

Esta flagrante diferencia es peor aún en las penas por delitos, mucho más duras para las mujeres. De hecho, Yemen, Afganistán, Somalia, Jordania, Sudán, Nigeria, Paquistán y Arabia Saudita se encuentran bajo la lupa de las Naciones Unidas por la falta de protección de las mujeres en sus sistemas judiciales. La mujer, según la tradición familiar, muchas veces no es una persona, sino una posesión del marido que éste utiliza a su antojo. De ser violada, por ejemplo, necesita cuatro testigos que no sean parientes ni amigos para radicar la denuncia. Es otra señal de la penosa discriminación de la que son objeto.

En Malasia ha sido célebre el caso de Kartika Dewi Sukarno, sentenciada en 2009 a recibir seis latigazos y pagar una multa de 2000 dólares por beber cerveza con unos amigos en una discoteca. En Jordania, 15 mujeres murieron el año pasado por los llamados "crímenes de honor". En Egipto, durante las protestas que terminaron con el régimen de Hosni Mubarak, hubo numerosas "pruebas de virginidad", vejaciones equivalentes a torturas, según denunciaron organizaciones no gubernamentales.

En otros campos, lentamente, esta situación está revirtiéndose con mujeres diputadas en Irak, Jordania, Egipto, Omán, Yemen y Afganistán; ministras, en Siria, Kuwait, Emiratos Arabes Unidos y Bahrein, y hasta una jefa de gobierno, en Paquistán. Falta muchísimo, sin embargo, para que puedan vivir en libertad sin un permiso de su mahram (custodio) para caminar, viajar, estudiar y trabajar. No es un problema del islam, sino de su interpretación sesgada y patriarcal en sociedades que les imponen restricciones en un mundo que, por fortuna, aboga cada vez más por la igualdad entre el hombre y la mujer.

Fuente  
Domingo 22 de octubre de 2001 - Número 314
REALEZA | TRADICIONES DEL ISLAM

Mitad reinas, mitad esclavas
JAVIER ESPINOSA

Ocurrió el 8 de junio de 1987 y fue la comidilla de las revistas del corazón de la época. La princesa marroquí Lala Asma se casaba con el «rico empresario de Casablanca» Jaled Buchentuf. Moumen Diouri, uno de los flagelos más significados del monarca, llegó a estimar el coste del descomunal agasajo: «Sólo la decoración y la iluminación de Marraquech supuso el desembolso de 80 millones de francos (1.400 millones de pesetas )», dijo. Entre los invitados, lo más selecto de la jet internacional incluidos personajes tan controvertidos como Imelda Marcos, ex primera dama de Filipinas.

El fasto se repitió en 1994 con ocasión de los esponsales de Lala Hasna, la hermana pequeña de Mohamed VI, lo que dio lugar a cinco días y cinco noches de «regocijo» en todo el reino. Marruecos parece haber recuperado la polémica memoria de estas bodas tan suntuosas como derrochadoras especialmente en un país donde seis millones de personas viven con menos de 200 pesetas al día tras el anuncio del pasado día 12 del próximo matrimonio del rey Mohamed VI. Sin embargo, resta por saber cual será el papel efectivo de la futura esposa real en la corte de Mohamed VI.

La primera condición para convertirse en la esposa de un príncipe musulmán es ser virgen. Un príncipe nunca se casaría con una divorciada, incluso no lo haría con alguien que tuviera pasado sentimental. Antes de dar a conocer a la elegida, ésta será sometida a una investigación exhaustiva por parte de un consejo tripartito extraoficial, formado por los servicios secretos del país, la casta clerical y la propia familia del Rey. Su posición, hasta la fecha, no dista mucho del ostracismo al que se ven sometidas sus homólogas de los países árabes del Golfo, esposas de reyes que nunca han salido a la luz pública, no se les conoce el rostro, ni identidad ni nada. Es el caso de Arabia Saudí, Oman, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar Los monarcas de estos países mantienen aisladas a su madre, hermanas, hijas y esposas en espacios separados de la vida pública. Al harÉN sólo tienen acceso los varones que poseen lazos sanguíneos con estas mujeres. Sólo pueden conocer el exterior de forma organizada: compras colectivas en tiendas previamente seleccionadas y cerradas al público en las que no habrá ningún dependiente varón».

A pesar de la herencia a la que se enfrentan, personajes como Ranía de Jordania parecen querer romper esta pauta. Rania, por ejemplo, es una mujer con ideas propias si bien no parece haber perdido el gusto de pagar sus caprichos con los ingresos de la Hacienda pública. Extravagancia que incluye los zapatos de la firma Prada que cuestan mas de 50.000 pesetas el par o bolsos de Chanel, con un valor promedio de 400.000 pesetas».

La anterior reina de Marruecos, Lala Latifa, nunca ocupó un lugar relevante en la vida pública nacional. Según la escritora Malika Ufkir en su libro La prisionera, Latifa fue «enviada» a Palacio con 15 años por la familia beréber más importante del país con su prima Fátima (de 13 años) y junto a una enorme remesa de concubinas. Latifa sólo consiguió el apelativo de «madre de príncipes» (en realidad en Marruecos no se la llama reina) cuando dio a luz a Lala Mariam en 1962.

PRISIONERAS
Malika habla de un régimen «casi carcelario» para las concubinas e incluso para la propia Latifa recluidas, eso sí, en unos lujosos palacios donde se dedicaban a exhibir caftanes (el traje típico marroquí) ataviados «con piedras preciosas, cinturones de oro, collares, diademas y perlas. Latifa era la más elegante y la más adornada», añade. La prometida de Mohamed VI no parece responder en principio al perfil exigido por este mundo de regusto medieval. Salma Bennani tiene 24 años, estudió ingeniería informática en la escuela Ensias de Rabat y trabajó durante cierto tiempo para el poderoso consorcio empresarial Omnium Nord Africain (ONA).

CONCUBINAS
La revista francesa L'Express adelantaba ya en septiembre de 1999 que Mohamed VI había comenzado a «desmantelar» la larga cohorte de concubinas que mantenía el difunto Hasán II. Malika Ufkir dice también que el anterior rey continuó la tradición de su padre incrementando su harén hasta la década de los setenta.«Hasán llegó a disponer de 80 féminas, incluidas las 40 que heredó de Mohamed V y que recibían apelativos según su función en la corte: concubina del cuarto de baño, concubina encargada de las llaves del exterior », asegura UfkiR. Después de seguir una exquisita formación sexual, «las solían casar con el rey de cuatro en cuatro en ceremonias suntuosas en el palacio de Fez», añade en su libro.

«Mohamed VI será el primer soberano alauí que no dispondrá de harén», sentenciaba L'Express. En Marruecos resulta paradójica la reserva que se aplica a la esposa del rey en comparación con el protagonismo que han mantenido en los últimos años las hermanas de Mohamed VI. En este capítulo habría que citar a Lala Mariam, que además de conseguir en 1997 la aprobación real para divorciarse de su marido, Fuad Filali, ejerce de facto como primera dama y así lo hizo en los viajes del joven monarca marroquí a Estados Unidos o España en 2000.

  La reina, la joyera y el harén JAIME PEÑAFIEL
La presencia de la primera dama consorte junto al esposo jefe del Estado anfitrión es casi obligada en las ceremonias de bienvenida, en aeropuertos y palacios de los países visitados por los reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía que, en estos 25 años, son casi la totalidad de los existentes en el mundo mundial. Esto siempre sucede, menos en los países árabes del Golfo Pérsico, donde nadie las conoce a nivel oficial. A veces, incluso, ni físicamente aunque existir existen.

Tal cosa pudo comprobarse en la boda de la princesa Lala de Marruecos durante la cual, aunque de forma muy velada, pudo verse el rostro de la esposa del fallecido rey Hasán y madre del actual soberano Mohamed VI que, contra toda costumbre y tradición, ha anunciado su compromiso matrimonial con una joven de nombre, apellido, físico y hasta profesión conocida. Aunque reina nunca será. Porque salvo en Jordania, ninguna de las monarquías árabes las tiene.Tan sólo madre de heredero o favorita.

Este hecho lo pudo comprobar Doña Sofía durante las visitas oficiales, sobre todo a Arabia Saudí. Todavía recuerdo aquel primer viaje, el 14 de febrero de 1974, cuando todavía eran los príncipes de España. Aunque la presencia de mujeres no estaba permitida dentro del protocolo de la casa real saudí, se hizo una excepción con nuestra soberana. Pero cuando el viejo rey Faisal entró en el gran salón de su palacio en Riad, saludó con una extrema deferencia y afecto a don Juan Carlos pero, a la princesa, apenas le dirigió un gesto sin mirarla.

Por el contrario en la segunda visita de Don Juan Carlos y Doña Sofía a Arabia cuando ya eran reyes, del 23 al 26 de octubre de 1977 sí se aplicó a rajatabla el protocolo hasta el extremo de que cuando los Reyes de España llegaron al aeropuerto de Riad, Doña Sofía, que había descendido del avión por la escalerilla trasera, fue materialmente secuestrada por una dama cubierta por un velo negro de la cabeza a los pies y llevada hasta un gran coche aparcado discretamente a unos metros y en cuyo interior debía encontrarse ¿la esposa?, ¿la favorita? del rey saudí, que la condujo hasta el palacio de «las mujeres».

De Doña Sofía no volvimos a saber nada hasta tres días después, cuando finalizó el viaje, ya que el programa de la Reina durante la estancia en Riad, fue totalmente diferente al de Don Juan Carlos. Al abordar la situación de «las esposas» en el seno de las monarquías árabes, no podemos olvidar a una ilustre e importante joyera madrileña, Manuela Yanes, posiblemente la única mujer occidental que ha traspasado el umbral del harén de un palacio real del Golfo Pérsico, al que había sido invitada para presentar sus joyas a las huríes.

La dama recuerda, como si fuera ayer, el momento en el que entró en un inmenso salón en el que se encontraban decenas de jóvenes o menos jóvenes (difícil era averiguar la edad ya que todas tenían el rostro cubierto), entre las que sobresalía, ¿intuición femenina? quien parecía ser la reina o la favorita.

Aquella estancia palaciega más parecía un gallinero en el que las gallinas picoteaban las piedras preciosas que la señora Yanes iba esparciendo solícita, apartándolas con risas y grititos delirantes con los desnudos pies.
Fuente 


¿Cuántas monarquías hay en el mundo y cuánto poder tienen? Hay monarcas que gobiernan, otros que tienen algo de influencia, y varios ...